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La evaporación

CARTA DESDE PARIS: Comida en La Madeleine, con miembros del Club de Amigos del Portal.

Jorge Asis - 2 de marzo 2009

Cartas al Tío Plinio

La evaporaciónTío Plinio querido,

Aunque sean incomparables, Cristina, La Elegida, en algo supera a Eva Perón.

En el neogorilismo intenso que La Elegida genera en la sociedad.
En la materia, La Elegida, a Evita, ampliamente la doblega.
Porque La Elegida produce el milagro de convertir en gorilas, incluso, hasta a los mayoritarios peronistas.

Y sin recibir, La Elegida, ni siquiera migajas del amor que popularmente se le profesaba a Evita.

Trátase de una de las ideas fuerza que se intentó imponer, con suerte bastante relativa.
Fue mejor con la evaporación del kirchnerismo, que se produce en simultaneidad con la desesperación de la ofensiva política.
Temáticas que se desarrollan en sucesivos encuentros que transcurren en París. La ciudad ideal para recibir, tío Plinio querido, el nuevo aniversario personal.

El Club de Amigos del Portal, sección París, organizó una disertación informal del director, en el apaciblemente exclusivo restaurante Kaspia. Queda en las proximidades de la Basílica de La Madeleine, cerca del fabuloso Maxim. Donde solía invitar, en tiempos superiores del noventismo, el otrora poderoso monsieur La Perche.
En Kaspia suele masticar, tío Plinio querido, el presidente Sarkozi, acompañado generalmente de la señora Carla Bruni, la que tanto fascina a tía Edelma. Sin embargo, en la noche del sábado, Sarkozi no apareció.
Los miembros del Club -académicos, asesores y empresarios- pretendían ilusoriamente discutir acerca del destino imprevisible de la Argentina. Venían muñidos de informaciones precisamente inquietantes. Por ser, acaso, lectores del JorgeAsisDigital.
Algunos, en su momento, invirtieron. A otro, Gilles, le fue bastante mal.
En fin, para ser exactos, en la Argentina lo abrocharon.

Blinis

En el Kaspia, el fuerte no son, tío Plinio querido, las ostras. Es el salmón ahumado, noruego. Especialidad donde superan a la Maison de Dinamarca, en los Champs Elysees.
Aquí lo sirven, por ejemplo, con un blinis excelente, ténuemente enmantecado. Y con bolitas esporádicas de caviar iraní, que en ningún momento se imponen sobre el sabor del salmón.
Al contrario, el caviar complementa al salmón. Lo sabe Vidal Buzzi, sobre todo Miguelito Brascó. Por la crema agridulce y blanca, que se incorpora entre el blinis y el salmón noruego. Mantiene la dimensión de un panqueque.
Conste que algún académico se sirvió, tío Plinio querido, el salmón, con dos blinis. Un exceso. Como si se hicieran un sandwich de salmón, con blinis en vez de panes.
Semejantes teorizaciones venían acompañadas por el champagne de la vieja viuda indigna. La Veuve Clicquot, que se consigue, en París, bastante más barato que en Buenos Aires (Información para consumo del doctor Chediek, otro miembro del Club, sucursal Recoleta).

No prendió, infortunadamente, la interpretación sobre el neogorilismo que genera la Elegida. Entre, incluso, las mujeres del peronismo. Pudo haber sido, debe aceptarse, una falla en la presentación.
Aunque, en realidad, a propósito de La Elegida acontece un neogorilismo superlativo. Que no deja lugar, siquiera, tío Plinio querido, para el delirio interpretativo.

El kirchnerismo, mientras se evapora, admirablemente va por más.
Y en el desconcierto del avasallamiento puede llevarse todo puesto. Principalmente el país.
Los Kirchner se encuentran aceptablemente al borde de la lona. En la ansiedad de la sala de embarque. Pero, en su huida hacia adelante, perfectamente pueden atreverse a nacionalizar el comercio exterior. Estatizarlo a De Angelis.

Recurrir a «nuevos instrumentos para manejar la economía». O sea, para acabar con la televisiva Comisión de Enlace. O impulsar la magnitud del suicidio, con un avance sobre las cajas de seguridad.

A través del dramatismo del discurso pudo recuperarse, en el Kaspia, alguna posición hegemónica. Coincidían con la segunda botella de la Veuve Clicquot.
A nadie le conviene, tío Plinio querido, la evaporación total del kirchnerismo.
Pero estos doce muchachos, si no se evaporan, pueden, en su caída, ganar. Llevarnos puestos. Quedarse, asombrosamente, en medio de la destrucción, como propietarios absolutos de las ruinas.
De pronto, de tanto despotricar contra el cesarismo conyugal, cualquier mañana podrán sorprenderse con que el kirchnerismo se esfumó. Que se acabaron los gritos, las imposturas. Los consejos a la humanidad. En adelante, tendremos que criticar a Cobos. Insustancial.

Adictos

Conste que los comensales, por ser del Club de Amigos, tío Plinio querido, son adictos. Funcionan como repetidores de los mensajes explícitos del Portal.
Saben, por ejemplo, del choque de la calesita. Trátase del tradicional concepto que La Nación, desde el suplemento Enfoques, para enaltecernos, atribuye al «lenguaje popular». Son, en La Nación, un conjunto de kirchneristas que estatizan los conceptos ajenos. Con tristes pretextos para copiar. Como siempre. Aunque sea culposamente.
En cualquier momento va a publicarse una antología de los despojos de La Nación.
Al Portal que copian mientras, por vergüenza, o por solidaridad con Clarín, nunca citan.

Sabían, los comensales adictos, aparte, de la pasión irresistible del kirchnerismo por la marroquinería.
De la instancia de la sala de embarque. Del largo Chapadmalal que se avecina. Del paulatino descascaramiento del edificio, descripto desde hace años.
Saben que el kirchnerismo entero son doce personas que entran en una Traffic.
Les interesaba, aparte, la pavorosa simultaneidad entre el artificial apogeo y la implosión. Que se repite en la nueva versión. La plenitud de la ofensiva, pero desde la evaporación.

Para Gilles L. el francés adicto, que supone conocernos demasiado bien, la evaporación del kirchnerismo es inevitable.
Ocurre que a Gilles, en la Argentina, con la cuestión de las aguas, lo voltearon.
Aparte el pobrecito se casó, y en dos años se divorció, de cierta porteña, infinitamente veloz a la hora de discutir las pertenencias.
Son cuestiones económico sentimentales que pueden quitarle, tío Plinio querido, cierta objetividad al patetismo de sus posiciones.
La evaporación del kirchnerismo, para Gilles, próximo concepto del lenguaje popular, más que inevitable, es deseable.
Porque un país de la dimensión cultural de Argentina nunca debió, según Gilles, pese a su fantástica declinación, quedar bajo el control de un cambiacheques. Un exponente, Kirchner, que mantiene la fuerte ideología de la usura. La ética de la extorsión.
Justamente, el Suscripto, que lanzó el concepto de la ofensiva entre la evaporación, tuvo, casi, que desautorizar a un amigo adicto del Club. Y defender, tío Plinio querido, a los Kirchner. Porque son, mal que mal, hasta que se evaporen, los presidentes. Aunque el Elegidor haya sido un cambiacheques.

Dígale a tía Edelma que la Capilla de la Virgen Milagrosa, de la rue de Bac, está cerrada. Por obras. Y que el aniversario es mañana, 3 de marzo. Por los 63.
Tómese, para celebrarlo, un Malbec.

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