Fundamentos
GAZA (II): Sobre la segunda Nakba, catástrofe o desastre, de Palestina.
Artículos Internacionales
escribe Osiris Alonso D’Amomio
Consultora Oximoron, especial
para JorgeAsísDigital
Tzipi Livni, la otra Elegida, sigue los pasos genéricos de Golda Meir. Actual canciller de Israel, Livni fue en los ochenta un cuadro del Mossad. Trátase del servicio de inteligencia exterior (adentro funciona la Sabbah). Adherida a la obsesión del espionaje, como Georges Bush padre. O Vladimir Putin.
Tzipi Livni es la hija de Sara y de Eitán, quien fuera el jefe de las operaciones clandestinas del Irgoun. Es un antecedente fastidioso del Hamas, pero al revés.
El Irgoun fue un grupo armado de vanguardia, de acción directa. Perfectamente catalogable hoy como terrorista. Como el Hizbollah, o el Hamas. Depende de la sensibilidad selectiva para la interpretación.
Uno de los máximos exponente del Irgoum fue Menajem Beguin, también jefe del gobierno y Premio Nobel de la Paz. Junto al Sterrn y el Haganah, al Irgoum se le atribuye, en abril de 1948, la matanza fundacional de Deir Jassim, la aldea situada a tres kilómetros de Jerusalén. Carnicería registrada un mes antes de «la Nakba». O la catástrofe, o el desastre, para los palestinos. Coincide justamente, la Nakba palestina, con el día de la independencia de Israel.
En los dos mil, Tzipi Livni abandona el Partido Likud para formar parte del Partido Kadima, que gesta Ariel Sharon. Ahora Livni se impuso, en la interna para la candidatura a jefe del gobierno, sobre Saul Mofaz, un judío oriental, nacido en Irán. De los que deben cotidianamente esforzarse en materia de méritos. Inmigrante de la primera generación, Mofaz fue jefe del ejército y ministro de defensa. Para terminar como Ministro de Transportes.
Óptica cultural
La catástrofe de Gaza emerge como la segunda Nakba para los palestinos.
Al cierre del despacho, en el séptimo día de los defensivos bombardeos, se rondarán los 500 muertos. Un muerto de ayer, Nizar Rayan, presentado como líder del Hamas, representa el emblema de la diferencia cultural. Óptica que tanto cuesta admitir en el conflicto.
Sabía Rayan que iban a masacrarle la casa, pero prefirió morir. Junto a varias de sus esposas e hijos, entre los escombros. Otro hijo se inmoló oportunamente como mártir, en un acto de terrorismo individual que produce estragos demencialmente colectivos. Ceremonias macabras que van a acontecer, en cualquier momento. En los anunciados «días de ira».
Hay, según nuestras fuentes, cinco mil inscriptos. Militantes esclarecidos, que proceden de distintas «madrazas». Escuelas coránicas. Dispuestos a sacrificarse. Como aquel hijo de Rayan, el líder muerto del Hamas que va a ser, inexorablemente, vengado. A los efectos de continuar sistemáticamente con la dinámica infernal de las represalias recíprocas.
Gazauíes del apartheid
Los que asumen el riesgo de desubicarse, ante sus sociedades, son los líderes moderados.
Cayeron, los interesados estadistas, en la trampa inconveniente de la sensatez. Suele ser confundida, entre la turbulencia, por complicidad.
Para interpretar las claves de esta nueva versión de «la Nakba», el desastre o la catástrofe, debe aclararse que cada actor relevante, de la historia patéticamente interminable, sea árabe o israelí, se encuentra acotado por los litigios internos que condicionan las acciones.
Brotan abundantes versiones tendenciosas, a favor o en contra de Israel. Sobre todo de sus víctimas, los gazauíes. Los condenados en el encierro de Gaza. En la recreación del sistema del «apartheid». Como lo describió el arzobispo de Sudáfrica, Desmond Tutu.
Conste que la franja de Gaza se encuentra aislada entre el paso de Erez, que controlan los israelíes, y el paso de Rafah, controlado por los egipcios. Los gazauíes persisten cercados, ante la indiferencia universal, en la tragedia humanitaria. Consecuencias de las distintas tácticas soberanas. Ante la indignación de las sociedades árabes, de países donde suelen desubicarse los líderes moderados. Para beneficio estratégico de Irán, patrocinador del Hamas. Y del Hizbollah libanés. Proclamadores del llamamiento a la Tercera Intifada.
