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Equivocaciones móviles

De la Transversalidad hacia la Concertación Plural. Del Peronismo al Relanzamiento hacia el vacío.

Jorge Asis - 12 de mayo 2008

Cartas al Tío Plinio

Equivocaciones móvilesTío Plinio querido,

Desde la prehistoria, o sea del artificio de la Transversalidad, se saltó, en la plenitud del poder, hacia el modernismo de la Concertación Plural. Pasará a la posteridad como el intento final de destrucción de la UCR.
Desde el artificio de la Concertación Plural se saltó, después, hacia la reconstrucción corporativa del peronismo. Un movimiento que inspira la burlería ingeniosa del «pase» de la Radio 10.
Desde el peronismo de la 10 se salta, tío Plinio querido, hacia el Relanzamiento. O sea, al vacío.

A los efectos, altamente obcecados, de defender las «retenciones móviles», Kirchner hipoteca el gobierno de La Elegida. La conduce, de la mano, hacia el colapso.
Y dirige al peronismo, por semejante gilada técnica, hacia el paredón.
Es la última de sus equivocaciones móviles.

Seminario: a) Transversalidad

La transversalidad, primera etapa del seminario, sirvió para entretener, durante los dos primeros años, a los agudos columnistas domingueros.
Y para distraer, con los clásicos caramelos de madera -ligeramente espolvoreados con azúcar impalpable-, a la línea media transversal.
Binner, Juez e Ibarra.
Sin atreverse a desafiarlo frontalmente, Binner, a Kirchner, se le desmarca. Merced al cuento circular de la transversalidad, Binner logró, gracias a Kirchner y Obeid, acabar con la Ley de Lemas. Y obtener, en desmedro del peronismo que entonces se laceraba, la gobernación de Santa Fe.

El humorista inexplicable, Juez, se le transformó, a Kirchner, de pronto, en adversario.
Sin embargo, Juez se consolida, a pesar del pucherito, como un profesional de la derrota.
Si no se precipita en el amague, Juez puede también quedarse, de nuevo, afuera.
Pero ya no sólo del oficialismo. Juez asume el riesgo de quedarse afuera, también, tío Plinio querido, como opositor.
Porque es desalojado, de la vereda opositora, por la astucia distante de Schiaretti, alias El Gringo.

Schiaretti ya le ganó, a Juez, en principio, la carrera como gobernador de Córdoba. Pero lo vuelve a vencer también en la carrera del opositor.

Mientras tanto Ibarra, el eterno fiscal Ibarra, prosigue el doble juego del redituable aliado crítico.
En definitiva, la transversalidad resultó exclusivamente útil, en el seminario, para asegurar algunos salarios, sobre todo de los sobrevivientes de la civilización extinguida del Frente Grande.

b) Concertación Plural

La Concertación Plural, después, tampoco funcionó. Fue una gárgara retórica, de apertura y tolerancia.
Como experimento, la Concertación prendió menos que una vacuna en un peceto.
La Concertación Plural sirvió para que Cobos, el Cleto, estuviera, tío Plinio querido, en el banco de suplentes. Y mojara la medialuna como vicepresidente. A los efectos de disfrutar, por algún tiempo, de la condición de número 3 del escalafón. Después de Néstor, el 1, Y de La Elegida, el 2.
Desde la Concertación Plural, Kirchner logro desorientar, hasta la morbosidad, a los descuartizados radicales. Ex aliados del Frente Grande, en aquel cementerio de la Alianza.

A cambio de nuevas partidas, Kirchner pulverizó el viejo partido.
Un trueque contranaturalmente doloroso.

Reconstrucción del Peronismo

Para algarabía del «pase» de la Radio 10, Kirchner emerge, en vísperas del ocaso, bastante tarde, como un líder peronista del montón. Tanta Transversalidad y Concertación para terminar en Ezeiza. Con la entonación de la marchita. Al lado de Curto, Cariglino, Pereira.
El peronismo le resulta recursivamente eficaz, a Kirchner, como escudo. Para defenderse.
Para escalar en las encuestas, en general prefirió, pragmáticamente, denigrar al «pejotismo».
En sus euforias de ofensiva, para Kirchner, los peronistas eran ideales para mantenerlos ocultos. Más beneficioso resultaba exhibir, en el escenario, y para la televisión, el sentimiento inmobiliario de las Madres. La docilidad marquetinera de las Abuelas.
La súbita pejotización de Kirchner dista de representar una demostración de fuerza. Se convierte, tío Plinio querido, en la prueba emblemática, casi inclaudicable, del fracaso.

Relanzamiento al vacío

El invento del cesarismo conyugal, envasado al vacío, no cerró. Tampoco abrió. Habrá que relanzarlo.
El turno del Hombre, en el Poder, le permitió disfrutar de las causas.
El turno de la Mujer, le permitió al Hombre encajarle, en conjunto, las consecuencias.
Tiene razón La Elegida cuando enuncia sus inconvenientes de género.

Kirchner se quedó con los aplausos. Para dejarla, a La Elegida, con las cuentas.
Y para que hable. Que inaugure y celebre. Sin, siquiera, co-gobernar.

El kirchnerismo, tío Plinio querido, implosiona.
El descascaramiento fue anticipatorio, como era previsible, del desmoronamiento.

El kirchnerismo se diluye estrepitosamente, como corolario de la sucesión de equivocaciones móviles. O la caravana de errores de «lesa ingenuidad».

La decadencia, en general, desde Visconti hasta Mann, supo atraer a los extravagantes más sensibles de la estética.
Los procesos decadentes conservan, en general, algún atisbo de grandeza elemental.
Morir por las ideas, aunque sean disparatas, siempre suele ser respetable. Como morir por el romanticismo de la patria. O por el espejismo de la revolución.
Morir por las retenciones móviles es, tío Plinio querido, disculpe el inusual lenguaje, una p…

Los horrores que Kirchner elaboró, durante cuatro años, le estallaron, al fin y al cabo, a La Elegida.
Tuvo la suficiente mezquindad como para desperdiciar, en confrontaciones vanamente heroicas, el gobierno de su Mujer.
Pero Kirchner banca, hasta cesar, las «retenciones móviles». Las que intelectualmente no le pertenecen. Las banca para que no se le «licue el poder». El que, simultáneamente, ya es un jugo amargo, que se le desvanece.

Epílogo: Parálisis y movilidad

Por la última de las equivocaciones móviles, Kirchner logra, entre tantas proezas, la de juntar la parálisis con la movilidad.
La parálisis es, tío Plinio querido, de la economía. Pero como consecuencia de las insolvencias de la política. En general, en los fracasos, ocurre justo a la inversa.
La cuestión de la movilidad no atañe a las retenciones de referencia. Responden a la dinámica de la penúltima equivocación. Despierta el global sentimiento de protesta. La sociedad bien vestida, como dice Gelblung, pero en estado de barra brava.
Se unifica la intensidad del hartazgo, que impera en las grandes ciudades. Con la paciencia sobrepasada del «estresado» habitante de la llanura.
Hombres del campo, que suelen emocionar al Profesor Grondona. Y de la ciudad, que de manera ostensiblemente creciente, reaccionan, tío Plinio querido, para movilizarse hacia los bancos. Y aventurarse en el trayecto tenso y más breve.
Desde la ventanilla hacia la caja de seguridad.

Dígale a tía Edelma que, por un par de meses, La Elegida lo va a tener a Saturno, en oposición a su sol. Ella va a entender.

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