Néstor y Julio
NÉSTOR Y JULIO (I): La obsecuencia de De Vido, hacia Kirchner, obstruye la súbita racionalidad.
Artículos Nacionales
escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial
para JorgeAsísDigital
Entre Néstor Kirchner, El Jefe, y Julio De Vido, El Obsecuente, se construye una relación que signa la actualidad del gobierno que declina, a la deriva.
Julio, según la Garganta, adhiere a determinados arrebatos de insuficiente racionalidad. Destinados a evitar, al menos a atemperar, el irreparable naufragio.
Con destino de «gayola». Sin la voz temperamental del otro Julio. Sosa.
Julio sabe, según los pontificadores, qué es lo que hoy se debe hacer. Para recuperar algo parecido a la previsible credibilidad. Los contenidos suelen atribuirse a la influencia de cierto consejero en finanzas. Al que Julio conoce desde el colegio secundario.
Arreglar -de alguna manera- con el Fondo Monetario Internacional. Con los tenedores de bonos (los holdouts). Sincerar el INDEC. Sigue la receta interminable.
Lo que significa algo más que el vulgar desprendimiento de Moreno. Al «Napia» que Julio también quiso -hasta hoy sin suerte- despedir. Como a Jaime.
Los sigilosos pontificadores de Julio consideran que el ejercicio de la sensatez es inútil. Que los armados conjeturales, al toparse con las tinieblas de la realidad, abruptamente se desmoronan.
La obsecuencia -Julio- cede. Ante la obcecación de la autoridad. Néstor.
Mesa ratona
La Garganta indica que Julio nunca suele participar de la «mesa chica». La cual, francamente, no existe.
La mesa del poder kirchnerista es una mesita individual. Ratona. Para ser utilizada, exclusivamente, por Néstor.
Es Néstor el que habilita, luego, a los privilegiados. Para que se enteren de sus decisiones. A veces, por erupciones transitorias de democratismo, hasta consulta.
Ahí está La Elegida, quien secretamente disfruta de la decadencia de El Elegidor.
Y está también Zannini, El Ñoño, repuesto de la ocultada Gripe A.
Hoy Zannini luce, merced a la eficacia del Tamiflú, como el artesano principal del estratégico Plan Alternativo. Si es que se descarta, del todo, la alucinación de continuidad del desgastado kirchnerismo. Sea para La Elegida o para El Elegidor.
Pero el Poder, como la «gola» del tango, «se va».
El Plan Alternativo, que diseña el resfrío de Zannini, consiste en la candidatura presidencial del gobernador Scioli, el venerable Líder de la Línea Aire y Sol. Ampliaremos.
Zannini mantiene una relación históricamente distante con Julio.
Al primero, el Ñoño, Néstor supo utilizarlo siempre para argumentar.
Al segundo, Julio, para recaudar.
Por «prepotencia de trabajo», como sostenía Roberto Arlt. Por ser el aplicador preferido, de aquello que Néstor decide que se instrumente, Julio pasó a ser -para tormento del solitario poeta Alberto Fernández-, el elemento insustituible del gobierno de La Elegida. De la administración surcada por el fantasma de la desventura. Por la parálisis.
Sin embargo, hasta la irrupción de Schiavi, El Juampi, el Superministro Julio no tuvo ningún secretario, de la extensidad a su cargo, que le respondiera plenamente.
Los secretarios siempre mantuvieron una relación directa con la mesa ratona de Néstor. De la cual, los más torpes, se jactan. Confunden los equívocos de una conducción radial con la elevada consideración hacia sus figuras.
Debe aclararse, acaso, que la irregularidad nunca representó, necesariamente, ningún desafío a la jerarquía de Julio. No le daba importancia. Los soportaba desde que colectivamente reventaban Santa Cruz. Paradigma doméstico del superior destino nacional.
Ni Cameron, el descolorido Secretario de Energía. Ni Jaime, el Señor de los Subsidios, utilizaron el canal directo, hacia la mesa ratona de Néstor, para puentearlo a Julio.
Aseveración que dista de contener la inflamación de José López. Es el secretario de Obras Públicas. Más conocido, por los visitantes del Portal, como El Neolopecito.
Neolopecito se sintió, en algún momento, algo más que un pichón de Julio. En condiciones morales de desplazarlo.
Especializado en viviendas, El Neolopecito mantiene, además, su influencia espiritual en la dureza de los caminos.
Es precisamente en el terreno de El Neolopecito, como en el de Cameron, donde puede anticiparse el escenario literario de los próximos conflictos (lo de próximo, en realidad, es una licencia lícita del lenguaje).
