La Conjuntez (I)
En el área de Defensa se registran escenas de magnífico vodevil.
Artículos Nacionales
Por Oberdán Rocamora
Para JorgeAsisDigital
Cuadro uno: Heridas
Que se libere la lengua blindada, del cardenal Bergoglio, vaya y pase.
Por orientaciones confesionales, el Cardenal tiene que traficar la mercadería de la reconciliación.
Paz y amor, la fórmula hippie, suele ser funcional. Para empomar, por ejemplo, al Presidente frágil que se fortaleció, paradójicamente, a partir de la multiplicación de los litigios. Y de la prosperidad, estratégicamente alarmante, del rencor.
Pero que, en el desorden de la conjuntez, se le vaya la lengua reconciliadora al general Bendini, es, aquí sí, inaceptable.
Al afirmar que deben “cicatrizarse las heridas del pasado”, Bendini notifica, ilusoriamente, que no entiende un pomo. O que percibe, algo tarde, el clima del escenario, decide clavar la garrocha y saltar.
Porque Bendini tiene que saber, después de cuatro años, que el máximo Comandante en Jefe necesita, imperiosamente, mantener, en el divisorio primer plano, las heridas, desgarradas, pero abiertas.
Saltar, a esta altura del desprestigio, significa saltar, en todo caso, en garrocha hacia el vacío.
Para aplicar, a los 44 minutos del segundo tiempo, aquel célebre método de autoayuda que impulsó Dale Carnegie. «Cómo ganar amigos». O cómo recuperar, en su caso, la indulgencia de los camaradas de la 99. O de cualquier otra promoción.
Después de diciembre, el General tendrá, con seguridad, demasiado tiempo disponible. Acaso para regar, en la parsimonia del balcón, como sus pares, las “macetas con geranios”.
Y despotricar, previsiblemente, en El Solar de la Abadía, contra las concesiones eventuales del general Shurley, de la 102.
El actual comandante del Tercer Cuerpo. Probablemente, el “Caballero” sea el elegido, por la señora Cristina, para reemplazarlo.
Cuadro dos: O Sole Mío
Al General Bendini lo suelen facturar a la abultada cuenta corriente de De Vido.
Es el error básico de los presuntos informados. Precipitados que pretenden entender las claves, del estruendoso vodevil de las cicatrices, desde el prisma de la interna, deliciosamente interminable.
Entre el Superministro De Vido, el admitido para la sospecha, y el Alberto, el líder del infatigable Peronismo de Consorcio.
Una adaptación, en versión precaria, de aquella interna permanente que libraban, durante el magisterio menemista, Kohan y Bauzá.
Pero ellos -Bauzá y Kohan- solían acercarse, a veces, sólo para disfrutar de la tentación de volver a distanciarse, a los efectos de pelearse, con más ganas, de nuevo.
El General Bendini y el Superministro De Vido mantienen una relación cordialmente espiritual.
Sin embargo, el verdadero respaldo de Bendini, el Primer Descolgador, es el Secretario Zaninni, alias El Ñoño.
O el Monje Negro. Aún Zaninni suele sorprender con sus arrebatos de barítono. Por ejemplo cuando entona, algo estimulado, O Sole Mío. Además, al terminar el canto, El Ñoño aguarda aplausos. Y súplicas de «¡otra, otra!».
Cuadro tres: Nostalgias del Tweety
Para la inmediata superior, la señora Ministro Garré, alias La Brigadiera, uno de los peores defectos de Bendini reside, según nuestras fuentes, en la intolerable vocación de puenteador.
Al Ministro de Defensa, al que debe reportarse, el General suele pasarlo con la expresividad habitual del barrio. «Como alambre caído».
Al crédito insustituible del Portal, el anterior ministro, el senador Pampuro, alias El Pepe, le daba por la quinta entretela moral que Bendini lo puenteara. Sin embargo se la aguantaba. Como solvente duhaldista, cebador de los más sofisticados mates con sacarina.
Ocurría que Pampuro, por entonces, atravesaba la etapa del entusiasmo.
Conste que había resultado triunfador en aquel inolvidable Torneo Tweety Carrario.
Y venía agrandado, en condiciones de disputar, entre la conjuntez, las ligas mayores.
Igual que el Aníbal, Pampuro se preparaba para disputar la terrible masita de la gobernación de Buenos Aires. Hasta que una tarde, con inusual llovizna de verano, Kirchner rascó el fondo de la galera. Para sacar, de las orejas, de pronto, a Scioli, el estimable titular de la Línea Aire y Sol, máximo exponente de la ideología vitalista.
