El G-20 y los 90
La visibilidad que los Kirchner tienen que agradecerle a Menem y Cavallo.
Artículos Internacionales
escribe Osiris Alonso D’Amomio
Consultora Oximoron, especial
para JorgeAsísDigital
Insisten, los Kirchner, hasta la monotonía, con la degradación sistemática de las políticas aplicadas en los noventa. Pero aún se nutren de los subproductos de aquellos esfuerzos frustrados.
Al menos, deberían reconocerles, a los denostados antecesores, la inmerecida figuración.
La visibilidad que les toca, de pronto, en el escenario internacional.
Con el protagonismo que irrumpe, providencialmente, desde el exterior.
Bocanadas de oxígeno que alivian la irremediablemente instalada sofocación interna. Que amenaza, incluso, con asfixiarlos.
Consecuencia de los «desastres seriales» de tanta mala administración. Atenuados, apenas, por los magníficos estampidos del descalabro internacional.
La Elegida, en efecto, mantiene la responsable oportunidad de exhibirse, en la escenografía del primer plano, merced a la presencia, nacionalmente conquistada, durante aquella década que los Kirchner aborrecen. Aunque fueran sus dilectos beneficiarios políticos, y hasta personales. Por la orientación económica que fuera adoptada por aquel adversario. El que se reportaba, justamente, en la fuente natural del peronismo.
Es el movimiento convertido en superstición, que mantiene la estricta ideología del poder.
O mejor, del poder entendido como una ideología.
Emergencias
Por la condición de país considerablemente emergente, la Argentina de los noventa, a partir de 1999, se convirtió, junto a Brasil y Méjico, en uno de los tres países latinoamericanos seleccionados para formar parte del Grupo de los 20.
Con las máximas economías del planeta. Del elitismo del G-7. Como Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Rusia, Alemania, Italia, Japón. Con los «gigantes», grandotes asiáticos que desde hace siglos amenazan con hacerse cargo del mapamundi. Corea del sur, la India. Sobre todo China.
De ser, en fin, por los miserables atributos de la actualidad, la Argentina de los Kirchner calificaría, apenas, para formar parte secundaria, y en repechaje, del Grupo de los 197.
Pausas
Por el producto perdido de aquella denostada conjunción de Menem y Cavallo, La Elegida podrá, muy pronto, destacarse con la sublime entonación de sus calculadas estrofas. Con las pausas sigilosamente estudiadas. Con la exhibición de los argumentos relativamente sensatos.
Los que, si es que no aciertan del todo, le pasan, en el diagnóstico, bastante cerca.
Ideas remanidas que tienden a la reclamación de nuevas reglas del juego, para regirse en el escenario multilateral.
Es una oportunidad que el kirchnerismo, después de todo, recibe gratis.
Garrones involuntarios de la geopolítica.
Los otros 19 líderes, desde Obama a Medveyeb, Hu Jintao, Sarkozi, el «colado» Zapatero, el rey de Arabia Saudita o Lula, no tendrán otra alternativa que escuchar, respetuosamente, las agudas imposturas de la Elegida. Para tomarlas en serio. A partir del próximo miércoles, 1º de abril, en Londres.
Vaguedades
En Londres va a asistirse -según informe previo de Consultora Oximoron-, al coro previsible de generalidades unánimes. Legitimatorios del documento ya redactado, del que se conocen filtraciones innecesarias. Signado por una conjunción de vaguedades que justifican la celebración de un próximo encuentro, acaso más organizado. Con más técnica minuciosa que voluntarismo emocional.
Londres, en definitiva, para Oximoron es escenario de otro fracaso.
Si es que, de verdad, algún iluso suponía que, en la reunión de dos días, iban a sentarse, en Londres, las bases de los acuerdos que suplanten a los vigentes acuerdos de Bretton Woods. Causales, en 1944, de la fundación de las instituciones malogradas. Las que son más parte sustancial del problema, que de la reformada solución.
El Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Entes indispensables que hoy, en la plenitud del descalabro, suelen impugnarse, con una ligereza estremecedora.
Papelones
A pesar de la magnitud de la crisis, generadora de desorientaciones globales, para Consultora Oximoron sería recomendable que La Elegida, esta vez, evitara, por favor, la pedantería de los papelones. Arrebatadas ceremonias por donde, junto a su marido, acostumbra deslizarse. Sobre todo en el plano internacional.
Ocurre que, desde la gestación socorrida del G-20, cuando ya se perfilaban las primeras señales de la crisis irreparable, la Argentina descendió, en apenas diez años, hasta la misericordia.
Dilapidó, la Argentina, imperdonablemente, la confianza obtenida en aquellos 90.
Hasta desperdiciar, en el irresponsable derroche, la concepción noble de país tildado como apreciablemente previsible.
Creíble. Celoso, inclusive, del cuidado de las reglas del juego.
La ferocidad del descenso puede pasar piadosamente inadvertida. Si es que Argentina no opta por el ridículo de presentarse como una víctima reclamatoria. Y adopta, preferiblemente, el recurso más conveniente. Del perfil pudorosamente digno, que no necesariamente es bajo.
A los efectos de ocultarse, para colar, detrás de la gigantografía geopolítica del Brasil.
De la categoría de país emergente, la Argentina kirchnerista pasó a la categoría, casi impiadosa, de país sumergido.
Nulo, según Oximoron, en materia estricta de confiabilidad.
De todos modos, la silla en el G-20 se encuentra asegurada. La Elegida ya tiene garantizadas la totalidad de las portadas de los diarios nacionales, cuando sea fotografiada junto al presidente Obama. Quien es, aún, Obama, la estrella invalorable, en la fiesta trágica de la incertidumbre. Del caos irresuelto que podrá llevárselo puesto. También a Obama, como si fuera una bufanda.
Sin contracumbre
Bienvenida sea, entonces, y por fin, la asistencia del turno demorado de la verdadera política. La política exterior.
Acaso sea, también, un turno definitivamente tardío.
Una suerte, además, que la Conferencia del G-20 se realice en Londres. Y no en Mar del Plata.
Significa que los Kirchner no tendrán tiempo, esta vez, para lucirse. Con el armado catastrófico de otra contracumbre. Junto con Chávez y el Evo. A quienes también, en Londres, deben representar.
Sin embargo, en honor al setentismo melancólicamente perdido, los Kirchner, aún, están a tiempo de acomodar los datos de su historia. Pueden incorporar, si se apuran, severos hombres de Ishi. O a los patriotas ejemplares de Carta Abierta. Entre los protestones consuetudinarios que se amontonan, desde ayer, en Londres. A los efectos de oponerse, esta vez hasta con argumentos atinados, a los auxilios del patológico sistema financiero internacional. El que se encuentra -según informa Consultora Oximoron-, sólo en los tramos iniciales de su fantástica caída.
Osiris Alonso D’Amomio
para JorgeAsísDigital
Texto de divulgación libre.
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