Remiendos
Nadie va a desperdiciar una lágrima por Massita, el inadvertido Carlos Fernández o el Pepe Nun.
Cartas al Tío Plinio
Tío Plinio querido,
La única ficha que vale, en realidad, es la de Moreno. La ficha que se queda fija, estancada.
Algo debe cambiar para que, en el kirchnerismo, nada nunca cambie. Un pepino.
Entre los parches y remiendos que se anuncian, Moreno, hoy, mantiene el valor firme del recambio.
Es -Moreno- una variable de ajuste. Un símbolo del «modelo exitoso» que se aplica. El Sistema Recaudatorio de Acumulación. Socialmente presentado, ante la incredulidad, para consumo diario, como de «Inclusión Social». Porque «generó cuatro millones de puestos de trabajo». «Redistribuyó el gasto público». «Favoreció a los que menos tienen».
¿De qué se ríe, tío Plinio querido?
Por lo tanto, cuanto más le pidan a Kirchner que lo saquen, Moreno se va más a atornillar.
Queda amurallado, entre la modestia del plantel.
Porque entregarlo a Moreno sería, tío Plinio querido, una forma grosera de la capitulación.
Como desnudarse, colocarse en posición de cúbito dorsal.
Kirchner es «un duro en el difícil arte de arrugar», como sostiene Rocamora.
Pero Moreno le marca el límite del arrugue. Moreno, en definitiva, es la frontera.
Entonces, el reemplazo cantado de Carlos Fernández, el ministro inadvertido de Economía, podía efectuarse, tan solo, con Moreno adentro.
De premio mayor, incluido en el paquete.
Nadie podía jurar si anteponía, como condición, prescindir de los servicios de Moreno. El Escriturado.
Digestiones del Cema
Como no le hace asco a nada, Amado Boudou, el próximo Alderete, lo acepta.
Consecuencias, acaso no planificadas, de aquellas clases digestivas del Cema.
De cuando Jorge Avila exhibía la claridad liminar de sus fundamentos. Y el ingenioso Carlos Rodríguez se esmeraba en la utopía, a los efectos de perfeccionar, a los cuantiosos cuadros de aventureros como Boudou, en las magníficas virtudes del liberalismo. A la escuela de pensamiento que le pondrían, para desprestigiarla, el prefijo «neo».
Ante el neoliberalismo, se impone la neotransversalidad.
El sucesor de Riquelme
El otro reemplazo, más cantado aún, es, tío Plinio querido, el del Premier Massa.
El chico, Massita, testimonialmente vuelve -vencido- al Tigre. De donde nunca debió haber salido.
Al Premier Massita lo reemplaza el Premier Aníbal Fernández, el barrenador del balneario de Quilmes.
Es -Aníbal- quien profundiza, a los 53 años, el insólito entrenamiento. Para suceder a Riquelme. Conste que, en el tramo más jocundo de la última campaña, dijo que se encontraba más cerca él de reemplazar a Riquelme, a que Felipe Solá, y De Narváez, triunfaran, sobre Kirchner y Scioli, en Buenos Aires.
Aníbal, El Fighter, es el último sobreviviente del duhaldismo residual que Kirchner recibió en la herencia. Junto a Lavagna, desangelado desde aquel paseo por los jardines. Y el embajador Ginés. Que tiene ganas de volverse, en Chile, más invisible que el propio Carlos Fernández.
Escala técnica
Y en el lugar de Aníbal, el Premier, llega, tío Plinio querido, Julio Alak.
Es -Alak- el paisano que sobrevivió, con envidiable abnegación, a la catastrófica estatización de Aerolíneas Argentinas.
Es -Aerolíneas- uno de los peores negocios que encaró la administración kirchnerista que piadosamente se extingue. Pero desde una visión caricaturalmente ideológica, destinada a fomentar la alianza estratégica que se viene. La neotransversalidad, con el Pino Solanas. El choripanerismo intelectual de Carta Abierta, los insaciablemente misericordiosos «movimientos sociales», y los traficantes del humanitarismo que declina.
De la transversalidad se sale, tío Plinio querido. Y a la neotransversalidad, se vuelve. Tan vencido como Massita al Tigre.
El Partido Justicialista, al fin y al cabo, para Kirchner, sólo fue una escala técnica.
El peronismo, ampliamente reversible, sirve para estatizar aquello que se va a privatizar después. Para volver a estatizarlo. Y así sucesivamente. Hasta el envoltorio del infinito ciclo del fracaso.
Conste que Alak fue aquel minigobernador que creyó escriturar, a su nombre, la minigobernación de La Plata. Fue miembro del trío de minigobernadores meritorios. Junto a Tito Lusiardo, alias Juanjo, de Hurlingham. Y Balestrini, de La Matanza.
Hasta el advenimiento de «El Flaco» Bruera, el testimonial posteriormente culposo. Fue quien lo desalojó, a Alak, de la escriturada minigobernación. En el 2007.
Pero Bruera, El Flaco que derrotó a Alak, debe asistir, en el 2009, con perplejidad, al ascenso irresistible del adversario oportunamente vencido. El que, en adelante, desde Justicia y Seguridad, va a manejar también, inquietantemente, la policía.
Aunque una primera evaluación, escasamente inocente, permite vaticinar, tío Plinio querido, que la Federal continuará reportándose al nuevo Premier. Aníbal Fernández.
Soplidos
En el lugar del innovador principal, Alak, se produce otra innovación lateral. Secundaria.
El remiendo consiste en la promoción de Mariano, para administrar el pozo negro de Aerolíneas. Es Mariano el hijo, también abogado, del doctor Recalde.
Es -Recalde padre- el sustancial escudero del moyanismo. El movimiento que se engrasa a partir del proyecto del Jefe, Moyano, el acosado líder -una manera de decir- de la CGT.
Pero Moyano se imagina, asimismo, con un destino equivalente al que imagina, para sí, el Cacho Caselli. Modestamente, ambos -Moyano y Caselli- aspiran al próximo remiendo. La presidencia de la república.
Mariano, el Recalde junior, conquistó la fama grande cuando, instigado por los vigorosos soplidos de su padre, supo participar de aquella valiente botoneada. A través de cierta cámara oculta, magistralmente dedicada a un coimero cualquiera. Del montón.
Final con poetas y ajos
Finalmente, ningún poeta, así sea el menos epigonal del romántico Alberto Fernández, va a desperdiciar la menor lágrima furtiva, por el remiendo de José Nun.
Trátase -el Pepe Nun- del más monótono secretario de Cultura que haya firmado montañas de papeles en el edificio sombrío de la Avenida Alvear.
Comparado con Nun -según Carolina Mantegari-, el poeta José María Castiñeira de Dios fue una especie de Andre Malraux.
Al aburrimiento espiritual de Nun lo remienda el ascendente Coscia.
Es -Coscia- aquel cineasta de «Mirta, de Liniers a Estambul». En el naufragio estético, Coscia desembocó en el redil progresista del kirchnerismo.
Aunque está saludablemente formado -Coscia- en la escuela filosófica del memorable Abelardo Ramos. Una especie de CEMA. Pero del también alucinante «pensamiento nacional».
Dígale a tía Edelma, para terminar, que tiene que incorporarse, con la Otilia, a la onda del «ajo negro».
Un gajo de ajo negro por día, con el desayuno.
Tiene, el ajo negro, un sabor áspero, de ciruela seca.
Dígale que nadie, ni nada, con el ajo negro, le va a interferir el camino.
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