Fusión o adquisición
Cablevision-Multicanal. Tensiones entre el Gobierno y Clarín.
Artículos Nacionales
por Osiris Alonso D’Amomio
Consultora Oximoron, especial para
JorgeAsísDigital
Aunque transfiera, en diez días, a su esposa, los atributos formales de la presidencia, Kirchner será igualmente uno de los tres hombres más poderosos de la Argentina.
Los otros dos son, precisamente, los Sujetos que, por los riesgos potenciales que representan, Kirchner más teme.
Hugo Moyano. Héctor Magnetto.
Después de la providencial confirmación de De Vido, el único sindicalista que puede paralizar el país, Moyano, se instaló, por su cuenta, aunque transitoriamente, en la bolsa tibia del oficialismo (ver En la bolsa).
Queda pendiente el acuerdo con Magnetto. El Sujeto es la garantía de una posible convivencia, amablemente racional, con Clarín. Esa creación literaria, monstruosamente opulenta, de Jorge Asís.
Pasa, el arreglo, por la señal conciliadora de la luz verde. O con el litigio inmanente si se trata de la luz roja.
Señales que el gobierno decida, en lo inmediato, enviarle a Clarín. A través del dictamen, que se demora, de la Comisión de Defensa de la Competencia. Un organismo generador de ansiedades estructuralmente conmovedoras.
Se asiste a los entretelones de la fusión de Cablevisión con Multicanal. De aprobarse, en materia de televisión paga, con más de tres millones de abonados, el Grupo Clarín, junto a su socio mejicano, se convierte en el máximo operador de América Latina.
Con el pretexto semántico del rigor, Clarín prefiere presentar la fusión, socialmente, como una adquisición.
Táchese entonces lo que no corresponda.
Asociación. Absorción. Fusión. O compra, simplemente, de Multicanal, por parte de Cablevisión. A los efectos de gestar una nueva empresa, que mantiene, a Clarín, como propietario principal. Con el sesenta por ciento de las acciones. Y al socio, David Martínez, de la Fintech Advisory, con el cuarenta.
Martínez es el mejicano extrañamente extravagante. Merece protagonizar un próximo capítulo. Oriundo de Méjico, pero súbdito de Su Majestad Británica.
En «Guerras empresariales» (consultar), el autor deslizó un vaticinio equivocado. Dijo que el 28 de octubre, con los datos de boca de urna, Defensa de la Competencia ya podía disponerse a oficializar la fusión (para Clarín, reitérase, la adquisición).
Sin embargo, en vísperas de asistirse al cambio cosmético de comando, el 10 de diciembre que se viene encima, el expediente de referencia continúa, aún, en el quinto sueño. En la esfera febril de las negociaciones que se extienden. Técnicamente la operación, según nuestras fuentes, se encuentra terminada. Aunque dista, aún, de registrarse la humareda blanca. Prospera el pedaleo del desacuerdo, en el marco prolongador de las condiciones.
Cretenses
En su pasión fervorosamente negadora, desde Clarín se resisten a admitir que transcurra, en la actualidad, con el gobierno, un tenso período de negociaciones.
Prefieren presentarlo, sin mayor convicción, como una normal atmósfera de diálogo.
Diferencias lógicas en un expediente complejo. Con operaciones entrecruzadas, pródigas en altibajos y signadas por trabas judiciales.
El negocio fue, oportunamente, hostigado por la persistencia de un Acuerdo Preventivo Extrajudicial. Un APE. Clavado sobre una venta anterior de Cablevisión. Fue suscripto por la Fiscal de Cámara, Alejandra Gils Carbó. La Fiscal fue, asimismo, hostigada, con otra presentación judicial, impulsada ahora por Clarín. Basada, para colmo, en la exactitud, artificialmente cuestionable, de la semiología. Causa que entiende, al leerse estas líneas, el doctor Ercolini.
Un negocio trabado, aparte, por aquella medida cautelar, gloriosamente costumbrista. Dictada por el sorprendente juez Alonso, el «pariente» de Concarán, Capital de la Alegría, Estado Libre Asociado de San Luís.
Negocio que fuera sistemáticamente hostigado, sobre todo, por la imaginativa acción conjurada por los tres traviesos Cretenses de Palermo.
Empresarios comunicacionales, con vinculaciones ambiciosamente políticas. Uno de ellos, bastante temerario, padece, en fase terminal, un avanzado Complejo de Magnetto.
Cretenses enredados, además, con la audacia de algún banquero, de fuerte llegada al máximo estamento espiritual. Un banquero capacitado para transformar, semanalmente, los ajados billetes argentinos, en general descoloridos y de 100, en crocantes billetes de 500 euros.
Un banquero mágico. Rigurosamente recomendable.
Transforma, milagrosamente, una valija, de dimensiones inquietantes, en un elegante attaché.
Para brindar más datos, Los Cretenses de Palermo supieron avanzar en la osadía de la planificación.
El objetivo, de máxima, consistía en quedarse con el diario. El de mínima, en introducirse, poner el pié. Justo cuando Magnetto parecía llevar, en la mano, la ostensible tarjeta de embarque.
