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Pleonasmos (I)

Zona Liberada en la Televisión Pública.

Carolina Mantegari - 9 de octubre 2008

El Asís cultural

Pleonasmos (I)escribe Carolina Mantegari
Editora Responsable del AsísCultural,
especial para JorgeAsísDigital

Economía para la derecha. Política para el centro. Cultura para la izquierda.
Armónicamente cínica, la fórmula es atribuida al periodista Jacobo Timerman.
Sin embargo en la Argentina la política copia mal al periodismo reprochable. La receta implica una doble subestimación. Una sutil devaluación para la Cultura. Un ninguneo feroz para la izquierda.
Concesión de hegemonía. Para que los zurditos creativos se entretengan con el ocio del arte y la inoperancia de los libros. Con la condición tácita de no acceder, tanto los productores como los consumidores culturales, a la disputa de los resortes menos presentables del poder real.

Construir ciudadanía

El espacio asignado a la Cultura, en el infantilismo estatal, atraviesa entre los andariveles fijados por la clásica sentencia de Faulkner: «Entre la Nada y la Pena».
El aburrimiento estremecedor se combina con la falta de gravitación. Con la parálisis jactanciosa. Los ingredientes de la mediocridad se revuelven en baño María. El mejunje se tapa con imposturas alucinantemente discursivas.
El señor Secretario de Cultura, José Nun, le manifiesta al semanario ultrakirchnerista «Miradas al Sur», que «se propone construir ciudadanía».
Pero sólo construye Nun, en los Kirchner, el deseo de suplantarlo.
La aseveración legitima que se llegue hasta a extrañar la fantástica desmesura del sociólogo Torcuato Di Tella. El antecesor de Nun mantenía la ventaja de ser provocativamente polvoriento.
Se explica además que el cascabel burocrático de la Secretaría, Kirchner se lo ofrezca a Rafael Bielsa, el jurista poéticamente inquieto.
O acaso a Jorge Telerman, el intelectual de producción difusamente definible. A los efectos, perversamente perdonables, de mortificar al sonetista Alberto Fernández. Quien se quedó, al final de su triste soneto, entre «la nada y la pena».

El foco

Cuando se habla de Cultura, en el kirchnerismo, la referencia es la Comunicación. El rebusque de los medios, donde proliferan vividores infatigables y articulados vendedores de artificios.
En especial, interesa la Televisión Pública, como bautizaron al engendro fastuoso de ATC. A partir del legendario Canal 7, donde tallara el candor de Guillermo Brizuela Méndez, Carlos D’Agostino y Nelly Trenti.
Con el antecedente del extraordinario negocio del canal educativo Encuentro (del que nos ocuparemos en próximo despacho), y con el aval del Espacio Carta Abierta, el cineasta Tristan Bauer asumió la titularidad del Sistema Nacional de Medios.
Es Tristán Bauer, el «iluminado por el fuego», quien logra que la Televisión Pública se transforme, sustancialmente, en una zona liberada. Un foco retóricamente heroico de la emancipación imaginaria.
Cuesta admitir que el esclarecido foquismo cultural participe del mismo gobierno bonapartista que mantiene al transversal Martín Redrado, al frente del Banco Central. O al blindado Daniel Hadad, como el operador mediático, inteligentemente más confiable.
Trátase del mismo gobierno devastado por los colapsos escandalosamente deleznables. Por las coleccionables marroquinerías que sostienen el Sistema Recaudatorio de Acumulación.
Las corruptelas, sucesivamente estructurales, deben explicablemente ser, primero, omitidas por los foquistas, pero de inmediato aceptadas. Sobre todo porque el gobierno, aparte de proporcionar empleos y figuraciones, toma el estandarte de los derechos humanos y «juzga a los genocidas».
La impotente resignación moral de la sentencia noventista «roban pero hacen», aquí es suplantada, en los dos mil, por la sentencia «roban pero condenan».
De todos modos, cuesta sostener la ingenuidad del discurso emancipador, sólo reflejado en la agotable condena al ciclo histórico culminado hace 25 años.
A los efectos de «transformar la realidad», los foquistas debieran invertir una mejor inspiración. Con superior rigor. Para no sumergirse en la sistemática exacerbación de las obviedades, que festejan, apenas, los convencidos.

