Relámpago herido
El regreso de La Elegida, después de un largo año.
Artículos Nacionales
escribe Serenella Cottani
Interior-Provincias, especial
para JorgeAsísDigital
RIO GALLEGOS (de nuestra corresponsal itinerante, S.C.).- «Relámpago herido». Es el título de uno de los poemarios superiores de Elvio Romero. Gran poeta paraguayo que murió después de combatir al general Stroessner, durante varios decenios. Pero antes de la irrupción de Lugo, con su bragueta activamente sacerdotal.
El «Relámpago» alude a la calificación del viaje de La Elegida a esta capital. La herida, en cambio, alude a la característica principal del gobierno que ella preside.
«Herido», pero en el ala de la credibilidad.
Para reaparecer, más o menos triunfalmente, en el esquivo Gallegos, La Elegida debió hablar, preferiblemente, en el Polideportivo del Boxing Club. Consagración edilicia, para los parámetros del lugar. Construido en los tiempos en que gobernaba El Elegidor. Cuando Kirchner era, aún, santacruceño. Antes de haberse diplomado en la precipitada identidad bonaerense.
En el Boxing, algo apretadas, entran hasta seis mil personas. Espacio que cualquiera de los dos, Elegida y Elegidor, en los años del esplendor hegemónico, colmaban sin inconvenientes.
De ningún modo La Elegida debió ajustarse tanto. Como para hacer, el acto del regreso, el del reencuentro «con la ciudad donde vivió 27 años», en la austeridad módica del Cepard.
Es el Centro para Actividades Deportivas de Alto Rendimiento. Donde entran, apenas, mil. A lo sumo mil doscientos.
Sin embargo se prefirió el Cepard porque, aparte de la declinación movilizadora del kirchnerismo, el Polideportivo del Boxing arrastra la carga simbólica del horrible recuerdo. Aún se encuentra intacta la memoria del acelerador -a fondo- del desbordado Varizat.
De cuando el Pelado Varizat se destapó como otro kirchnerista enardecido. Porque arremetió sobre la multitud impertinente que cometía la osadía de manifestar.
Explicablemente, Varizat venía nervioso. Alterado, acaso, porque llevaba, para colmo desde el Hotel Costa, a determinado valijero, que llegaba con reconfortantes espiritualidades. Por lo tanto, al toparse con la desafiante columna de los opositores que lo reconocieron, Varizat debió acelerar. En legítima defensa.
Más de un año después de aquella acelerada enloquecida, La Elegida se atrevió a volver a Gallegos. No podía desairar al gobernador Peralta, que la invitaba, con la insuficiente pleitesía del político autónomo que no termina, aún, de rendirse.
Ocurre que Santa Cruz se transformó en la típica provincia en que el gobernador sirve apenas para pagar los sueldos. Para satisfacer el único secreto. Consiste en pagarlos. A los cuarenta y siete mil quinientos empleados que sobreviven de la administración, a los que deben sumarse, en general, los cinco mil operarios de la construcción, que mayoritariamente pertenecen a Austral, el emporio empresarial que responde a Lázaro Báez, El Resucitado. Los fondos deben estar, sin falta, para el último día hábil del mes. Para cumplir con la necesidad estomacal de los gobernados. De tantos inmigrantes internos que proceden del norte del país.
Regalías anticipadas
Pero los fondos, según nuestras fuentes, se agotan. Desde hace meses, suelen hurgarse entre las regalías anticipadas de las petroleras. Tanto de la PAE , de la OXI, como de la más popular YPF.
En cuanto las petroleras empiecen a «descontar» la generosidad irresponsable de los anticipos, los fondos que queden disponibles, no van a alcanzar para cubrir, siquiera, los sueldos.
Para colmo Campillo desaparece. Es el refinado ministro de Economía, el cuadro que más sabe del recorrido misterioso de los otros fondos, los desaparecidos, vagamente reaparecidos. Campillo era el encargado de conseguir los glucolines de la nación, indispensables para durar administrativamente. Pero Campillo se esfumó, de repente, de la provincia. Dicen las Gargantas que Kirchner decidió retirarlo de la circulación. Desde hace un mes, a Campillo, no se lo puede ver.
Quien lo reemplaza, en las actividades del ministerio, es el contador Valfre, un amigo de Pablito González, columna kirchnerista del gobierno de Peralta. Pero con Valtre nunca es lo mismo. Con Campi, en general se conseguían más fondos frescos, suplementarios, de la nación. Para que las obras de Lázaro no se paralicen. Porque ya no sale un miserable peso del presupuesto provincial.
Si no llega el auxilio desde Buenos Aires, no se pagan los certificados de obra. Los obreros no cobran y la ciudad se convierte en el infierno que huele a caucho quemado.
Aparte de pagar los sueldos, aquí debían presentarse los candidatos que van a jugarse por la persistencia del kirchnerismo. Pero, aún, con todas las cartas para ganar. Porque Santa Cruz, pese al cambio de las identidades, para los Kirchner representa la seguridad estratégica del asilo. El lugar del amparo, para refugiarse. Cuando los adversarios se den cuenta que es, a esta altura, a lo único a lo que aspira Kirchner. Que no lo joroben. Que lo dejen tranquilo, en el asilo de El Calafate. Sin encarar la osadía, por ejemplo, de encanarlo.
