Bromas de Kundera
Clarín, ¿in memoriam?
Cartas al Tío Plinio
Tío Plinio querido,
Al cierre de este carta, el Grupo Clarín, aún, pelea. Conectado al respirador.
Curiosamente, es defendido por varios gladiadores vocacionales, que supieron ser sus ocasionales víctimas.
Para mayor curiosidad aún, el Grupo es atacado por los representantes del gobierno que precisamente favorecieron. Durante cinco años.
En versión más grotesca, se trata de la reproducción del mensaje existencial de «La broma». La gran novela iniciática de Milan Kundera.
Es -Kundera- el escritor checo, pero nacionalmente digerido por la identidad francesa.
Se le puede recomendar perfectamente a tía Edelma, también, «El libro de la risa y el olvido». O «La insoportable levedad del ser».
Kundera mantiene coincidencias asombrosas con Discepolín. El del verdadero himno nacional y popular. Cambalache.
Comité de Crisis
Los integrantes del Comité de Crisis, la Task Force del Grupo Clarín, no estuvieron preparados para la magnitud de la contienda.
Pero caen -si es que caen-, tío Plinio querido, con cierta dignidad. Atropellados por el impulso de La Elegida. No se confunda, la decisión de atropellarlo no es de El Elegidor.
En el núcleo rígido, participan tres fatigados sexagenarios. Miembros del trío triunfal, que La Elegida se lleva por delante.
Magnetto y sus dos escuderos. Aranda y Pagliaro.
Los tres emergen como antecedentes prematuros de Borocotó. Alcanzaron el poder del diario cuando Clarín no era un Grupo.
Eran demasiado jóvenes. Merodeaban entre los 35 y 40 años.
Cuando expulsaron, por obsoletos e inútiles, a los desarrollistas románticos que los habían contratado. Consta, incluso, en «Magnetto, el hombre de Clarín», la biografía autorizada José Ignacio López.
Los tres se reportaban por entonces a la dinastía académica de los Frigerio. Y hacia la figura parental de don Arturo Frondizi, que estaba afectado por el Parkinson.
Es -Frondizi- el estadista que iba, décadas después, paulatinamente, a ser mitificado.
En otra de las «bromas nacionales» de Kundera.
De pronto, en la Argentina, hoy todos son revaloradores del desarrollismo.
Reivindican, en exceso, a Frondizi.
Aquel pobre y viejo reaccionario que terminó solo, con el Parkinson atenuado, en concentraciones alucinantes contra el divorcio. Y en disertaciones domésticas sobre el fenómeno de los carapintadas, en un departamento de Berutti, frente al Hospital Alemán.
Hoy lo glorifican. Desde La Elegida hasta la señora Carrió.
Con el mismo derecho, también Duhalde reivindica el desarrollismo.
Magnetto y los dos escuderos, Aranda y Pagliaro, en la pelea inconcebible, respaldaron las iniciativas desesperadas de Rendo, el mariscal de campo. O de Casey, el sobrino que suena, todavía, como el probable heredero.
¿Es Casey El Elegido?
Por el tío Magnetto, el otro Elegidor.
El Comité de Crisis es completado por los redactores jerárquicos. Bastante enceguecidos por las turbulencias de la batalla. Aunque se encuentran relativamente «hechos», contemplan con lícita preocupación, según Gargantas, el futuro profesional.
TN desaparece
Sin participar del Cómite, abundan los asalariados predilectos.
Selectos miembros del Grupo que se jugaron, con admirable entereza, por los intereses de la causa de la empresa que los contrata. Hasta conformar la gran familia. De domingo de ravioles. Fundidos, de pronto, los comunicadores, con los intereses del Grupo.
Es el caso de las luminarias precarias.
La atractiva y eficiente dama del noticiero, por ejemplo.
Al recibir un premio usual, la dama no vaciló, tío Plinio querido, en proclamar, durante la ceremonia del agradecimiento, la inquietante sentencia:
«TN va a desaparecer».
O la destacada dupla de periodistas. Los que generaban debates semanales para discutir «La Ley de medios K».
En la plenitud solían mezclar, inconcientemente, los roles. Para transformarse en panelistas comprometidos. Innovación demoledora de la ética del entrevistador. Que los incita a discutir, como si fueran pares, con los entrevistados.
Al sorprenderse agredidos, sobre todo por aquel gobierno que consolidaron, la iniciativa más saludablemente contundente del Grupo consistió, tío Plinio querido, en volver hacia las categorías olvidadas del periodismo. En la versión patológicamente radicalizada.
De la antigua complacencia no quedaron, por suerte, ni siquiera atisbos.
Castigaron, con crueldad minuciosamente informativa, los emblemas negativos del kirchnerismo que consagraron. Otra «broma» de Kundera.
Coto
Entre las páginas dramáticas de las últimas ediciones del diario, los kirchneristas atacados podían respirar, tan solo, cuando aparecía la doble página publicitaria de Garbarino. O de Frávega.
O las coloridas ofertas de los supermercados Coto.
Es -Coto- aquel solitario empresario que se quedó, ¿se acuerda?, señalado y solo. Como Frondizi.
En la cumbre de IDEA. Cuando Coto decidió plantear una crítica tenuemente inofensiva. Un cuestionamiento menor hacia el sistema nocivo que se había tranquilamente impuesto. Hasta la hegemonía.
El virus del kirchnerismo alcanzó la gloria de la hegemonía, como consecuencia del comportamiento periodístico. Totalmente antagónico del comportamiento actual. Sobre todo por el «dominante» Grupo Clarín, que a través de la complacencia cómplice, decidía callar las situaciones, más que criticables, repudiables.
Las que el Portal -sin ir más lejos-, calificaba como «desastres seriales del gobierno trivial».
Cae entonces Clarín -si es que cae-, por haber ignorado los «desastres», durante un lustro.
Cae también por haber concientemente ignorado los rigores de «la trivialidad».
Las corruptelas sistémicas que hoy -por conveniencia coyuntural-, descubren.
Lástima, tío Plinio querido, que sea tarde.
Las acusaciones del presente subrayan el silencio del pasado.
La sociedad, mientras tanto, aporta la indiferencia.
Ella -la sociedad- merece, ampliamente, tío Plinio querido, que pierdan los dos.
Dígale a tía Edelma que, si aún quiere iniciarse con la Otilia en la «astrobioenergética», puede bajarse el curso gratuito. Es en heliocentro punto net.
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Programa sobre Ley de Medios
en Poder Vacante 27/08/09
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