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Días de Perdón

La Asociación de Víctimas de Kirchner se rebela, de pronto, contra el Victimario.

Jorge Asis - 24 de junio 2008

Cartas al Tío Plinio

Días de PerdónTio Plinio querido,

El descascaramiento se intensifica. Las perspectivas técnicas del derrumbe admiten que renazca la ADEVIK. Con un ímpetu sigilosamente impulsivo.
Trátase de la Asociación de Víctimas de Kirchner (Personería en trámite).
Es, tío Plinio querido, una ONG. Un Organismo No Gubernamental. Emerge para reaccionar, tardíamente, contra el Victimario.
Es Kirchner, El Victimario hoy acosado. Por víctimas clásicas, que sangran desde hace años. Y por los abundantes adversarios de los 44 minutos del segundo tiempo. Seres que se inclinaron, antes del fronterizo 10 de marzo, en Puerto Madero.

Para treparse a la cúspide, y antes de victimizarlos, El Victimario aprovechó las infinitas contradicciones interiores que ofrecieron las Víctimas. Para reducirlas, primero. Y convertirlas, paulatinamente, en los objetos pasivos de sus vejaciones.

Aunque venía descascarado, ante la sufriente vigilia de las Víctimas asustadas, a partir de la gilada insigne de las retenciones móviles, El Victimario implosionó. Aceleradamente, se pasó de rosca. Hasta conducir a la dinastía hacia el borde del abismo.
La Elegida, tío Plinio querido, es la última Víctima. Aunque no esté inscripta en la ADEVIK.

Con El Victimario en actitud de besar la lona, se asiste al escenario promisorio, para el conjunto de miembros de número que componen la Asociación. Junto a los Recuperados. Los que hoy se despiertan, súbitamente, en pose reclamatoria. Después de un colaboracionismo excesivamente manso.

De todos modos resulta aconsejable que las Víctimas, como los Recuperados, a pesar de la magnitud dispar de las heridas, puedan superar, tío Plinio querido, las diferencias divisionistas que arrastran.
Los efectos indeseables de las traiciones anteriores. Las que motivaron la consagración del tapado. El que despuntó como El Victimario.
Es necesario que se registre, tío Plinio querido, la puesta a punto. En materia de traiciones. A los efectos de aprovechar la implosión, que produjo el perceptible retroceso del Victimario.
Para construir, unificados, colectivamente perdonados, una alternativa recursiva de Poder. Aunque los instrumentos, los modelos de Giordano, estén más gastados que viejos. Y partir, después, de cero. Para disponerse, recíprocamente, a traicionarse otra vez. Con oxígeno renovador.

Enternecimientos

En el alborotado espectro del peronismo disidente, acontece, tío Plinio querido, la instancia mística de los Días de Perdón. Turno de fumatas. Entre los dirigentes de la ADEVIK y los Recuperados recientes.
Enternece que Duhalde, el Gran Piloto de Tormentas (generadas), desde el productivismo de Mar del Plata, y con el calor emotivamente contenido del elogio, le envíe un mensaje, de reconocimiento y admiración, a Menem.
Y que Menem, acaso también desde Mar del Plata, le devuelva la flor.
Transcurre el bolero «Dos almas que en el mundo». Suele ponerla romántica a la tía Edelma, porque lo bailaba, abrazadita, al tío.

«Un día en el camino/ que cruzaban nuestras almas/
surgió una sombra de odio/ que nos apartó a los dos».

Una «sombra de odio» que fue, tío Plinio querido, letal.
Primero, para la Argentina. Después, para el Movimiento. Por último, intensificó la autodestrucción de los hombres.
Aquella sombra, madre de todas las sombras, motivó que Duhalde hiciera lo imposible por evitar el regreso triunfal de Menem. Por considerar, con obsesivos fundamentos explicables, que lo humilló. Y por ser el artífice de la derrota del 99. Cuando le ganó, con holgura, De la Rúa. Con el Chacho.

En vísperas de la multiplicación de los panes y perdones, enternece que Duhalde, para atormentar al Victimario, le hable, a Lula, en Brasilia, maravillas de los Rodríguez Saa.
Reconforta, espiritualmente, saber que antes, el Alberto, se reunió con Duhalde. Un acercamiento significativo para los perdones. Debe atenuarse el enojo postergado del Adolfo. Quien también se dispone, en los días de perdón, a perdonar. No sólo a Duhalde, al que acusó de haberlo derrocado, en el crepitante final del 2001. Sino también a De la Sota, otrora un conspirador. Y hoy, como Reutemann y Busti, un Recuperado.

Duhalde, irreparablemente, líder virtual de la ADEVIK, debió aplacar también el sentimiento de postergación de De la Sota. Bastante sensibilizado porque Duhalde, en el 2002, no supo esperar el crecimiento de su candidatura. Después de fracasar con Reutemann, quien algo malo vio, Duhalde lo embaló, a De la Sota, para ser el presidenciable. Enfrentarlo a Menem, en el 2003. Y al tercer candidato de la superstición, Rodríguez Saa. Finalmente Duhalde logró eclipsarlo a Menem, pero a través de Kirchner. El Victimario que dejaría el tendal de Víctimas.

Curiosamente, ahora es Duhalde quien debe interceder para que se reconcilien las dos almas. Una de ellas es doble. El alma de De la Sota, con las almas de los Rodríguez Saa.
Porque el Adolfo culpó a De la Sota. Por aquel derrumbe de la gestión que mantuvo el exclusivo mérito de la brevedad. En la proclama, históricamente renunciativa, del Estado Libre Asociado de San Luís. Después del corte de luz. Y de haberse salvado, milagrosamente, de los 25 caceroleros programados que fueron a hostigarlo en Chapadmalal. En pantaloncitos y hojotas.
En virtud del perdón colectivo, los duhaldistas informados no deben decir más, en adelante, que el Adolfo renunció por la falta -digamos- de arrojo moral.

Punto final

Se impone el olvido, la prescripción. Vienen los días del perdón. Es la estrategia superior de la ADEVIK, que suma generosamente a los Recuperados.
Punto final para el encono divisorio, por las traiciones anteriores.
Hay que pasarse en limpio, en el cuaderno nuevo. Para acabar, entre el 2009 y el 2011, con la dinastía de Kirchner, El Victimario.
Hay que partir de cero, prepararse para la superación de las sombras.
Porque queda algo de espacio, aún, para equivocarse. Y volverse a traicionar.

Dígale a tía Edelma que la información astrológica, que maneja la señora Carrió, no es mala. Sólo debiera ajustarla un poco, para que la profecía no se le diluya entre mediáticas vaguedades.
Porque a la Argentina, país Cáncer, o mejor, Rata de Fuego, con ascendente Caballo, sólo podrá despejársele totalmente el camino a partir del 27 de julio. En adelante costará destruirla. Hasta a Kirchner.

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