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Caballos desbocados

MODELOS DE GIORDANO VI: Los diputados salen del corral.

Oberdan Rocamora - 26 de junio 2008

Artículos Nacionales

Caballos desbocados escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial para JorgeAsísDigital

El desplazamiento del escenario, desde el Ejecutivo al Legislativo, que nos señala el analista Osiris, admite la participación destacada de los nuevos protagonistas habilitados.
Es el turno, en la exitosa serie del desfile, de los señores diputados.
Modelos de Giordano que aguardaban la oportunidad para florearse en las pasarelas. A los efectos de exhibir los atributos de su oculta utilidad, después del inexplicable período de modorra, democráticamente institucional.

Talerazos

Con sus metáforas, un teórico campero, «alfredista» crítico, nos ilustra.
Compara el tratamiento dado por Kirchner a los señores legisladores, con el tratamiento que suele darse a los caballos.
«Kirchner, a los diputados, los tenía amansados, en el corral. Pero no los amansaba de abajo. De palabra. Hablándoles bien, despacito, con afecto, y consideración. A los diputados, Kirchner los amansó a golpes de rebenque. A talerazos. Por eso, en cuanto se les abrió un poco la tranquera, los caballos, así sean del oficialismo como de la oposición, comenzaron a desbocarse, y hablar por todos lados».

Modelos de la casa

En principio, los modelos oficialistas, autorizados para hablar, eran dos frepasistas espirituales.
Agustín Rossi, alias El Barba, que debía explotar su condición injusta de escrachado en Rosario. Y la señora Diana Conti de Dratman.
De la manipulación de jueces y fiscales, la señora Conti despuntó como una experta en cuestiones «granarias».
En cambio Kunkel, según fuentes, es el peronista que resulta más positivo, extrañamente, cuando lo ocultan. Es preferible esconderlo a Kunkel porque, en cuanto aparece con su trajecito beige, a despotricar contra el neoliberalismo, el espectador, científicamente abrumado recurre al control remoto.
Pero como los caballos desbocados de la oposición, de manera aluvional, se lanzaron a copar la polvareda de los canales, debió habilitarse el desbocamiento de otros legisladores. Los que fueron improvisadamente entrenados para opacar, sin mayor suerte, la figura del Alfredo.
Es el caso, por ejemplo del invalorable Juan Carlos Dante Gullo, alias El Canca. Quien se dispone a presentarse por la pasarela, con la chapa de su trayectoria de luchador. Con más convicción que el socialista Ariel Basteiro. Pero con menos recursos que el señor De Petris, quien ostenta el sublime atributo de mezclar las cartas, y llevar el juego hacia otros campos. Tal vez De Petris, en sus ostentaciones, para cambiar el arco exhibe un impulso inferior al de la señora Victoria Donda. Ella se impone, en la escena, corporalmente, al estilo Carrió. Con un énfasis menos intenso que la gestualidad natural de su amenazante dentadura. Y sin saber, hasta ahora, la tácita ventaja biográfica, ideal para amilanar a sus interlocutores. La culpa que su presencia produce, de por sí, en «el otro».
Sin tener nada que ver con ellos, y aunque esté en medio de los fuegos cruzados, debe reconocerse la evolución, en materia de atletismo oral, del legitimado Felipe Solá.
De los citados, Felipe es el único que sabe diferenciar, a lo lejos, el girasol de las rastras, o de la chacarera.

Canteranos

Entre la polvareda que arrastran los caballos desbocados de la oposición, en un rapto de modestia, el Portal les da la bienvenida al semillero. En España los llamarían los canteranos.
Son los nuevos modelos de Giordano, colección de invierno.
Se celebra, en principio, el paso del señor Federico Pinedo, del PRO. Una revelación en su segundo mandato, ya que pasó, en el primero, explicablemente inadvertido, sinónimo de eficacia en el corral. Trátase de un macrista con sentido del humor, lo cual representa un oximoron. Pinedo pontifica desde la serena convicción del solvente despreocupado. Descuenta que la historia argentina se reduce, en definitiva, a un relato familiar. Mal resuelto. De final abierto.
Otro canterano rescatable, entre el amontonamiento, es el señor Adrián Pérez, de la Coalición Cívica. Luce una informalidad cuidadosamente elaborada. Combina a la perfección con la tierna reciedumbre del otro canterano, el recrearista Esteban Bullrich, quien volvió al corral, después de la pasantía en un ministerio.
Pérez suele exponer, con resultados bastante optimistas, los voluntarismos denunciativamente seriales que impulsa su congregación. En su caso, sin las alucinaciones egipcias, ni las conmovedoras metáforas bíblicas, ni los vaticinios estremecedores que fastidian el discurso de su jefa política. La cual sólo puede destacarse en la valentía de la soledad. Cuando surgen otros actores, pobrecita, la señora Carrió se opaca.

Sería injusto el Portal si no celebra también, en esta resurrección esperada del parlamento, el paso por la pasarela de la experimentada señora Patricia Bullrich. Es la transversalidad virtual, encarnada en un cuerpo de mujer. Ofrece garantías en materia de fundamentaciones, pero un tanto necesitada de síntesis.

Lucen otros modelos, para destacar en las próximas entregas. Como Sarghini, con una sobriedad ministerial que resulta confiable, aunque lo apoden Oveja. O el señor Heredia, un flamante cordobés profesional, que nunca debiera utilizar los pulóveres debajo del saco. O el señor Ahuad, otro cordobés de la extinguida civilización radical, que muestra signos de sobrevivencia, a pesar de todo, en Río Cuarto. Del que tan bien nos hablara el doctor Bassani, y el evocable Mestre.
Abundan otros modelos de segunda categoría, para desfiles de barrio, en vísperas de feriados. Consiguen desplazar, por alguna semana, las presencias, sofocantemente hegemónicas, del Alberto y del Aníbal, de Miguens y Llambías, o del ministro Randazzo, al que se le puso tan difícil volver a Chivilcoy.
Sin embargo, al que se extraña siempre es al señor D’Elía. Emblema ético, representación estética de la moda kirchnerista que marcha, inclaudicable, hacia el olvido.

Oberdán Rocamora
para JorgeAsísDigital

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