Pleonasmo

Para «formar e informar», a la «ciudadanía» (la que Nun «construye»), Bauer apuesta por la aplicación del pleonasmo «cambio transformador». Para marcar «un antes y un después». Lo declaró a (la Secretaría de Estado de) Página 12.
(Pleonasmo, redundancia entre términos contiguos de un mismo enunciado. Wikipedia).
El último sábado Bauer desplazó a los dos ciclos culturales que participan de la parsimonia inventariada de la Televisión Pública. El «refugio», y Los Siete Locos. Tersuras animadas por Osvaldo Quiroga y Cristina Mucci, dos selectos miembros del elenco estable. Para pasar, en su reemplazo, un intensivo recital de la señora Liliana Felipe, transcurrido en el Museo de la Memoria, la antigua Esma.
Cantante cordobesa, descendiente de «los comechingones», Liliana Felipe está casada, en primeras nupcias, con Jesusa Rodríguez. Cantante, y poetisa mejicana.
Dos horas de exaltaciones de La Comechingona Liliana, acompañada por su piano y la orquesta sinfónica del Canal 7.
Hubo un acierto, «Solo faltabas vos». Canción emotiva que alude al retorno de un hijo de identidad recuperada. Otras canciones mantienen, en cambio, un sentido discutible de la estética transgresiva que privilegia el placer de la Televisión Pública. Aluden, con distinta suerte, a los «milicos hijos de p…». Al alarde del erotismo exhibicionista, a través de las pregonadas «ganas de c…» en la pieza «Memoria menomosina». Despliegue de críticas burlonas hacia los curas, sin atisbos del encanto de Brassens. Con inusitada crueldad, hacia «las señoras que van a misa». Con alusiones crípticas hacia la «gente bien». Como Cleto y Macri. En un marco de eufórica algarabía, con invocaciones populares hacia la lucha (es de esperar que no se trate de la lucha armada), que «está más viva que nunca». Efusividades que fueron fervorosamente aprobadas desde la platea. Por el conmovido Secretario de Derechos Humanos, don Eduardo Luis Duhalde, el grave anzorreguista de izquierda. Por las Madres, lícitamente exhibidas. Y por el propio Bauer, quien también subió, festivamente movilizado, para agradecer, iluminado por los focos, en el escenario.

Lesa humanidad

Más parecido a Bergara Leumann que a Bernard-Henry Levy, el filósofo José Pablo Feinmann, para completar el domingo, profundiza la visión del pleonasmo de Bauer. A través de «Cine Contexto». Con fragmentos, en blanco y negro, de «Los juicios de Nüremberg», un «infinito» film de 1961.
Tramos de Spencer Tracy, Richard Widmark, Maximilian Schell, pero felizmente intercalados por las «reflexiones» iluminantes de Feinmann.
La argentinada teórica suele derivar en egolatría. Hasta para el horror. Con la equiparación entre la patología del nazismo, y la carnicería de la dictadura argentina.
El arrebato «formativo» fue útil para que el filósofo ratificara que «los crímenes de lesa humanidad sólo son los producidos por los agentes del Estado».
Consterna otro pleonasmo: el regreso del bumerang.
La «formación», aquí, debe ser completada con información.

Adiós a la izquierda

Al haber fracasado los intentos artificiales de estructuras políticas de suplantación, ya carente de alternativas, el kirchnerismo reposa, en su declinación, sobre el tradicional aparato peronista. Tendenciosamente más afecto a consternarse con el dolor de los familiares del compañero Rucci.
Entonces el kirchnerismo oscila, compulsivamente, hacia la racionalidad de otro pleonasmo. De sus «fuentes originales». Lo cual no debe, necesariamente, ser interpretado como un vulgar giro hacia la derecha.
La voluntad de pagar más de lo se puede. De eliminar la inviabilidad de los subsidios demenciales en que se basa «el modelo». De sincerar el precio de los servicios públicos. Se le suma por lógica la promoción, de manera indirecta, de otra ofensiva ideológica. A los efectos de desprenderse, paulatinamente, como si fueran abrojos, de la efervescencia copadora de los foquistas. De la izquierda invitada que se apropió de la fiesta. Se asiste, al menos, a la decisión de devaluar tanta presencia. De bajarle el precio que supo instaurar la concesión de la hegemonía.
Es el verdadero trasfondo de la instalación de los otros crímenes. Los producidos, a canilla libre, por los revolucionarios. Debe entonces asumirse el riesgo de «banalizar la categoría» polémicamente equiparable, de «lesa humanidad».
Por lo tanto, las viejas causas, según nuestras fuentes, emergerán como nuevas. Con los relatos detallados de otros hijos. Van a ocupar, en adelante, la generosidad del espacio.
No obstante, según indican indiscretas fuentes sindicales, son los Kirchner quienes otorgan la venia que pone en movimiento el fenómeno. Sin embargo insisten en las adiposidades del bonapartismo humanitario. Para ser aún más claros, se les brinda luz verde a las reaperturas. Piedra libre para las denuncias de Moyano. Se les envían señales que tácitamente captan los jueces transitoriamente amigos. Para que acepten la inexorable reapertura de causas. Contradictoriamente, Kirchner lo instruye a Parrilli, para que instrumente los exabruptos orales de la señora Bonafini, otra estrella invitada que suele inspirar sus imperdibles monólogos en la Zona Liberada. La Televisión Pública. Ampliaremos.

Carolina Mantegari
para JorgeAsísDigital

permitida la reproducción sin citación de fuente.

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Liliana Felipe, Un viejo de mierda.

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