El tercer hombre
El Ener, aunque sea también Jano Kinder y Martín Salazar, no es un Perejil. Tampoco es el asesino de Luis. Falta el otro.
Miniseries
A Bartolomé, tan luego, para evitar la prosperidad de habladurías maliciosas, es a quien más debería interesarle el esclarecimiento rápido del crimen de Luis Emilio Mitre.
Entonces Bartolomé necesita que logren detenerlo, pronto, al Ener.
Para que el Ener conduzca, los pasos de la investigación, hacia «el tercer hombre».
Como la novela homónima de Graham Greene, «El tercer hombre», base del film que pasó a la historia como de Orson Welles. Aunque fue dirigido por Carol Reed.
Sin grandes fundamentos, brotan las perversiones de las sospechas.
Hasta en la recoleta intimidad de los estrados familiares.
Aunque nadie se atreva, de frente, hasta hoy, a Bartolo, a notificárselo.
El corporativismo del silencio
Mientras tanto, sin simulación ni atisbos de pudor, se impone el corporativismo del silencio.
Un silencio que se convirtió en el mayor punto de acuerdo, casi unificador, entre el gobierno y La Nación.
Desde la violencia ceremonial, transcurrida en la noche funesta del viernes 30 de diciembre, hasta después del mediodía del lunes 2, cuando se descubrió el cadáver, el escenario del crimen pudo haberse modificado.
Más de cincuenta horas de tiempo también muerto. Como el infortunado Luis que yacía, cubierto con una sábana estampada de azules, en aquel departamento de Posadas.
La precipitada impericia, en cierto modo justificable, no logró evitar que familiares cercanos, con explicable conmoción, besaran y tocaran al muerto.
Y que se llevaran, también, el mismo lunes, algunos papeles, distintos objetos.
Que aparecieran, o desaparecieran, eventuales «pitutos».
«Debieron, en teoría, haber clausurado el escenario de inmediato», nos dice, con la solvente impunidad del observador, una calificada voz de la justicia.
«Y no dejar pasar ni tocar a nadie. Ni que se llevaran ningún papel. Cualquiera puede ser un sospechoso».
Aceptemos, en defensa de los responsables, que cuesta atreverse a acotar los dolorosos impulsos de cualquier deudo que sea portador de la contundencia de semejante apellido. Mitre.
Prensa independiente
Desde los días posteriores al crimen, hasta el lector más distraído puede percibir que La Nación parece haber atenuado la potencia de los dardos críticos hacia el gobierno.
Conste que la publicación dista aún de ofrecer la destreza del salto de garrocha hacia el oficialismo. Muy lejos de alcanzar el grado de servicialismo humillante, por ejemplo, de Página 12, el folletín del socio diario Clarín.
Caracterizado siempre, el Gran Diario, por el transitorio colaboracionismo que evoca aquellas tácticas sintetizadas en una frase. «Cobro y me voy».
Sin embargo, puede afirmarse que La Nación ya casi se encuentra a la par, por lo menos, en el rubro complacencia y docilidad, de Ámbito Financiero.
De todos modos, la mayoritaria línea editorial del silencio, practicada con respecto a los accionistas asesinados, presenta ciertas vulnerabilidades que sorprenden.
Ocurre que el interés editorial por la dilucidación del crimen de Mitre es, en La Nación, inversamente proporcional al interés manifestado, por ejemplo, en los pormenores del crimen del joven Malvino. Ocurrido en Ferrugem, especie de San Clemente del Tuyú del sur brasileño.
Aquel cascote del horror, fue cubierto hasta con un enviado especial.
Acontece que, hasta para el horror, la indagación es selectiva.
Nunca puede ser lo mismo manosear los honores de un inflamado Braun Billinghurst, de la guía de Corrientes, que merodear las flojedades de quienes tienen la responsabilidad, o el infortunio, de crecer con la equívoca obligación de mantener un futuro de estatua.
MASCARAS
Si la investigación avanza, al menos con lentitud, y sin pitutos, es, en gran parte, por el periodismo.
Y por la providencial incontinencia comunicadora del Ener.
El angelito exterminador, el más sospechado, provisto de cierta inteligencia patológica.
Vive informatizado. Conectado además con las máscaras de varias identidades, fácilmente detectables. Entrecruzadas con diversas direcciones de correos.
Y perseguido con sistemática duplicidad. Por ejemplo ahora, lo persigue la policía, que tiene orden de captura. Sin embargo lo persiguen también presumibles sicarios, los contratados por los poderosos que necesitan encontrarlo antes que la policía.
Para, por las dudas, matarlo.
