Peronistas proscriptos
Cumbre de peronistas culturales en el Estado Libre Asociado de San Luís.
Cartas al Tío Plinio
Tío Plinio querido,
Abundan los peronistas institucionalmente proscriptos. Originarios de las diversas franquicias. Planifican encontrarse, el próximo 6 de julio, en Potrero de los Funes. En un inmenso hotel, frente a un lago de tarjeta postal, enclavado en el Estado Libre Asociado de San Luís.
La inconformidad, paulatinamente, cede el espacio a la rebeldía.
Suele percibirse, entre los peronistas culturalmente proscriptos de hoy, la sensación, exactamente grotesca, de encontrarse, para perplejidad de los europeos, en la resistencia.
Mientras, oficialmente, otros usurpadores del complejo peronismo detentan, en su nombre, las imposturas del poder.
Protuberancia
Para Kirchner, la incomodidad del peronismo adquiere, tío Plinio querido, la forma indeseable de una protuberancia.
Una prótesis involuntaria, integrada, culposamente, al artificio del Frente de la Victoria.
Trátase del engendro grandilocuente, que expresa, en la práctica, el fracaso. O por lo menos la imposibilidad de construcción política del kirchnerismo.
Cuando pasa a la ofensiva, Kirchner suele degradar al movimiento, que ya ni siquiera es un partido. Sin capacidad de gestar, en cambio, el menor instrumento político de sustitución.
Porque lo que armó Kirchner hasta hoy, tío Plinio querido, es bardo. No sirve ni para aplaudir.
Salvo que deba tomarse en serio, a esta altura, el simulacro de aventureros del Compromiso K. O los Jóvenes K, el Partido de la Victoria.
O la multiplicidad de sellitos intrascendentes, los que garantizan que Kirchner deba buscar los votos, después de la franela del periplo, entre la legión de los caudillos degradados del Pejota.
Kirchner degrada a aquellos que deben, al final, salvarlo.
De todos modos, el Frente de la Victoria acumula, paradójicamente, tío Plinio querido, un compendio inalterable de cohesionadas derrotas.
Imposibles de ser tergiversadas como triunfos.
Aunque consagren a ciertos aliados victoriosos. Exponentes, en general, de los domesticados Radicales Kash.
Como por ejemplo en Río Negro, en Catamarca. Muy pronto también en Mendoza, que aportará un Radical Kash para la vicepresidencia de la señora Cristina. Emergente del conyugalismo electoral.
Provincias entrañables, donde definirse como peronista cultural se convierte, tío Plinio querido, en un desafío.
Un transgresivo acto de arrojo. Que de ningún modo debiera remitir a las experiencias padecidas, por los resistentes de antaño, durante las persecuciones, indispensables para generar el sustentable mito.
Uniones gays
En su empacho progresista, merced al Sistema Recaudatorio de Acumulación, Kirchner supo colonizar, al contado, tío Plinio querido, a los Radicales Kash.
A partir de la potencia persuasiva de las partidas. Armas excluyentes del keynesianismo electoral. Instrumentada por la obra pública que amenaza, en definitiva, con una próxima crisis habitacional en los distintos presidios de la patria.
Y a partir del desmedro ostentoso de los humillados peronistas que deben quedarse afuera. Con anchoas en el desierto. Y con la indiferencia ante la medialuna enarbolada.
Peronistas culturalmente proscriptos que admiten, con cierto rencor postergado, que la estrategia del conductor, Kirchner, el virtual jefe político, consiste simplemente en declararlos prescindibles. Convertirlos en mera carne de sufragio. Sin el menor derecho a la lucha por la legitimidad. Doloridos por los estigmas de la identidad que portan. Y con una secreta envidia hacia los radicales.
Porque sienten que, si fueran radicales, a los peronistas culturales, Kirchner los valoraría más.
Las fusiones, entonces, de los Radicales Kash, con los peronistas de escritorio rentados por el gobierno, distan de ser, en adelante, ejemplos de transversalidad.
Conviene referirse a la alianza contranatural, en todo caso, como estimulantes uniones gays.