Cotillo y Blanca
Debían presentar, en primer lugar, a Fernando Cotillo, el intendente de Caleta Olivia que no es testimonial. Es el candidato puesto de Kirchner -en desmedro del actual Peralta- para la gobernación, en el 2011.
En segundo lugar va La Blanquita. O sea la señora Blanca Blanco, esposa del gobernador.
Juntos, Cotillo y Blanca, podrán batirlo previsiblemente a Costa, el Hipertehuelche radical. Pero van a entrar los tres, los dos kirchneristas y el hipertehuelche opositor, Costa, el Macri del sur. Que se lanzó a la política, para los Kirchner, sólo después de haber intentado, sin ninguna suerte, de quedarse con algún área petrolífera. De las trece que les correspondían, por derecho de pernada, a los dos empresarios consagratoriamente promovidos por el kirchnerismo. Lo más parecido a la categoría de socios. De alguien, como Kirchner, incapacitado para tener socios.
Lázaro y Cristóbal. Basta el afecto, la popularidad que induce a aceptarlos por los nombres de pila. Para prescindir, por innecesarios, de los apellidos.
Final con el Club de los 500 Kv
Además, La Elegida, en la capital de la provincia que los catapultó, debía anunciar las megaobras prometidas. Confirmar los vínculos conyugales con esta tierra. Aunque los dos, primero ella y después él, desataron las veleidades de sentirse identificados con el destino de Buenos Aires.
La Elegida, en el 2005, se fue como senadora, en la instancia en que el kirchnerismo alcanzó la plenitud. Cuando le perforaron la provincia a Duhalde. Para desplazarlo y colocarse, el Lupo, en su lugar. El del Jefe.
Y ahora, El Elegidor, en el 2009, es el que emigra cívicamente como candidato a diputado por Buenos Aires. Pero con el proyecto probable de convertirse, si es que aún le alcanza el oxígeno, en el próximo gobernador de la provincia que decide las elecciones, y la ventura, del país.
De todos modos, los muchachos del Frente andan flojos de convocatoria. Nunca podrían haber llenado el Boxing. Aunque Lázaro se había comprometido a llevarles mil obreros, con los cascos incluidos, que salen tan bien en la televisión. Pero no se atrevieron al Boxing por el acoso de los gremios en estado de lucha. Los docentes, los camioneros, los mineros. Los que juntos consiguen que la ciudad huela, a determinadas horas, a pesar del viento y del frío, a caucho quemado. Por los neumáticos que se incendian.
A pesar de todo, les alcanzó para llenar el Cepard. Para que la Elegida, humanizada como consecuencia del clásico imitador, hablara a su pueblo.
Al final, La Elegida anunció el llamado a la licitación para el ultimo tramo de la línea de 500 Kv. Aquella que inmortalizara, el Portal, en El Club de los 500. Es el artículo que le permitió a Oberdán Rocamora lanzar, hacia la fama merecida, a Electroingeniería, la empresa cordobesa del comisario. La que hoy se expande en el universo mediático. Como si Gerardo Luis Ferreyra, el crédito del Portal, se lanzara, enloquecidamente, a competir con el Rudy Ulloa Igor.
Extensión de 500 Kv. Desde Pico Truncado, los pagos del negro Acevedo, el gobernador injustamente olvidado. Hasta Comandante Luis Piedrabuena. Inversión de alrededor de mil millones de dólares, que nadie sabe cómo la obra se va a financiar. Aunque aplauda Cameron, desde el podio. Y todos supongan que aguarda un destino similar a los anuncios de la gran represa. La Barrancosa, sobre el río Santa Cruz. Un pretexto para las admoniciones de varios actos.
Con cierto dolor, esta corresponsal debe anunciar que, para esta algarabía hipotética de los 500 Kv, Electroingeniería, la empresa de Ferreyra, según nuestras fuentes, debe abstenerse de participar.
Las Gargantas, que trafican la mejor información, señalan, desde Gallegos, que la empresa del comisario, de Acosta y Ferreyra, ya no tiene, esta vez, la construcción asegurada. Aparte de una falta de armonía y de coherencia, es una injusticia. Sobre todo porque Electroingeniería se encargó de los dos primeros tramos. No hay derecho en dejarla, ahora, afuera. Menos en los momentos de patética declinación del kirchnerismo. Los que coinciden, según las peores gargantas del lugar, con la malignidad de las habladurías. La sospecha que la empresa se encuentra al borde del Concurso Preventivo. Habladurías para investigar. Para que las desmienta, en Buenos Aires, el señor Bergoglio, el vocero de Electroingeniería, que nada tiene que ver con el compañero cardenal.
Una lástima porque no se alcanzó, en Gallegos, a disfrutar la presencia de La Elegida. Es triste. Demasiado pronto, sin atisbos de gloria, sin penas, La Elegida se esfumó. Con la fugacidad de aquel «relámpago herido». Que evoca, eternamente, al poeta. A Elvio, el superior.
Serenella Cottani
para JorgeAsísDigital
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