Kirchner, hoy, suele apretarlo, a Scioli, como si fuera una naranja.
Para que cumpla con la instrucción de la conjuntez y salga a poner no sólo la cara. También su colorida retórica, a la disposición metropolitana de la causa perdida de Filmus. Y contra Macri.
De todos modos, sin mirarlo aún de frente, el líder del fervoroso airesolismo suele soportar, en silencio, las recriminaciones presidenciales.
Es que Scioli aprendió, cuando vendía licuadoras, a hacerse el burro. Y aguardar la llegada, acaso impuntual pero siempre implacable, de la revancha.
Cuadro cuatro: Fervores otoñales
Hablar de Bendini, en el vodevil de la conjuntez, suele ser más divertido que referirse a la irremediable ruptura estratégica entre Kirchner y Scioli.
A La Brigadiera, hipersensibilizada en la densidad de los fervores otoñales, le disgustaba, según nuestras fuentes, en principio, la ceremonia cotidiana del puenteo.
Que venía, en simultánea conjuntez, con la ceremonia infantil del chapeo.
Porque Bendini solía encontrarse, por las suyas, con otros ministros, con De Vido o Zaninni. O con el propio presidente. Y sin buscar el consentimiento de la señora ministro Garré.
Costaba percibir, de pronto, a quién, la señora ministro, detestaba más.
Si a Bendini, el Gran Descolgador, o al aún irreconocido titular del SAM.
Es decir, el Secretario de Asuntos Militares, Vázquez Ocampo, alias El Chito.
El virtual viceministro, al que la señora Garré deseaba, con énfasis, despedir. Simplemente, por la inutilidad sigilosamente programada del adjunto. Aunque lo bancara el Horacio. Y el Chito fuera, además de hermano de una víctima, el hijo de una inclaudicable luchadora humanitarista.
Cuadro cinco: Homeopatía
Debe consignarse que Kirchner aplica, hacia la conjuntez de las Fuerzas Armadas, una interpretación extrañamente libre de la homeopatía. De eficacia relativamente humillante.
A partir de la inoculación suave de toxinas, originarias de la enfermedad del paciente.
El tratamiento consiste, técnicamente, en inocular sistemáticas dosis de recuperado montonerismo de escritorio. En los despachos claves del ministerio de Defensa.
Con el propósito de fortalecer, hasta degradar, las defensas del organismo tratado.
Existe, en la práctica, un exceso de discriminación a la inversa.
El afortunado que no experimentó, por ejemplo, la desgracia de disponer de desaparecidos en su familia, tiene que abstenerse. Y desempeñarse, necesariamente, en otro ministerio.
Y si el funcionario designado, o a designarse, no se encuentra en situación de relatar impresionantes tormentos, padecidos en las patéticas mazmorras de la dictadura, puede ser considerado sospechoso, por prescindente peligrosidad.
Cuadro seis: Vuelo trunco
El pretexto contundente, para echar al Chito, consistió en el fracaso del funcionario para avanzar en la reforma al código de justicia militar, y en la reforma educativa.
Y sobre todo, en el estancamiento del proyecto poético de “la conjuntez”.
Lo gravitante es que, a la cuarta intentona desplazatoria, la señora ministro Garré logró convencer, a Kirchner, de la necesidad de pedirle, a Vázquez Ocampo, la renuncia.
De la cuestión educativa de los militares, en adelante, iba a ocuparse, específicamente, el asesor Martín Grass.
Trátase de un idóneo especialista en la materia educacional. Alguien que era portador, ventajosamente, para el rigor de la homeopatía aplicada, de la pesadilla de un par de años transcurridos en el calvario de la Esma.
A propósito, Grass cuenta, por ejemplo, que vio el cuerpo, estragado, del mítico Rodolfo Walsh. Alias Calculín, pero sólo para los pateadores de puertas de aquel lapso que no se puede superar, a pesar de la conjuntez voluntarista que tanto irrita a la señora de Bonafini.
Aparte, por instrucción de Kirchner, la señora ministro hacía bajar, desde Honduras, hacia el vodevil de Buenos Aires, al embajador Forti. Con el objetivo de sucederlo, a Vázquez Ocampo, en el SAM.
Por supuesto, Forti también arrastra, para la técnica homeopática, una historia fuertemente conmovedora.
Los despiadados perseguidores le habían interrumpido, a la familia Forti, un viaje salvador, hacia Caracas.
Los bajaron entonces del avión, cuando se disponían a volar, con su madre.
Los separaron, después, en tierra. A ella no se la vio nunca más.
Cuadro siete: La resistencia
Esta vez, infortunadamente, para permanecer, al viceministro no le alcanzaba con recurrir al poderoso Horacio Verbitsky, alias El Perro, orientador del CELS.