Franquicias
Para consumo de los documentados ensayistas europeos, podría definirse, a la caricatura del peronismo actual, como un conjunto de franquicias desestructuradas.
Entonces para el 6 de julio, con el sabor de las comidas enlatadas, la franquicia de San Luís convoca a las franquicias de los diferentes peronismos marginales.
Algunas franquicias, incluso, supieron, desde sus sucursales, llegar a la presidencia de la casa central.
Es el caso de las franquicias de San Luís, La Rioja y de Misiones.
Hasta hoy, es improbable que asista la gravitante franquicia de la provincia de Buenos Aires.
Es decir, Rodríguez Saa, el Adolfo, presidente por ocho días conmovedores, convoca, con su hermanito Alberto, gobernador del Estado Libre Asociado, a Menem, de La Rioja, que fue presidente por diez años.
Y a Puerta, de Misiones, que fue presidente por tres días.
Mientras se tramita, sin grandes ilusiones, la presencia de Duhalde, presidente por un año y medio.
Parábola del Cazador
El cuadro podría representarse, en versión expresionista, tío Plinio querido, con las cabezas de los cuatro leones temiblemente cazados por el cazador, víctima de una parábola.
Porque los leones, transitoriamente estampillados, resucitan de pronto. Se lanzan desde la pared y se autoconvocan para planificar, al ritmo emotivo de la marchita peronista, la venganza contra el cazador implacable que los degolló. Kirchner.
Por decisión, equivocadamente estratégica, de Duhalde.
En el 2003, Kirchner, aunque salió segundo, derrotó a Menem, que salió primero.
Y a Rodríguez Saa, que se quedó en el pelotón.
Ambos, Menem y Rodríguez Saa, supieron encaminarse, para estrellarse juntos, pero separadamente, desde las dos cabezas de elenco.
Incapacitados como estaban, Menem y Rodríguez Saa, para compartir un cartel francés.
Kirchner invitó a Puerta, entonces senador, para participar del despliegue de su mesa triunfal, pero para después masacrarlo. Y comerle, gracias a Rovira, de ser posible, hasta la penúltima ficha.
Para emprender, finalmente, Kirchner, la hazaña titánica de acabar con Duhalde.
Al que Kirchner le perforó la provincia, con la prepotencia del keynesianismo electoral. Con los presupuestos manejados, para la obra pública, por su hermana Alicia y su primito Carlos Santiago.
Hasta obligarlo, a Duhalde, a dedicarse, en adelante, a la inutilidad de la literatura.
Kirchner supo estampillar entonces, en la pared, a las cuatro cabezas que ahora planifican, desde la misma pared, la venganza.
Para quedarse, precisamente, pronto, con la cabeza de Kirchner.
Se presume, por olfato, que estará ausente el titular de la franquicia de La Pampa, Marín. Como el conductor de la franquicia de Salta, Romero. O de Córdoba, De la Sota. O de Santa Fe, Reutemann.
Aunque es probable que los gerentes envíen a algún empleado de las sucursales. A hacer acto de presencia. Y cantar la marcha.
De Potrero de Funes no saldrá, según nuestras fuentes, ninguna fórmula que se incorpore al amontonamiento de candidatos que mantienen el objetivo de alcanzar la segunda vuelta.
Como Lavagna, estancado como el agua del Lago de Funes. O López Murphy, la señora Carrió.
Del Potrero saldrá una comisión. Con la mala prensa que tienen, en el peronismo, tío Plinio querido, las comisiones. Para encargarse de la faena de estructurar la fórmula, con el armado que se atreva a enfrentar al peronismo, caricatural y extraño, de Kirchner.
Peronismo-anti y antiperonismo
El peronismo-anti, de los peronistas proscriptos, nada tiene que ver con el antiperonismo.
El malentendido no es semántico. Es político.
Lejos de ser un movimiento, el peronismo ya debe conformarse con ser, nada menos, que una categoría cultural.
Sinónimo, en la Argentina, de sistema político. Sigue en la próxima.
Dígale a tía Edelma que pronto irá el estudio sobre «El peronismo energético y el esoterismo». Y que le diga a Otilia que el Brujo nunca fue López Rega. Que fue…
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