Sin embargo, sin unidad palestina, resulta ilusorio referirse a la desesperación de otra Intifada.
Lo sostiene Al Tirawi, vocero de Al Fatah, la adversaria de Hamas en la Palestina dividida.
A través del «moderado» Abbas, Al Fatah controla Ramallah, capital de la Cisjordania. Pero el Hamas triunfó, en elecciones, en Gaza. Por supuesto que Hamas no se impuso por proclamar, en sus planteos, el amor y la paz. Al contrario.
La variable de ajuste electoral, en la región, consiste en anunciar el infierno para el enemigo. Como en Israel, donde también se desataba, hasta el sábado, una competencia. A los efectos de demostrar quién era más duro contra el destino del Hamas. El más categórico, siempre hasta el sábado, fue Netanyahou. Despotricaba Netanyahou sin saber que la Livni -junto al cuestionado Olmert, actual primer ministro, con Barak, ministro de Defensa, y con Dinker, ministro de seguridad interior-, preparaba, al mejor estilo del Mossad, desde hacía tres meses, el bombardeo electoral hacia los apartados de Gaza, que hostigaban con morteros.
En secreto, como si se tratara, Plomo Fundido, de otra Operación Entebbe, del aeropuerto de Uganda. U otro secuestro asombrosamente similar al de Eichmann, en la lejanía de Buenos Aires.
Espejismos
El Hamas fue creado hace 21 años, por el «sheick» Ahmed Yazzine. Es aquel jeque de barba blanca, que aparecía viejo y enfermo en los televisores. Cuando se encontraba exilado en los Estados Unidos.
El Hamas pregona la gestación del Estado Islámico, a través de la Palestina bíblica. Desde el Mediterráneo hacia el Jordán. Espejismos del medioevo.
Sin embargo nadie tiene derecho a sorprenderse por la influencia fundamentalmente básica, en la zona de referencia, de los pilares de la religión. El fundamento mismo del Estado de Israel lo aporta, primero, la Biblia. O La Torah. Recién después viene la historia política, para tratar en otro despacho. Con Josue y Abraham y la Génesis, pero también con Teodoro Herzl. Con Jabotinsky.
Al resistirse a reconocer la existencia del Estado de Israel, el Hamas, como Irán, preconiza su destrucción. Apreciación utópica, pero que sintoniza con el sentimiento, casi mayoritario, que impera entre las sociedades árabes, más radicalizadas que sus propios líderes, condecorados con la estampilla de la moderación. O mejor, para ser exactos, con la cruz de la impotencia. Aparte, oralmente, soportan que los azote a diario Mahmoud Ahmadinejad. Es el presidente de Irán, quien tampoco atraviesa internamente por un momento de esplendor político.
El crecimiento del Hamas, gracias a la «desproporcionada» destrucción israelí, agiganta el dilema interno del emblemático Egipto. De Jordania, la Arabia Saudita, las monarquías del Golfo. De la Cisjordania donde impera Al Fatah.
Intereses contradictorios que se entrecruzan. Al atacar Israel a Gaza, con el pretexto de abatir a Hamas, se fortalecen las oposiciones internas de los aliados de Israel. Sindicados como cómplices. O traidores. Por intentar lazos de aceptación con los Estados Unidos. Y no anexarse a la causa inviable. A la utopía de la exterminación.
Para terminar, Siria presenta, en la actualidad, el máximo ejemplo de las contradicciones en movimiento. En Siria fueron violentamente reprimidos los Hermanos Musulmanes. Suelen evocarse los centenares de islamistas radicales que fueron horrorosamente ahorcados en la plaza de Jama. Por decisión de Haffez El Assad, el padre de Bacher, el actual conductor, un idóneo oftalmólogo que debió improvisarse como estadista, a partir de la muerte accidental de su hermano Bassel. Sin embargo, por su alianza inalterable con Irán, por carácter transitivo Siria se mantiene adherida a las organizaciones que el aliado patrocina. Como el Hizbollah, o el Hamas. O los propios Hermanos Musulmanes de Egipto. A cuyos seguidores, en Jama, sin vacilaciones, supieron degollar. En defensa, también, propia.
Osiris Alonso D’Amomio
para JorgeAsísDigital
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