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Patas peronistas (I)

Stolbizer y Carrió salen de shopping.

Oberdan Rocamora - 15 de diciembre 2008

Artículos Nacionales

Patas peronistas (I)escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial para JorgeAsísDigital

La Cumbre Stolbizer-Solá mantuvo un contenido explícitamente terrorista.
Para la señora Stolbizer, la reunión sirvió, según nuestras fuentes, para hacer terrorismo contra la señora Carrió.
Para Felipe Solá, sirvió para hacerle un innecesario terrorismo a Duhalde.
Por su compartida condición de víctimas, fue, en cierto modo, una cumbre indirecta. Entre Carrió y Duhalde.

Carnet de transparencia

Margarita Stolbizer es una radical independizada. Socia igualitaria de la alucinante Coalición Cívica, el último artificio de Carrió. En realidad, se escapó inútilmente del radicalismo. Para ingresar a la CC y volver, de su mano, al Partido. Del que nunca tal vez debió haber salido.
Felipe Solá es, en cambio, Felipe. En la actualidad, un repentino baluarte del antikirchnerismo. Con una arquitectura intelectualmente superior. Para tormento del caudillo popular Pancho de Narváez, que le compite en el oximoron del peronismo disidente (de Kirchner).
De Narváez es el caudillo atribulado por las consecuencias de la Cumbre Baja. Entre Stolbizer y Solá. Se realizó, según nuestras fuentes, tres semanas atrás. En el bufete del doctor Leguizamón.
Trátase del Toti Leguizamón. Una de las contadas patas peronistas que conquistó la magnífica hazaña de incorporarse a la CC. La ONG de Carrió. Organización no gubernamental que otorga el invalorable certificado de inmunidad. El sagrado carnet de la transparencia.

Otra pata peronista, Gerardo Conte Grand, por ser la vanguardia, por haber llegado antes se tomó demasiado en serio la actitud del inspector. Encargado virtual del Consejo de Admisión.
Multiplicados peronistas sin techo, de medialuna enarbolada, pretenden mojarla en el tazón de café con leche del vacío coalicionismo cívico.
Conte Grand es un anzorreguista de centro, que pasó felizmente inadvertido, durante la explosión expresionista del menemismo. Es el exclusivo mérito para colocarse detrás del molinete. A los efectos de impedir la colada de los peronistas indeseables. Los que traspasen el límite estríctamente moral. Es decir, la mayoría. En la versión de la política prontuarial, los peronistas suelen ser siempre, con fundamentos, sospechados. Por haberse comido alguna garrapiñada que no les correspondía. Un caramelo media hora. En los impugnables tiempos de Menem, Duhalde o Kirchner.
Tres líderes que no necesitaron, a propósito, ninguna pata peronista. Al contrario, las vendían. Como saldos.

Para acabar con Kirchner, hay dirigentes peronistas que envían, a sus mejores cuadros, «a jugar con La Gorda». Ofrecen hasta plata. Extraño fenómeno. Que los peronistas pongan una vez. Sin sacar. Sueñan, por ejemplo, con que Carrió haga con Kirchner lo que ellos no pueden hacer. Ganarle. De ser posible, ponerlo preso.
El rencor hacia Kirchner les maneja, desaconsejablemente, la agenda.
Lo cierto es que los peronistas merodean las mieles de la destrucción. Puede ser también la miel del protagonismo, que se les niega. Que se los maltrata y ningunea, desde la clausura afiebrada de un kirchnerismo que asiste a su declinación.
Conte Grand, Leguizamón, Velarde, Pablito Unamuno. Hasta Lenz. Junto a otros innumerables que aún no se atreven a dar el salto en garrocha a la CC. Por temor a ser rechazados, vacilan ante el momento de decisión.

