El imberbe va por Perón
Comida en la Munich, para despedir al colega Joaquín Van Der Ramos. Con referencias irreparables hacia el setentismo y las desapariciones.
Artículos Nacionales
Jorge Asís.- Los convoqué, amigos, para homenajearlos. En un final de año explicablemente enrarecido. A la falta extraña de López, se le agrega la desaparición de Gerez. Al margen de la condena explícita, y de la conmoción o el repudio, a nosotros se nos debe exigir algo más que desconcierto. O que participar de emotivas movilizaciones de protesta. Por lo menos el desafío de entender, más allá del dramatismo de la anécdota.
Por otra parte, Kirchner se autocalifica, ante su Mamá Hebe, y con acierto, como un «Loquito».
Recibe, el Loquito, la simbología del tío Cámpora. Y de pronto parece sentirse invadido por el imberbe que lleva adentro. Hasta calzarse el ropaje del sector radicalizado de la generación que se atrevió a darle la espalda al General Perón. El Líder que los trataba de imberbes. Y de infiltrados, a los que Perón podía recomendarles la incorporación al Partido Comunista. Como les dijo a aquellos diputados que fueron con reproches y los recibió con la televisión.
Perón, por supuesto, había lícitamente utilizado a los imberbes. Para su estrategia de regreso triunfal, y en condiciones de entregarse hacia una grandeza frustrada. Pero porque se quedaba corto. Por falta de tiempo.
30 años después, en la Argentina circular, se asiste al regreso de los imberbes. Legitimados de sopetón, por el error, irreparablemente selectivo, de Duhalde. Vuelven los imberbes con el propósito alucinado de reinstalar la ceremonia del retroceso. E imponer la Imberbocracia. El gobierno de los Imberbes. Por lo tanto dista de ser casual la exacerbación de la contraofensiva triunfante. Desde el manejo de los resortes exclusivos del Estado. Con un sentido patológico de la venganza. Contra aquellos asesinos avejentados, los que reaccionaron violentamente ante las antiquísimas provocaciones políticas. Las que hoy reiteran. En versión berreta.
Se me puede permitir entonces otra provocación. Al menos para incentivar la lucidez del debate. Intuyo que el Loquito, el imberbe cincuentón, ahora avanza contra Perón. Va por Perón.
Cuesta entender el fogoneo racional de las causas añejas de las Tres A.
La espectacularidad estremecedora que implica, por ejemplo, la probable citación de la señora Isabel Perón. La mujer del General, que justamente se encontraba presa de los militares mientras el Loquito se enriquecía con las reglas de otra circular.
Un avance que se incorpora al descrédito estimulado hacia los firmantes del decreto de aniquilación de los subversivos. Salvo que piensen que, en aquel momento, a los guerrilleros que atacaban cuarteles en democracia debían condecorarlos, desde el gobierno, con una medalla.
De prosperar las tendencias hacia la indagatoria libre, del juez de vanguardia Oyarbide, se asistirá pronto a la degradación de la memoria del general Perón. Y ya que estamos en el furor, retardatariamente revisionista, de la historia, vamos hacia una degradación superadora, de la encarada por aquellos Libertadores del 55.
Bastará con evocar aquel célebre comentario que los imberbes atribuyen a Perón. Formulado al gobernador Bidegain. Se refería el comentario a la necesidad de crear, en Argentina, un Somatén.
Aquella antigua organización de elite, el Somatén, destinada a masacrar a los enemigos del estado.
Si van contra Almirón, que es un Pichi, a lo sumo un ejecutor. Y si preparan las baterías justicieras contra Isabel, muy poco tardarán en salpicar al General.
Resulta explicable entonces que el Loquito nunca cite a Perón. Ni lo homenajee. Como si se olvidara que se encuentra sostenido por el peronismo que erróneamente lo catapultó. A ver si se creyó, todavía, el Loquito, que se encuentra en ese sitial gracias al simulacro del Frente para la Victoria.
Al final, admirablemente, los imberbes, que fueron los infiltrados, se las ingeniaron para controlar las cáscaras vacías del peronismo de hoy. Que ni siquiera mantiene la identidad de aquel peronismo al que se pretendían infiltrar. Para usarlo como canal revolucionario y concluir usados. Y expulsados.
