Línea de corte
PROVINCIA TOMADA (II): El Ministro Stornelli debe preparar el regreso al relax de la Fiscalía.
Miniseries
Por Oberdán Rocamora
para JorgeAsisDigital
Sorprendente. Hasta hace cinco días, la provincia (tomada) se encontraba a punto de estallar. Comparada con el drama de Tres Arroyos, Fuenteovejuna, la obra de Lope de Vega, era un simple entremés.
Asalto comando en una curtiembre de Avellaneda. Muertes cinematográficas por doquier.
Los vecinos se armaban en la Fuenteovejuna de Junín.
9 de Julio se tornaba angustiosamente incontrolable.
Dispares ciudades, violentamente agraviadas, sólo debían aguardar su turno. Para la envidiable irrupción de los camarógrafos y movileros. Para complementar las visitas de lunes del ministro Stornelli.
De pronto, misteriosamente, el gobernador Scioli, el indiscutido titular de la Línea Aire y Sol, y su ministro Stornelli, fueron condecorados por la magia.
La provincia (tomada) parecía recuperar la calma.
«El músculo duerme, la ambición descansa».
De continuar con el ritmo desenfrenado de las liberaciones zonales, al gobernador Scioli podían habérselo cargado. Antes de lo previsto. Y sin mayor necesidad.
Cuando, si le daban un poco de aire, a Scioli podían adjudicarle, incluso, un lugarcito tibio. Bajo el sol -artificialmente inmaculado- del peronismo, aunque enlatado. En la versión que se prepara, desde Puerto Grosso. Un peronismo enlatado, precocido. Adaptado al paladar funcional de Kirchner.
Boleto Picado
En La Plata, el ministro Stornelli vive, en blanco y negro, sus propias «horas desesperadas».
Tiene el boleto, acaso injustamente, picado. El de retorno.
Probablemente por estas líneas pueda enterarse que, entre los pasillos del ministerio, ante carcajadas contenidas, se lo apoda La Gritona.
Por algunas reacciones temperamentales, lícitamente lindantes con el desequilibrio.
También puede enterarse que su antecesor, el ex ministro Arslanián, El Armenio, conoce, hasta con sutiles detalles de color, la magnitud de los comentarios que Stornelli suele dedicarle. A la sumatoria de millones, que suele atribuirle. Cuando confidencia, en el confortable despacho de tensiones, sus conmovedores pesares. Y expone su saludable conjunción de excelentes intenciones. Las que instigan a evocar, irremediablemente, a Gustavo Beliz. Con las causas perdidas que impulsaba Beliz, el injustamente olvidado Zapatitos Blancos.
Mantenimiento laboral
Resulta paradójico que, después de haber «desarslanianizado», empeñosamente, el ministerio, en el banco de suplentes, colmado de candidatos para sucederlo, figure Arias Duval. Aquel que fuera el segundo del denostado Arslanián, quien mantiene, a propósito, una visión saludablemente autosatisfactoria de su paso por el ministerio.
En la actualidad, Arslanián espera. Y Arias Duval hace mantenimiento laboral en la Dirección de Migraciones. Debajo del paraguas, políticamente inquietante, del ministro del Interior, Randazzo, El Killer. Que es quien preocupa, con sólidos fundamentos, al gobernador Scioli. Por su condición idealizada de ejecutor.
Ocurre que Randazzo supo diseñar una aureola de Gaucho Malo. Un Facundo de Chivilcoy. A través de la eficiencia invertida, en el crucial 2005, para la aniquilación de Duhalde. Aunque facturara la ejecución otro prócer casi olvidado. Felipe Solá.
No obstante Duhalde, el Piloto de Tormentas producidas, hoy se siente oralmente renovado, en soledad. A partir del mero registro de una contundente obviedad. Por afirmar, para la gratuidad de la radio, lo que suele comentarse en cualquier café del suburbio. Que la señora Cristina, la Presidente Delegada, se encuentra «incapacitada para gobernar».
Fila de sucesores
De ser Arias Duval, el casi imposible sucesor de Stornelli, podría reiterarse, con Scioli, aquel sandwich institucional de milanesa que Kirchner le hiciera, en su oportunidad, a Solá. Con Arslanián.
Con el beneficio, para nada menor, de asegurar cierta gobernabilidad. Una línea de corte.
Sin embargo abundan otros audaces que se prueban el despacho que Stornelli, invariablemente, pronto va a dejar. Espérase que estas líneas, que no son de corte, lo ayuden a prolongar su estadía. Porque Scioli, que llegó con el discurso efectivo de la seguridad, no puede entregar, a los tres meses, al ministro respectivo.
Suena, por supuesto, también Durán, el titular de una comisión más innecesaria que incomprensible.
Ingresan en el bolillero, además, al solvente juez Melazo. Pero lanzan su nombre con el objetivo de incendiarlo.
Con capacidad de conjetura, se detectó algún encuentro furtivo. Un integrante del Planeta Scioli, perfectamente apodado El Pepe, con la señora Paola Spátola.