Al Perro que sindican, con fantasías explicables, como principal sostén de Vázquez Ocampo.
Tal vez porque el Perro, como se confidencia, fue quien se lo recomendó al Presidente.
Y el SAM de entonces, Jaime Garreta, debió inventarlo, al enternecedor Chito, como subsecretario en ascenso.
Mientras tanto, se repartían, en Defensa, las tareas de soportar las inestables emociones del nuevo funcionario, justificadas por el exilio, y por la biografía.
Entre Garreta, Pampuro y el propio Bendini, le hacían el aguante (ver “Macetas con geranios”).
Sin embargo, el Secretario de Estado decidía resistir, heroicamente, el despido de la Ministro. Optó por apoderarse, de ser posible para siempre, del despacho tomado.
Hasta recurrir a la carta de triunfo, admisiblemente salvadora.
Cuenta, la Garganta, que su señora madre le pidió una audiencia especial al Presidente.
Trátase de la señora Ocampo de Vázquez, dirigente de las Madres de Plaza de Mayo, pero Línea Fundadora. Disidente de la categórica línea madre, de la señora de Bonafini.
La buena Madre se encargaría, según nuestras fuentes, de conseguir, ante la bonhomía generosamente presidencial, la permanencia del hijo. A los explicables efectos que, en algunos años, el vástago pueda jubilarse, como Secretario de Estado.
Cuadro ocho: Vacuna
A propósito, la señora de Bonafini, también mantiene su rol protagónico, hasta copar el vodevil de la conjuntez. Ella suele deslizarse en magistrales excelencias de proyecciones verbales.
Cuando se desliza por la pendiente de la oratoria, la señora Hebe hace, en general, un desparramo.
Los amontona, en la conjuntez interminable, al cardenal Bergoglio, «cómplice de la dictadura», al «chorro» de Macri, y al pobre Bendini. Un conglomerado de “fascistas”. Como los califica, para horror postrero del Duce, y con la mesura griega de la vejez.
Sin embargo, la señora de Bonafini, en su equilibrado raciocinio se equivoca.
Sobre todo cuando sostiene que Bendini no dijo, «por buenudo», que era preferible “cicatrizar las heridas”.
Porque Bendini lo dijo, al contrario, según nuestras fuentes, por «buenudo».
Ocurre que le preguntaron, en la efusividad del acto malvinero, de Colonia General Sarmiento. Y lanzó la frase transgresora. Ampliamente inofensiva.
Sin embargo un ayudante perspicaz, un teniente coronel, se dio cuenta enseguida de la dimensión que podía tomar el exabrupto reconciliador.
“General”, le dijo. “Con lo que acaba de decir, me parece que lo vacunan”.
Cuadro nueve: Zona liberada
Bendini aguarda. En la polvareda oral de la conjuntez. Que cesen los insultos prescriptibles de la señora de Bonafini. Y que el Presidente no “lo vacune”.
Pueden aguardar, con cierto optimismo, las macetas con los geranios.
Por su parte, el Chito Vázquez Ocampo, prosigue la abnegada resistencia en su despacho. Encerrado, acaso, para estudiar “la conjuntez”.
Mientras tanto Forti, algo desorientado, extraña el calor de Tegucigalpa. Deambula entre la conjuntez de Defensa y la Cancillería. Y también espera.
La magnitud del vodevil adquiere cierta trascendencia. Y otro recuperado, el ex colega Bernetti, eficiente prensero de La Brigadiera, suele entregarse, con el uniforme del funcionario probo, a la triste ceremonia de las negaciones.
El recurso de la reestructuración es, al fin y al cabo, de rigurosa utilidad para la burocracia.
Sobre todo para generar, a la carta, otra Secretaría de Estado.
Antes, el desafío consistía en encontrar a un hombre, para cubrir determinado cargo.
Ahora, se impone crear posteriormente el cargo, para cubrir el tiempo de determinado hombre.
En el Ministerio de Defensa, zona liberada, se suceden las escenas del magnífico vodevil serial, que se inicia, exclusivamente, en el Portal.
El vodevil, según la wikipedia, es un subgénero dramático.
Una comedia frívola, picante, que da lugar a sabrosos enredos y memorables equívocos.
Manténgase conectado, porque el vodevil va a continuar. Se permiten, hasta el infinito, las reproducciones, sin la menor necesidad de citar la fuente.
Baja, con cierta morosidad, el telón del primer acto. A reponerse en el intervalo y entregarse a la liberación. O a los comentarios.
Oberdán Rocamora
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