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Receptores de garrochas

LA GRAN TERGIVERSACIÓN (III): Movida de La "Negra" Alarcón confirma recuperación del gobierno.

Oberdan Rocamora - 27 de agosto 2009

Artículos Nacionales

Receptores de garrochasescribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial
para JorgeAsisDigital

El desplazamiento, en admirable destreza para la garrocha, de la señora María del Carmen Alarcón, alias Le Negra, confirma el sustento teórico del título de la miniserie. «La Gran Tergiversación».
Trátase del mérito de Kirchner. Por la osadía de transformar la «equivocación de la derrota» electoral, del 28 de junio, en la tergiversación del triunfo.
Ante el marco, piadosamente conmovedor, de los opositores desconcertados.

Constatación de la trampa conceptual.
Un gobierno frágil, inmerso en la agonizante retirada, debe ser emisor de garrochas.
De ningún modo, debe ser receptor de garrocheros.

Por lo tanto, la flamante garrocha de la Negra Alarcón, junto a las garrochas de Saredi y Pinedo, ambos baluartes del Grupo Pampa Sur, participa del equívoco instalado.
El fortalecimiento artificial del kirchnerismo.
Sólo con el amague, Kirchner, el derrotado, atormenta a los opositores que triunfaron.
Pero los vencedores parecen irreparablemente como vencidos. Petrificados por la impotencia. Consecuencias de la exitosa Tergiversación, que hubiera cautivado a Jean-Francois Revel. (Autor de «La gran impostura», editado por Taurus).

El discípulo de Locatti

Desde el punto de vista académico, La Garrocha es de los escasos aportes del Portal hacia la teoría política.
El Salto en Garrocha derivó en un instrumento fuertemente magistral para analizar la magnitud de los desplazamientos, que alteraron las variables de los cuadros.
La Negra Alarcón fue de las primeras mujeres lanzadas por Reutemann. Desde la ventana.
Con el tiempo, Reutemann evolucionó hasta perfeccionarse en la especialidad. Al extremo de erigirse como el mejor discípulo de Alberto Locatti.
Trátase -Locatti- del modelo injustamente olvidado. El comediante que tanto influyó, en un nivel estético, en los atributos del senador electo Eugenio Artaza. Alias Nito, o Sapukay.

La garrocha de La Negra Alarcón completa una paradoja ideal, de novela picaresca. En síntesis, Reutemann la expulsa, porque Alarcón, por entonces su diputada, perturbaba, con la solvencia de sus desplantes, la relación cordial que el discípulo de Locatti mantenía con el kirchnerismo hegemónico.

Después, Alarcón debió tolerar la dureza política, en la soledad del desierto.
Hasta que los Kirchner estrellaron la calesita por aquel monótono litigio del campo. Entonces Reutemann toma las respectivas distancias críticas de Kirchner. Y hasta pudo coincidir, con Alarcón, en el entusiasmo agrario de los piquetes. Del conflicto que sirvió para que el Alfredo, y Buzzi, se consagraran, junto a Llambías, aunque en menor medida, como las máximas atracciones mediáticas que completaban las mesas mejor surtidas del periodismo político. Y el conflicto sirvió, sobre todo, para que Cobos, el vicepresidente que llegó con La Elegida, se consagrara como la máxima figura protagónica, en cualquier encuesta.
Sin embargo el antikirchnerismo de Alarcón no la condujo hacia Cobos. La condujo hacia el socialismo de Binner, el adversario provincial de Reutemann.
Por lo tanto, la peripecia de Alarcón es más cinematográfica aún. Porque La Negra se aproxima hacia el regazo del kirchnerismo, justamente en los momentos en que Reutemann, el mejor discípulo, radicalizado ahora como el máximo cruzado antikirchnerista, venía de superar al Maestro.
A Locatti. Por arrojar también, desde la metafórica ventana, a la senadora Latorre, la Roxana. En coincidencia, además, con el regreso del conflicto del campo.
«Todo está como era entonces».

Sentencias

El que se enoja, en política, pierde. Lo dicta la sentencia clásica.
El que se sorprende, en adelante, pierde también.
En el país de las conjeturas, todas siempre posibles, deben forjarse los anticuerpos que protejan sobre la capacidad de asombro.

En la superstición del peronismo -conjunto de franquicias desestructuradas- la aplicación de la Teoría de la Garrocha suele adquirir ribetes estremecedores.
Legitiman otra sentencia, probablemente falsa. Indica:

«En el peronismo hay algo más despreciable que la traición. El llano».

Es atribuida al artesano que supo diseñar varias de las grandes equivocaciones estratégicas de Kirchner. Trátase de Mazón, alias El Chueco.

El llano es el desierto. La Nada sin arenas.
Por haberse quedado afuera, en el juego de la distribución del poder. De los cargos. Los recursos. Con choferes, secretarias, asesores, celulares del estado.
Cuesta, en la asperidad del desierto, mantenerse. Dicta otra sentencia.

«Si pedís un vaso de agua, en el desierto te dan una anchoa».

En la primer instancia del kirchnerismo, cuando avanzaba hacia la hegemonía, el horizonte se surcaba de garrochas. Se clavaban en cualquier parte y se desplazaban hacia la Rosada. Hacia Olivos. Algunos criticones pretendían llamar la atención, sólo con el objetivo de negociar.
En la época, la manera de evaluar, el impulso opositor de los quejosos, consistía en responder una pregunta tácita.
«¿Ese puede soportar un llamado de Alberto Fernández?».
O podía ser de Mazón. O cualquier puerta de despacho que condujera hacia De Vido.

Pero el kirchnerismo, desde la hegemonía, por estrellarse contra el campo marchó hacia la precipitación del colapso. Hacia «la equivocación de la derrota». Miniserie ya editada.
De todos modos, aquí nadie se dispone a clavar la garrocha en sentido contrario.
Hablan mal. Aceptan mayoritariamente que el destino del kirchnerismo es el demonio. Con distintos matices de dramatismo. O de tragedia. O meramente de vulgaridad. Pero se mantienen adentro. Con los tragos de amargura. Cicutas que suelen ser más atractivas que el llano.
Para colmo Kirchner, a través de La Gran Tergiversación, mezcla las barajas y otra vez embiste. En su versión de la historia. Contra las dos principales corporaciones. Las temibles oligarquías. La oligarquía agropecuaria y la oligarquía comunicacional. Con los opositores que se quedan envueltos en la estrategia de sus manipulaciones. Y dispuesto a la alucinatoria «profundización del modelo».

«Profundizar el modelo significa persistir en el error».
Es otra sentencia, para tratar en próximo capítulo.

Oberdán Rocamora
para JorgeAsísDigital

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