Para iniciar el viaje definitivo, trayecto trascendental. Exclusivamente, de ida.
Sin precio
Con negociación o no, hoy sólo quedan, en el escenario, el Gobierno y Clarín. Segundos afuera.
Mientras despaciosamente zafa, Magnetto sabe, según la Garganta, que la autorización del negocio depende de una decisión política.
Decisión que suele, frontalmente, dilatarse. Por vacilaciones y condicionamientos de letra chica. Aluden a cláusulas debatibles de desinversiones. A la imposición de ventas de cables del interior. A la administración, vorazmente lucrativa, del fútbol.
Por lo que sabemos, Kirchner mantiene intacta, explicablemente, la desconfianza sideral. Surcado, en el tema Clarín, por una conjunción de dudas razonables. Por resquemores dignos.
Por ejemplo a Kirchner le preocupa, según Gargantas, que se deslice en la atroz repetición de la experiencia de Menem.
Porque aquel Menem, mal aconsejado, a criterio de Kirchner, por los estoicos sobrevivientes que pretendían salvar la piel con la futura protección del diario, debió entregar al Grupo, en bandeja, el Canal 13.
Y después, según Kirchner, a Menem igual lo masacraron. Sin piedad (En un despacho próximo confirmaremos detalladamente las razones de aquella masacre).
Aparte, cuando en la transacción no se encuentra en juego, la brusquedad del arte de la marroquinería, Kirchner suele desbordarse.
Sabe controlar, con solvente seguridad, las situaciones en que el contendiente, o el eventual interlocutor, mantiene estipulado algún precio.
Aquí es distinto. Como la noción del riesgo, el acuerdo puede evaporarse en el aire.
Autorización, o luz verde, contra presumible amabilidad en el trato informativo. Los diplomáticos podrían, a la tácita retribución, llamarla «fair play».
Rabietas
Por lo tanto Kirchner, con cotidiana minuciosidad, analiza, durante las mañanas, el tratamiento que le dispensa el Diario de la Argentina.
El martes pasado, sin ir más lejos, según Gargantas, Kirchner estalló. Fue al leer la portada. Titulaba Clarín: «Las naftas subieron el 13% por ciento».
Cuenta la Garganta que Moreno, el negociador estéticamente preferido de Kirchner, debió ejercitar sus directos atributos de apretador. Y llamar, para protestar, supuestamente, a Jorge Rendo. Es el referente institucional, que otros, sin mayores atisbos de buena fe, prefieren denominarlo «lobbysta».
Rendo es considerado, en el monótono tembladeral de Clarín, según Gargantas, el más completo especialista en las manías de Kirchner.
Dicen que Rendo descuenta que las peores rabietas, al «Presi», se le desvanecen, a lo sumo, en dos horas. Lapso suficiente para enloquecer a los colaboradores, los que se esfuerzan en la faena de confortarlo. Para que por ejemplo Parrilli, desde la dulce frescura del escritorio, imagine alternativas, estratégicamente potentes, para la frialdad de la venganza.
Del militante Moreno, el Secretario de Comercio Interior, depende, dato nada menor, la Comisión de Defensa de la Competencia. Es el estamento gubernamental donde reposa, literalmente, el expediente de la fusión. O de la adquisición que convierte, al Gobierno y a Clarín, en rehenes recíprocos.
El Bauzá de Kirchner
Al margen de los presuntos mensajes, de los intentos rencorosos de las apretadas, de las vacilaciones y de las rabietas, en adelante se trata, para finalizar el despacho, de aguardar la crucial decisión política.
Tanto Sabatella, como su superior Moreno, hoy deben apartarse del ring. Correrse.
Los interlocutores tangibles, de Rendo y de Magnetto, son el Alberto Fernández, y, especialmente, Kirchner.
Dentro del gobierno, pero sobre todo afuera, el Alberto es considerado como un elemento vinculado, con sobreactuaciones y énfasis, a Clarín.
Es, aparte, el representante del Estado, en el directorio de Papel Prensa. La gran «papelera» que, en sociedad, los unifica. Al Gran Diario y al Gobierno.
Por lo que sabemos, el Alberto asistió, hasta ahora, apenas a una reunión del consorcio.
Algunos, no precisamente Cretenses, lo comparan, en la materia que atañe, al Alberto Fernández, con aquel Eduardo Bauzá.
Trátase del baluarte intocable, para Clarín. El sustancial pilar de Menem.
Sin embargo al denominar, al Alberto, el Bauzá de Kirchner, lo ponderan. Los laudatorios se escapan del cuadro. Exageran, al comprar la operación que venden. Porque al Alberto aún le falta tomar Toddy para alcanzar la dimensión de sobriedad y discreción, sumada a la cierta noción de eficacia, que solía caracterizar al Flaco memorable.
El Alberto, en cambio, lo sobra, con contundencia, a Bauzá, apenas, en la estatura del perfil.
Osiris Alonso D’Amomio
Continuará
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