Con el rito de la espalda que incita a la venganza.
Se infiltraron, los imberbes, con un suceso que admite una transformación. Los infiltrados reales, en el gobierno de los imberbes, hoy son los peronistas.
Los desangelados peronistas sin peronismo.
Los asalariados de la política que ni siquiera mantienen suficientes atisbos de arrojo como para atreverse a cuestionar el procedimiento que los lleva, sin escalas, a degradar la magnitud estratégica del viejo líder que ya no los representa.
De Perón, hablo. Del General de envergadura infinitamente superior a la de todos estos giles sumados.
Me aterra que los peronistas pragmáticos se aferren a sus carguitos. A la miserabilidad de sus cajas. Y no alcancen a dilucidar, siquiera, el juego perverso de la imberbocracia. Del que participan, a partir de sus individuales intrascendencias.
Osiris Alonso D’Amomio.- Coincido, en gran parte, Asís, con su impresionante descripción de la Venganza de los Imberbes.
Imberbes que reiteran, en versión grotesca, a más de treinta años después, la ciega estrategia de la irresponsabilidad que suele conducir al precipicio.
La búsqueda insaciable del rédito de aquellos asesinatos que políticamente prescribieron. Y habían desaparecido, pero de la agenda. Aunque ahora logren imponer sus tesituras.
Sin embargo, amordaza cualquier cuestionamiento hacia el envoltorio perfecto. Suena a intento justificatorio del «genocidio». A cultivo de «la teoría de los dos demonios». Y otros artificios de lo intelectualmente correcto.
Los imberbes disfrutan hoy de la prepotencia de su triunfo cultural.
Significa que si, por ejemplo, se escracha a cualquier vecino de la otra cuadra, y se le retrotrae la identidad de antiguo represor, puede ser considerado un acto de valentía cívica. Pero si se puntualiza que determinado funcionario humanitario fue miembro activo del Ejército Revolucionario del Pueblo, se corre el riesgo de ser socialmente considerado un alcahuete. Un botón.
Debe aceptarse entonces como normal que sean los viejos guerrilleros reciclados, los que se dediquen a encerrar, a canilla libre, a los enemigos decrépitos que no pudieron vencer en su oportunidad. Cuando adherían a los recetarios revolucionarios que carecían de destino, pero que cuentan con el reconocimiento de la posteridad del hoy.
Vaya mi aporte a la idea básica que comparto. Debe darse, desde el pensamiento, una respuesta superior a las emociones del repudio. A las convocatorias movilizadoras. Que cumplen su rol.
Oberdan Rocamora.- No termino de bajar la información que junto, acerca de las llaves misteriosas de López. Ni de analizar el comportamiento de la familia, del que desconfía tanto la justicia como la policía. Cuando me sorprendo, de pronto, que tengo que salir a investigar la desaparición de Gerez. El albañil que debió interrumpir, obligadamente, el trayecto elemental hacia la carnicería.
Jota Jota López se fue solo hacia Atalaya. En cambio Gerez nunca llegó a la carnicería.
En ambos casos, suenan motivos testimoniales. Contra los policías de la provincia de Buenos Aires. El colectivo acaso mejor preparado para la represión que eternamente se va a analizar.
En apariencias, en una lectura perimetral, los patasnegras desplazados, clandestinamente organizados, comienzan a exhibir una suerte de violenta resistencia contra las desprolijidades de la purificación. Al contrario de los sectores ofendidos de las fuerzas armadas. Los que se retrotraen, expresan sus rencores por Internet, y parecen carecer del piso en materia de humillación.
A López se lo llevaron, según mi información, con su consentimiento, desde el Atalaya. Y vaya a saberse hacia dónde. Participó concientemente, a mi criterio, de algún operativo que salió mal. Un operativo inútil, con un objetivo que resultó superado por la dinámica de los acontecimientos.
Y finalmente lo tuvieron que quemar. Conste que no hablo en sentido metafórico.
