Campo minado
Emitir un Bono, para pagar los sueldos en Santa Cruz. La Provincia bipresidencial.
Artículos Nacionales
RIO GALLEGOS (de nuestra corresponsal itinerante, Interior-Provincias, Serenella Cottani).- Maltratada Santa Cruz, con el marco de una inexplicable sofocación financiera.
15 días atrás, el Ministro de Economía, Juan Manuel Campillo, le notificó al gobernador Peralta, según nuestras fuentes, que avanzaba «con el Doctor», o sea con Kirchner, en el proyecto de emitir un bono.
Provincial, el bono. Similar a aquellos bonos que supieron emitir, en los democráticos ochenta, otras provincias igualmente sofocadas.
Un bono pingüino, para que sea ofrecido. Para que sea compulsivamente impuesto, a las empresas petrolíferas que operan en la región.
Blanca
Daniel Peralta, el hijo de la compañera Polola, trata de consensuar con Kirchner, el hombre fuerte, en lo que puede. Aunque suele desmarcársele, en cuestiones básicas. De alta sensibilidad, meritoriamente silenciables. Como la cuestión innombrable de la droga.
La «blanca», aquí, siempre fue un aspecto infranqueable. Incluso, durante la cerrazón hegemónica del kirchnerismo. En semejante tema sustantivo, el gobernador Peralta no transa.
Sin embargo, resulta armónicamente contradictorio que, mientras les arroja flit a los kirchneristas emblemáticos, con los que no quiere saber nada, a los que no hace falta citar, Peralta mantenga, al mismo tiempo, en los más altos estamentos, a Campillo y Pablito González. Ministro de Economía y Jefe de Gabinete, respectivamente. Son los artesanos que, si bien no la diseñaron, conocen los detalles de la estrategia utilizada en la complejidad de los fondos desaparecidos de Santa Cruz. El recorrido de los mil millones de dólares que la provincia, en virtud de una usura ideológicamente gestionaria, no supo utilizar. Eventualmente, para financiar algún elemental proyecto de desarrollo. El dinero acumulado sirvió para jugar a las escondidas con los intereses. Hasta destruir implacablemente la credibilidad de los lugareños, que ya no creen nada. Ni cuanto hay. Ni dónde está.
Soja
La sentencia se repetía hasta el hartazgo:
«Los ministros pasan, pero Campillo siempre queda».
De anónimo empleado publico, Campillo se transformó en el baluarte fundamental. Llama la atención que nunca lo hayan entrevistado en C5N, en Página 12 o en Miradas al sur.
Trátase de un joven deliciosamente sabio. Un cuarentón que asume frontalmente las características discriminadas de su refinamiento. Por lo tanto es inútil que pretendan degradarlo con el cuento del traje de cuero, de vibrante amarillo, que sensualmente le atribuyen. Para lucimiento en determinados boliches de Buenos Aires.
Ingresó Campillo como contable, al Tribunal de Cuentas provincial, en 1991.
Alegría porque a Campillo, alias El Campi, le fue bien en la vida. Es quien maneja, desde hace trece años, las finanzas secretas de la provincia. Y habla, dos o tres veces por día, «con el Doctor».
En los dos mil, felizmente Campillo trasciende como conductor de un familiar emprendimiento sojero. En la abundancia de Santa Fe. Por los alrededores del Arequito natal, los pagos de Soledad.
A la capacidad de ahorro se le sumó la carambola de la suerte. Pudieron acceder, los Campillo, a una «casita en España». Heredada, seguro.
Negra
Ocurre que la extraña falta de efectivo amenaza, en la provincia, con la cesación de pagos.
A este paso, muy pronto, en Santa Cruz no podrán pagarse los sueldos.
Justamente en la provincia bipresidencial. Superproductora de empleados públicos.