La dama supo especializarse en cuestiones de seguridad. Cuando se preparaba para la presidencia trunca de Menem. En su amplia apertura hacia la derecha, obtuvo una banca con López Murphy. Para pulir de inmediato su amplitud y adherir a la representación progresista que impone Kirchner.
Spátola se considera capacitada para ilusionarse, según Gargantas, con aplicar sus conocimientos, como ministro de Scioli. A través del impulso de una consultora de comunicación e imagen, que desembarca para copar. De la mano de Frank Holder. El lobbysta independizado de Jules Kroll. Ambos trafican influencias indemostrables en la CIA.
Conste que en la Argentina actual, ser tildado de agente de la CIA dejó de ser un agravio. Al contrario, es un atributo que sirve para el ascenso socio-cultural.
Por lo que sabemos, Holder ya compartió con Scioli, en una parrilla de Puerto Grosso, un Ojo de bife. En una mesa que daba al Aire y el Sol, tonificante ideológico del gobernador.
El otro fiscal
Para promediar el despacho, puede afirmarse que a Stornelli, en el fondo, le hubiera convenido ponerse un poco menos celoso del que fuera su segundo. Al fiscal que pronto despidió.
El otro fiscal, que exhibía su discreta presencia en los ágapes vitalistas de Scioli.
Como, por ejemplo, en el festejo del cumpleaños. Al que Stornelli no fue invitado.
El otro fiscal es López Perrando, alias Trátase.
A la figuración social debía anexarle, además, los desacuerdos. Una distinta valoración ético-policial, sin ir más lejos, con el comisario Salcedo. El Jefe de Policía con quien Stornelli decidía innovar, para «desarslanianizar» el ministerio.
Salcedo venía de la Policía Científica. Conste que, para los allegados a Arslanián, se trata de un policía de escritorio. Una versión provincial de Santos. Aquel policía de excelentes modales, que supo comandar, sin mayor suerte, La Federal.
Para colmo existía una visión disidente, entre los fiscales, ante el crecimiento que registraba, por ejemplo, el estruendoso comisario Giaccomino. En tandem, por si no bastara, con el eterno monseñor Caselli, que siempre vuelve. Dos sobrevivientes de la causa perdida de otro olvidado. Ruckauf.
Había que sentarse a esperar, entre los fiscales, el estallido de «las diferencias metodológicas». En especial con la línea de corte.
¿Hasta donde dejar?
¿Dónde cortar?
Según Gargantas irreprochables, Stornelli creyó que López Perrando preparaba el traje azul para otro juramento.
Por lo tanto, La Gritona lo vació, a Trátase, de competencias. Hasta deslegitimarlo.
Sin respaldarlo, siquiera, ante las consecuencias de las instrucciones que, en su condición de superior, el ministro Stornelli le dictaba.
Por ejemplo la designación terminal de cierto comisario de Quilmes. Vinculado a un policía legendario, que no aceptó someterse, en su momento, al dedo sustancial de Verbitsky.
Erudito, para más datos, en secuestros.
Aquella promoción quilmeña repercutía, según Gargantas, entre la sensible espiritualidad de determinados centros. Pastoralmente reflexivos. De la difusa línea de corte de la franja de la avenida Calchaquí.
Final con comienzo. El Fenicio
En el fondo, a los fiscales eyectados, les costaba asumir la culpa del origen de las respectivas nominaciones. Fueron, explicablemente, superados. Por la dinámica independiente de los acontecimientos.
El origen fue un encuentro significativo, en un piso alto de Libertador al 4400. Invierno del 2007.
Propiedad geográfica de El Fenicio. Un baluarte colectivamente admirable.
Es el jugador que suele ingeniársela, con su intuición ancestral, para «llevársela toda». Y sin poner, en lo posible, nunca, «ni una moneda, de la suya».
Fue El Fenicio quien logró juntar, según nuestras fuentes, a Scioli con Stornelli. Delante del canal López Perrando, el amigo personal de los otros participantes. En especial de Scioli, y de El Fenicio. El que armaba la reunión con el objetivo expreso de confortar, hasta el alivio, cierta preocupación, ostensiblemente moral, del atormentado ministro De Vido.
En definitiva, lo que se imponía es otra línea de corte.
Al fiscal Stornelli había que arrancarlo de la causa Skanska. Como si fuera un níspero. Aunque el fiscal supuso, a lo mejor, que los profesionales del poder, el Jugador y el Candidato, lo convocaban por sus conocimientos medulares, en materia de seguridad.
A cualquiera, en el fondo, la cabe.
Pronto, probablemente, Stornelli deba seguir los pasos de López Perrando.
Volver al comparativo relax de la fiscalía. De donde nunca, tal vez, debió haber salido.
Si Stornelli decide, en su regreso sin gloria, retomar la causa Skanska, puede anticiparse, desde aquí, que estimula un destino previsible. Clavado. La recusación.
Oberdán Rocamora
Continuará
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