Patricia

La inspección moral, que decorosamente Conte Grand intenta autoatribuirse, facilita el crecimiento colosal de Patricia Bullrich, hasta transformarse probablemente en la jefa de la campaña nacional. Patricia es, aunque no se asuma, la adversaria interna de Conte Grand. Es un escenario que la prensa prefiere ignorar.
Patricia es otra peronista cultural, de reconocida capacidad de trabajo, virtud que no abunda. Por acercarse a Carrió, consiguió el propósito saludablemente descontaminante. Purificarse de las marcas indelebles que le dejaron «los pasos previos». Como tituló su novela Paco Urondo.
Desde la adolescencia familiar con Galimberti, en los setenta, hasta la Alianza de final catastrófico con De la Rúa. Con escalas técnicas en las estaciones de Menem y Duhalde. La CC es la última alternativa. Por lo tanto Patricia Bullrich se juega entera. Nunca puede permitir que la experiencia, con esta ONG, termine mal. Aunque siga los pasos previos de aquella Alianza.

La animadversión, que persiste entre Conte Grand y Bullrich, entre el caos cotidiano de la CC, instiga a intentar una labor literariamente comparada. Para un próximo capítulo. Con la animadversión que se profesan, en las cercanías de la derecha que acecha, la señora Gabriela Michetti, por una parte, con otro carismático caudillo popular. Horacio Rodríguez Larreta. Tan feroz como Pancho de Narváez.
Un festival de box de internas no tratadas por los medios más cómodos. Peleas de semifondo, preparativas para el combate de fondo de la CC.
La competencia perversa, cada vez más perceptible, entre las dos socias mayoritarias de la Coalición Cívica. Carrió y Stolbizer. Litigio de pesos pesados, en el estricto sentido de las palabras.
Distancia que se exteriorizó, sin ir más lejos, en el Hotel Corregidor, de La Plata, en la ceremonia de clausura de la recurrente reunión con los equipos técnicos. Mientras Stolbizer hablaba, Carrió exhibía, ostensiblemente, su cansancio. Sus deseos de relajarse y dormir. Igual que hacía Menem cuando Cafiero le hablaba del Partido Justicialista. Hasta que Menem, en su caso, se dormía.

Valiums

La cumbre secreta Stolbizer-Solá estuvo destinada a la trascendencia.
El acercamiento se produjo después que Stolbizer, a través del diario, se enterara del otro histórico acercamiento. Entre los radicales inalterables de Morales con los coalicionistas de Carrió. Sin siquiera avisarle, a la pobre Margarita, de los preparativos. Sin embargo Margarita supo digerir el Valium. Pero se lo devolvió.
Tampoco Carrió se enteró de los avances autónomos de Margarita, en el otro acercamiento peor. Con Cobos.
En cuanto pueda recomponerse del efecto del Valium, Carrió podrá reaccionar. Y emprender retóricamente la sistemática demolición. Desde Luisito Majul, o del Profesor Grondona. En «A dos voces» puede marcar los límites morales, ante la precipitación de acontecimientos que la superan.

Ventanillas

Arrebatos crueles, en el fondo, de la interna radical. De cuyos desgajamientos emergió la Coalición Cívica. En un engendro para complicarse, en adelante, con los desgajamientos que proceden de los entrañables medialuneros del peronismo.
«Las dos corrientes culturales del siglo veinte», explica una Garganta.
Por falta de ventanillas, todas oficialmente clausuradas, los peronistas, con deseos de transformarse en patas, se ponen en la cola de otra ventanilla. Con la esperanza estratégica que en la Coalición los acepten. Para acabar con Kirchner.
Al finalizar el primer capítulo, puede asegurarse que se propagan, aparte, los peronistas solitarios. Carecen también de ventanillas, pero no se ofrecen en el shopping. Deploran la declinación, el retroceso. El escenario del espanto, el espectáculo de incredulidad. La sistemática inmolación. La nadería en que Kirchner convirtió al peronismo.
Sin embargo, la animadversión a Kirchner de ningún modo les alcanza para entregarse a Carrió.
«Carrió puede servir para terminar con Kirchner, es cierto», notifica otra Garganta. Es un ex gobernador. «Pero Carrió después va a terminar con las patas peronistas. Las que van a querer terminar, invariablemente, con Carrió», vaticina. Es sabiamente escéptico, tal vez como consecuencia de la soledad.

Oberdán Rocamora
para JorgeAsísDigital

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