La Ministra y el General
PELIGRO ZONA MILITAR (I): Tensiones entre La Gorda y El Flaco.
Miniseries
por Oberdán Rocamora
para JorgeAsisDigital
Al General Bendini, alias El Flaco, Jefe de Estado Mayor del Ejército, Kirchner, el Presidente Real, le reservó un castigo feroz. Comparable con el castigo de la prisión, destino actual de tantos camaradas de Bendini que tuvieron menos suerte. Así sea domiciliaria, relativamente vip, o espantosamente común.
La penitencia que le aplicó Kirchner, a Bendini, es significativamente cruel. Obligarlo a sobrevivir en una espeluznante relación con la Ministra de Defensa, la señora Nilda Garré, alias La Gorda.
Entonces, cuentan que por La Ministra, El General sufre. Ella ni le dirige la palabra. A veces, ni siquiera la mirada.
Bendini se encuentra, en primer lugar, deslegitimado ante sus pares, que lo denigran. Al extremo de afirmar que, su actuación más brillante, consistió en bajar el clásico cuadro.
En segundo lugar, el General se siente desairado, hasta el ninguneo, por la Ministra. Ocurre que ella no oculta que quisiera despedirlo. Igual que al almirante Godoy, alias El Chino, Jefe de Estado Mayor de la Armada. Porque siente que Godoy le dosifica la información. Que se le brinda en grageas, sólo después de apretarlo. Desde la aparición del cadáver de Febres -que inaugura una moda jurídicamente alarmante- la situación, de El Chino, es casi insostenible. Tema a tratarse, en todo caso, en otra entrega de Zona Militar.
Porque aquí interesa, apenas, la tierra, los verdes. Y el mar de los azules.
El aire, por ahora, no registra atmósfera específica.
Días de yapa
El apoyo político resulta, para Bendini, insuficiente.
Procede, en principio, del señor Zaninni, alias El Ñoño. El Secretario descolorido de la Legal y Técnica. Quien se tomó, con inexplicable seriedad, su autoasignada concepción de ideólogo.
Pero también el apoyo procede del sobreexcedido pilar del ministro De Vido. El superfuncionario comodín, oficialmente habilitado, para evacuar las injurias.
El protector De Vido dilata, igual que Bendini, el protegido, los días de yapa. Días gratis, en la gestión.
Fuerte de Caderas
Conste que llamar La Gorda, a la señora Ministra Garré, es -aparte de una impertinencia- una injusticia arbitraria.
A pesar del incremento, explicablemente generacional, de sus fuertes caderas, la señora Ministra -según la óptica de un influyente brigadier retirado-, es una sexagenaria bastante atractiva.
Mantiene, relativamente inalterables, los atisbos del pasado, físicamente portentosos.
Y el ministerio Garré fue -nadie debiera negarlo- muy eficiente. Sobre todo para la causa, ostensiblemente recaudatoria, del kirchnerismo. Por la gestión compartida, aunque en indiferente adversidad, de la Ministra con el General.
Lo gravitante, para el fortalecimiento del sistema democrático, es que la civilidad progresista logró devorarse, en un descuido, «la masita del IAF», el Instituto de Ayuda Financiera.
Ahora, la civilidad insaciable, va democráticamente por el canapé del IOSE. La obra social.
La Ministra y el General supieron hacer, juntitos, con extraordinaria solvencia, el trabajo divisorio que oportunamente les encargó Kirchner.
Por lo tanto la idea de reemplazarlo, al General, presenta, para el Presidente Real, más inconvenientes que dejarlo amurallado, en la opacidad de la función. Capacitado para cumplir con los excesos reparatorios que le pidan.
Jefatura imposible
De todos modos, la Ministra suele hacerle, al General, la jefatura imposible. Le perfora la lealtad de los últimos incondicionales. Que se acaban.
En la actualidad la Ministra estimula, según nuestras fuentes, el acoso administrativo al General. A través de serviciales investigaciones, encaradas por dos jueces federales. Puntales de la Justicia de la Victoria.
Entonces no sería de extrañar que pronto sean citados, acaso para una indagatoria, dos miembros uniformados en actividad. De Intendencia. Trátase de un «arma» proclive a la subversión de los desvíos. Intendencia suele ser más sutilmente efectiva que el arma prosaica de los artilleros. Menos trajinada, que el arma de los infantes.
Por consiguiente puede pasarla mal, según Gargantas, un coronel K.
Adviértase que la K no le corresponde por kirchnerista. Ni por kaffkiano.
También peligra otro comando de Intendencia. Subordinado a K. El negrito EG.
Para finalizar el despacho, trascendió que en una reunión reciente, con testigos y paredes que delatan, con los ojos cansados, con el rostro desafiante, la Ministra de Defensa le dijo al Jefe de Estado Mayor:
– General, sepa que le llegó la hora de dar un paso al costado.
Sin embargo cuentan que El Flaco, admirablemente imperturbable, ni mosqueó.
Conste que se atrevió a bajar, para el grotesco de la historia, un cuadro.
Que logró extirpar su nombre, de determinada lista de granaderos, que iban a patear puertas.
Que no atinó a evitar la propagación de la condena hereditaria. El «ius sanguinis» que suele condenar, al retiro, a los otros Hijos. A los descendientes de los culpables que ocuparon puestos, de tercera línea, en la Dictadura.
Si El General pudo resistir tanto, ¿cómo no soportar, por último, de la Ministra, la impotente estocada verbal?
Oberdán Rocamora
Continuará
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