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Olor a calas

Cristina exhibe influencias intelectuales de Scioli.

Serenella Cottani - 21 de agosto 2007

Artículos Nacionales

Olor a calasRIO GALLEGOS (De nuestra corresponsal permanente, Serenella Cottani).- El kirchnerismo huele a calas. Se vislumbra el «efecto pinotea». Esmaltado.
Sin mayor grandeza, el lupinismo se encamina, frontalmente, hacia la aproximación del funeral.
Sin embargo una encuesta, supuestamente la más seria, que se le atribuye al ecuatoriano Durán Barbas, indica que la señora Alicia, la hermanita, tal vez la presentable de la familia, figura como la más aventajada.
Durán Barbas, aquel que fuera oportunamente alquilado por Macri, acaba de ser, según nuestras fuentes, contratado, accesiblemente, a precios bastante módicos de fin de estación, por Costa.
El «informe Durán», aún reservado, es profusamente comentado en el Café Mónaco. Indicaría que la señora Alicia es, del módico plantel de kirchneristas en exhibición, la figura mejor posicionada.
Es decir, Alicia puede convertirse en el antibiótico más eficaz para combatir la virulencia del extendido «Riesgo Costa».
Trátase -Costa- del empresario que crece, a pesar de ser radical. Aliado con el ARI, que representa aquí su cónyugue, Mariana Zuvic, y con el desconcertante «Negro» Acevedo, al que hacen cola, en el kirchnerismo, para denigrarlo. Y al que se agrega, según fuentes, el eterno postergado. El «Chiquito» Arnold, aunque naufraga, también, con su condición de referente de la entelequia potrerista, denominada «peronismo disidente».
Para transformarse en el muro de contención de Costa, en la elección de octubre, antes Alicia debiera desplazar, en la preferencia, al actual gobernador, Peralta.
Trátase -Peralta- del peronista respetado que puso las manos en el fuego. Por una causa -la del Lupo- que, para colmo, ni siquiera le pertenece.
Se explica entonces que en el acto del viernes, en el Boxing, que debía signar la euforia triunfal del regreso, la señora Cristina no se excediera en generosas ponderaciones hacia el gobernador. Aunque Peralta fuera el que más adherentes congregara para la vacuidad del acto. Y aunque abajo se masacraran, para acercarse y ser visibles por Cristina, los seguidores de los intendentes que aspiran a la vicegobernación. Como Arturo Rodríguez, de Puerto Deseado. O el popular Charo Sandoval, de Los Antiguos.
Ambos alcaldes resisten, implacablemente, que se imponga la concertación artificial y les encajen, como vice, a otro Cobos. En versión Santa Cruz, Héctor Espina, presidente de Parques Nacionales, ex intendente de Gobernador Gregores.
De todos modos, de lejos, Cristina, La Elegida, preferiría que el nominado, por el dedo del marido, fuera Peralta. Y de ningún modo que fuera Alicia, La Cuñada, que la conoce bien.
El poder se reduce, en definitiva, a meras cuestiones, aún no resueltas, de la familia.

Sociedad convulsionada

El retorno del Lupo, a Río Gallegos, consolidó la percepción del cercano destino de las calas, que le aguarda, irreparablemente, al lupinismo.
Trasparentó, el demorado regreso, la persistencia de una sociedad convulsionada. Dividida. Donde confrontan las dos provincias claramente irreconciliables.
La festiva que celebra, por una parte, la programada concentración del Boxing, a través de los 47 micros alquilados.
Y la combativa que se concentra, para el hostigamiento, también programado.

Para aplaudirlos, la provincia oficial se congregaba en el altivo Boxing.
Para repudiarlos, la provincia paralela se concentraba en el centro.
Gracias a Varizat, de la Línea Córdoba, el pasajero que compartió el retorno en el Tango, ambas realidades violentamente chocaron. Se contactaron, hasta fundirse, en una sola imagen. La imagen muestra a los manifestantes de Adosac, en el asfalto, salvajemente atropellados por la Cherokee de Varizat. Con el fondo de los fuegos artificiales del Boxing, característicos del cotillón del regreso. En simultáneo, las palabras reconfortantes de la candidata, que transmitía positivismo y tolerancia para la totalidad del país.

Emblemas. Varizat y Roque

Como epílogo del breve despacho, como los que instruye el director, vayan dos observaciones, objetivamente tendenciosas.
1.- Varizat, el cordobés, representa, con claridad, el expresivo emblema de la estética política del kirchnerismo.
La línea de atacar, por las dudas, para defenderse.
La de avanzar, llevándose por delante lo que sea, sin amilanarse por la suerte de los aplastados.
El regreso de El Lupo y La Lupina derivó en la patética contabilidad de una tragedia.
Consolidó la certeza del agotamiento, prematuramente inesperado, del régimen. Lo certifica la inmediata caída del comisario Roque.
Trátase -Roque- del penúltimo bastión que Kirchner podía entregar. Jefe de la Policía y responsable de la delegación regional de la Side. Roque conoce, con rigurosa minuciosidad, los detalles precisos de las cadenas de secretos. Es de esperar que mantenga los códigos, y no despunte con sorpresas.
Que Roque, por ejemplo, por desplazado, no sorprenda con la sinuosa divulgación de tantos datos.
A su manera, Varizat, otro desplazado, sorprendió, con los pretextos explicables de su violencia contenida.
Por lo tanto, el Régimen, paulatinamente, se desmorona, desde el lugar donde se catapultó. La cuna de la santacrucificación nacional. Desde la convulsionada Río Gallegos. Donde se exporta el olor de las calas. Hasta impregnar, con su aroma felizmente mortal, a la santacrucificada República.

Influencias de Scioli

2.- La segunda observación tiene que ver con un comentario, que telefónicamente nos hiciera la colega Carolina Mantegari.
Conste que la semióloga, la vocera autorizada del Portal, siguió el último discurso de la señora, el del Boxing, en directo, por televisión. Desde la emisora flamante de Daniel Hadad, el 5. Cable pujante que desplazó, en materia de oficialismo, al estilo k, hasta al Canal 7. Lo mandó al 15.

Dijo Mantegari:
«Cada vez se nota más, en el discurso de Cristina, la influencia intelectual que Scioli ejerce sobre su pensamiento».
Con acierto, Mantegari supo percibirlo. El «sciolismo explícito» de Cristina. Arquitectura conceptual presente en el repentino positivismo de la retórica de la candidata presidencial. Y en el conformismo, satisfactoriamente autorreferencial, de su trayectoria. En la sucesión de exhortaciones, al pueblo de Santa Cruz, a ir para adelante, a mirar el horizonte con «esperanza y con fe».

Ocurre que Scioli la supera, a la señora, notablemente. Sobre todo en las encuestas de la provincia de Buenos Aires. Del Grupo Torres, de Giaccobe, o las encuestas reservadas que Julio Aurelio suele hacerle a Macri.

O como la última entrega, sin ir más lejos, de la Consultora Oximoron.
Indica que lo votan, a Scioli, para gobernador, el 15 por ciento más de los bonaerenses que se deciden a votarla, a ella, como presidente. Habrá una epidemia de boletas cortadas.

Por lo tanto resulta racionalmente aceptable que la señora Cristina se decida, de una buena vez, a imitarlo a Scioli. A seguir las huellas de su recetario efectivo. E incorporar, para su jactancioso hegelianismo, el esquema hueco de pensamiento, pero fuertemente vitalista, que invoca Scioli, su salvador, el referente providencial de la Línea Aire y Sol.

Serenella Cottani
serenella@jorgeasisdigital.com
para JorgeAsisDigital.com

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