Sobre todo cuando debe bajarse el «gasto público». Se vienen los momentos tensos del ajuste. De las arbitrarias frazadas cortas. Entonces deben dejarse de lado algunas obras ya licitadas. Anunciadas, glamorosamente, en distintas kermesses, filmadas en directo. Con admoniciones y condenas.
Grandes y/o chicos
Ocurre que, en el reparto injusto de los glucolines que escasean, debe elegirse, en adelante, a quienes pagarles.
Lo que es lo mismo que decir: debe elegirse a quiénes c…
Pasar, con crueldad, al cuarto. Perjudicarlos.
Si debe priorizarse, la ceremonia del pago, a los cuatro o cinco grandes. Nombrarlos sería una irresponsabilidad innecesaria. Por su capacidad incuestionable para el lobby, los grandes no deberían quedar colgados. Para beneficiar, menos aún, a «la perrada».
O sea, a los cientos de empresarios chicos.
Los chicos que también, en menor medida, oportunamente supieron aportar, como los grandes, las sublimes espiritualidades para la causa popular.
Afectos y desprecios
Como se dijo en el Portal, a Néstor le molesta especialmente que, los seres que desprecia, elogien los presuntos atributos racionales de Julio.
Seres que le reservan, a Néstor, el calificativo despreciable de irracional.
De «loco». De furioso siempre desbordado. Golpeador de paredes.
Desde los más importantes empresarios, los que no deben quedar colgados, y que establecen relaciones de recíproco afecto con Julio. Hasta los inspirados aventureros de la Comisión de Enlace, que siempre merodean el área. Como Palermo.
«El sometimiento de Julio, hacia Néstor, es total», confirma la Garganta.
«Julio arma, negocia, con conocimiento de Néstor. Para que Néstor, después, en la primera de cambio, le ordene desmantelar lo armado. Y dejarlo como un b…»
Fundamenta la Garganta, sin inocencia, que Néstor sabe que Julio, a través de sus confidenciales justificaciones, instala la característica principal de su comportamiento. Alude al desequilibrio.
En la placidez de la sumisión, Julio cuida meticulosamente, según la Garganta, sus comunicaciones intervenidas. Como algunas de sus entrevistas con los impugnados por Néstor, señalados por el desprecio, que se asemejan a los operativos clandestinos. Con casas alternativas.
Mientras tanto escasean, cada vez más, los hombres de confianza.
La desconfianza radial se impone.
La partida de Jaime, hacia las 34 causas de los tribunales, permitió el desembarco, en Transporte, del utilitario Juampi Schiavi.
Es Schiavi el cuadro polifuncional que le responde, a Julio, desde que actuaba en el gobierno artificial de la ciudad.
Pero sólo Jaime se fue de la Secretaría de Transporte. «Todo está como era entonces». El Juampi heredó, incluso, hasta el secretario personal de Jaime. Un eficiente Rodolfo León.
Hoy puede contar Julio con la incondicionalidad de su segundo, Roberto Baratta. Con manejos amplísimos. Para los que Baratta dista, según las Gargantas, de estar capacitado.
Baratta se le reporta, a Julio, con exclusiva lealtad. Pero con remontadas ínfulas de adolescente. Le generan, al chico, una autoestima elevada. Contrasta con la levedad de sus méritos.
Puede confiar Julio, también, en el tecnicismo administrativista del doctor Rafael Llorens. Trátase de un cuadro leal, que procede de Lomas de Zamora.
Y en el fundamental tema bancario, o mejor, en el estrictamente financiero, es donde crecen los consejos del banquero reposado. El que desplazó, intelectualmente, al barrenamiento abarcativo de Jorge Brito. Con Carballo incluido.
Y sin postularse para superar, tampoco, los servicios puntuales de SC. Con las reconocidas habilidades mágicas para el arte de la «marroquinería política».
Las que transformaron, en los momentos desaparecidos de la euforia, y a través de los mecanismos de la financiera, las grandes valijas colmadas, en elegantes attachés.
Consolida, la marroquinería de referencia, la curiosa preocupación de los bancarios de la Unión Europea. Miserables que no alcanzan a comprender, en definitiva, la admirable adicción nacional por los billetes de 500 euros.
Muy lejos de semejante magia, los consejos que hoy fortalecen a Julio, en la súbita insuficiencia de la racionalidad, pertenecen, según nuestras fuentes, a Luis Ribaya.
Es -Ribaya- director del Banco de Galicia. Presidente, aparte, del MAE. Mercado Abierto Electrónico. Y como golfista, más bien, regularcito.
Oberdán Rocamora
para JorgeAsísDigital
Continuará
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