Implicaba asumir la necesidad de endeudar la provincia. Pero, como teóricamente Campillo ya había consensuado, «con el doctor», el diseño del bono salvador, Peralta, según nuestras fuentes, le dijo:
«Dale para adelante».
Entonces Campi le deslizó al gobernador la totalidad de la información que disponía.
Ocurre que el ministro Campillo ya se había reunido con los representantes acosados de la Oxi Petroleum. Es la empresa que tiene la sede en Westwood, Los Ángeles, y mantiene un área de explotación, bastante impresionante, en la zona norte de Santa Cruz.
El resultado de la junta de Campillo con los de Oxi fue, según nuestras fuentes, francamente positivo. Campi acordó que la petrolera, en concepto de regalías anticipadas, pondría 25 millones de dólares.
Los glucolines servirían, gloriosamente, para que la provincia no estallara.
En apariencias, los solidarios mercaderes de Oxi Petroleum, después de consultar, no tendrían inconvenientes, según la Garganta, en anticipar los glucolines. Pero con el compromiso de una prórroga del contrato de explotación. Similar al contrato, superador del marco del pudor, que se hizo oportunamente con Pan American Energy. Empresa regocijante porque pudo prorrogar su concesión por otros veinte años. Hasta el 2047.
Cristóbal López no está solo.
Cordura
«¿De qué bono me hablás? ¿Estás loco?».
Dicen que le dijo Kirchner, cada vez más bruscamente declinante, al gobernador Peralta. Fue en Buenos Aires.
En cuanto Peralta le dijo que avanzaba con Campi, con el asunto del bono, Kirchner estalló.
Después de todo, Kirchner estuvo, por una vez, lúcido. Recuperó la cordura al desestimar, ante Peralta, semejante idea salvadora, que lo sepultaba.
Emitir el bono pingüino sería, para Kirchner, otro suicidio como el de la Resolución. Sobre todo en momentos en que se huele el riesgo patético del default. En que la carencia incipiente del efectivo incita a las vísperas penosas del quebranto.
Podía Kirchner imaginarse la sucesión de repercusiones negativas. La provincia de los dos presidentes se encontraba en la proximidad de la cesación de pagos. Debía emitir un bono, y con tantos fondos misteriosamente acumulados, congelados en alguna parte.
Un regalo inmerecido para Clarín, a pesar de haber reanudado el noviazgo.
Por su parte, Peralta comprobó lo que previamente percibía. Que la crisis del kirchnerismo es irresistiblemente más terminal de lo que podía suponerse. Porque Kirchner ya no podía controlar, siquiera, ni a su tropa de bolsillo. Hasta Campillo se atrevía a operar, sin avisarle.
Final con Naomí
A cinco años de kirchnerismo nacionalizado, cuesta poco explicar que Santa Cruz despunta como el reflejo anticipado del desastre conjetural.
En la actualidad, en el país tan maltratado como Santa Cruz, lo único que ostensiblemente crece es el riesgo. El riesgo de ser gobernados por los Kirchner.
Debe celebrarse entonces, en la materia de referencia, el record alcanzado.
730 puntos de Riesgo País.
Tampoco puede responsabilizarse, por el vertiginoso desmadre, a La Elegida. Como también, por influencias del Portal, ya la llaman por aquí.
Nobleza obliga. La Elegida recibió un campo minado. Un inmenso Angola después de Savimbi.
Por lo tanto, La Elegida debe esquivar, a su paso, los detonadores que puede. Pero alguno probablemente va a pisar. Con cualquiera de sus mil pares de zapatos. Confesión cuantitativa con que deslumbrara a una africana infinitamente más neurótica que Savimbi. Su interlocutora de París, la señora Naomí Campbell.
Las minas, entonces, estallan. Faltan, aún, muchas minas por estallar en el riesgo del campo minado. Durante más de tres años de dilatadas detonaciones. Mientras Cobos, en el gimnasio, simplemente, espera.
Serenella Cottani
para JorgeAsísDigital
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