Espero que a Gerez la policía salga a buscarlo de verdad. Que no salgan a rastrillar para la televisión, y con caballos de calesita. Por zanjones donde seguramente van a encontrar otros cadáveres.
Debo coincidir con Alonso D’Amomio acerca de la estrategia de la irresponsabilidad.
Saben, los que me conocen, que me importa muy poco, cuando investigo, lo que pienso previamente del asunto. En general, los comunicadores buscan datos que confirmen aquello que piensan con anterioridad. Prefiero sumergirme en los caminos de la información, sin teorizar.
Sin embargo me parece percibir que las desapariciones distan de ser una consecuencia. De las persecuciones judiciales que se estimulan, a los efectos de profundizar las grietas del pasado.
Lejos de ser la consecuencia, intuyo que las desapariciones son el objetivo.
A los efectos estratégicamente irresponsables de volver a la ceguera total.
Para entretenernos, para masacrarnos ideológicamente con las discusiones sobre muertes de los Montoneros y la barbarie de los Represores. Mientras tanto pasa, más inadvertida, la catástrofe financiera de otras causas. De acuerdo a estos códigos de interpretación, Infinity, por ejemplo, me preocupa más que la Triple A.
Más que el batifondo internacional que generan las indagatorias de Oyarbide, a los imberbes que gobiernan debe preocuparles, bastante más, el avance de López Bizcayart. Entre las facturas truchas de Infinity.
Después de todo movilizarnos y dividirnos puede ser una genialidad. Por el neomodernismo de las desapariciones. Por el historicismo perpetuo de los castigos ejemplares para los torturadores. Mientras prospera, hasta hacerse imbatible, el Sistema Recaudatorio de Acumulación.
J.A.- Bien, ya tendremos tiempo de analizar La Triple A, y hasta Infinity, durante el próximo año. Como la sorprendente precocidad de Patti. En el 72, sin haber cumplido los 20 años, según Gerez, el nuevo desaparecido, Patti ya era la voz cantante de un coro de represores.
Pero no los convoqué para hablar de Patti sino para despedir el año. Y para despedir a Joaquín Van Der Ramos, quien, conmovido y en silencio, abandona la cotidianeidad del Portal. Para dedicarse a la docencia. A dar sus clases magistrales de Ética y Comunicación en universidades de Europa y Estados Unidos. Le deseamos, Joaquín, la suerte que merece. Y la que pueda lograr, con su capacidad analítica. Su sitio de analista va a ocuparlo el amigo Osiris Alonso D’Amomio.
Conste que Osiris es el director del Departamento Geopolítico de la Consultora Oximoron. Que renueva el convenio, de exclusividad, con el Portal. Sabrán también que se asistieron a algunos cambios en la jerarquía de la Consultora Oximoron, de la que también comienzo a formar parte.
Su fundadora, la señora Analía Graciela de Mora y Puceiro, fue contratada por la prestigiosa Hawkins International Consultant. Analía ya se instaló en Washington. En su reemplazo, como director general, queda Aurelio Rosendo Carballo y Araujo. Se disculpó Aurelio de acompañarnos, porque ya se instaló, hasta mediados de enero, en Punta del Este. Para contener, como dice, al decano Roberto García.
Puedo anticiparles que el encuentro de homenaje, a nuestros amigos, por haber llegado al envío número 300, lo haremos en febrero. Después del receso veraniego. Y sepan que, para el año próximo, se nos integrará un cronista deportivo que sabrá destacarse. Es Dante Lucero Peña.
Resta decirles que estoy conforme con el trabajo de ustedes. Que los felicito y les agradezco. Al que se va, como Joaquín Van Der Ramos. Como al inseparable Oberdan Rocamora, que se queda. Junto a Osiris Alonso D’Amomio. Y con la presencia protectora de Medea Lobotrico-Powell. Ella nos envía las ondas más positivas, desde Antibes. Y debe despejarnos, espero, de las ondas que vienen en sentido contrario.
Como diría Medea, alzo mi copa para decirles: Prosperidad en el Año Dorado.
(desgrabación a cargo de Carolina Mantegari, para JorgeAsisDigital).
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