Rompecabezas electrónico
La información se presenta con la difusa complejidad del rompecabezas. .
El Ener, aceptémoslo, dista de ser un perejil. Sobre todo si el Ener resulta ser también Jano Kinder.
Trátase, Jano Kinder, del presunto asesino confeso.
El 13 de enero, Jano Kinder envió a nuestro Portal un correo titulado «La verdad sobre el caso Mitre». Lo leímos recién el 20.
El 23 apareció, aquí, «Crimen imperfecto». Donde se elabora la información proporcionada por Jano Kinder, quien nos escribía desde la dirección rusac0000@yahoo.com.ar .
Datos que fueron, según nuestras fuentes, a pesar de todo, en gran parte corroborados.
Aunque recién el martes 24, es decir, 26 días después del crimen. Cuando el escenario ya contenía la inconveniencia de haber sido, en exceso, manoseado.
Fue pocas horas antes que se les entregara, a los tres hermanos Mitre, el departamento mortal, de Posadas al 1400.
Se elevó entonces la tesis del crimen por encargo. Que debía ser presentado, por los dos asesinos, como un suicidio. Aunque, por la inesperada resistencia de Mitre, los asesinos -según la teoría- debieron golpearlo de más, en el cuello.
Contó aquel Jano Kinder que, en virtud del fracaso escenográfico, los temibles poderosos que los contrataron, se resistieron a abonarles la otra mitad del precio acordado.
Temían entonces, según la especie, que los mataran.
Aquel primer mail de Jano Kinder fue retransmitido a personal jerárquico de la Comisaría 17. Por correo electrónico. Mecanismo que permitió omitir una línea y media del texto.
Por cuestiones de buen gusto. De manejos de los tiempos narrativos que, en su momento, se van a aclarar. En lo posible, al final de este despacho.
Con idéntica omisión, el mail fue divulgado por el Portal Urgente 24.
Junto a otro segundo mail del mismo remitente, pero que utilizaba ahora, en lugar de Jano Kinder, el nombre Martín Salazar.
Y con una dirección de correo levemente adulterada, rusac0001@yahoo.com.ar
En este mensaje, Martín Salazar, el ex Jano Kinder, contaba que había pasado un fin de semana aterrador. Y que se iba, con su socio y cómplice, del país.
Que renunciaban a cobrar la otra parte que les correspondía por la ceremonia criminal.
Que había leído un reportaje a la hermana, María Elisa Mitre, en Noticias, donde se hablaba de mafias y se tildaba, al Ener, de «pobre tipo».
Coincidía Salazar, el ex Jano, con ella, en que el Ener era un Perejil.
Los nuevos datos sirvieron para componer «Garciabelsuncitis aguda».
Nos comimos el amague de difundir que el Ener es un Perejil.
Sin sospechar, aún, que tanto Jano Kinder, como Martín Salazar, como el Ener, podían ser la misma persona..
Se asiste entonces a la literaria complejidad de un cuadro esquizoide. Como aquel que magistralmente compusiera Anthony Perkins, en Psicosis, para la cultura del blanco y negro.
Ambos mensajes fueron retransmitidos también a Noticias.
Fue entonces la redacción del semanario donde cotejan, con sagacidad, los mails de Jano Kinder y Martín Salazar, con otros correos recibidos, por ellos, del Ener.
Donde surge, de nuevo, el nombre Jano. Pero como «gasparjano», el «password» de una de las direcciones que solía utilizar el Ener.
Para ejercer, ocasionalmente, la seducción profesional en publicaciones del universo gay.
Entonces Ener de ningún modo es un Perejil. Aunque difícilmente sea el asesino.
Al menos, el único asesino.
Nuestras fuentes indican que lo buscan, al Ener, por Hurlingham.
Trátase de los pagos de Tito Lusiardo, alias Juanjo.
Con las fotografías divulgadas por Noticias, se supone que la tarea de capturarlo debiera resultar un juego de niños. Fácil como encontrar un taxi libre en la Avenida de Mayo, durante una mañana sin piqueteros.
Sin embargo, El Ener se da el lujo de pelearse, al menos hasta la tarde de ayer, por correo electrónico, con Darío Gallo, de Noticias.
Téngase en cuenta que Ener le envió varios mails beligerantes a Gallo.
Sin embargo, sofisticados especialistas aún no alcanzan a detectar desde donde fueron enviados.
Debe rondar, necesitado de dinero, por los cyber de Buenos Aires.
Tercer Hombre
Aunque el encargado de capturarlo sea el general Alais, al Ener tienen que encontrarlo.
Porque el Ener es elemento clave para averiguar quién es el tercer hombre que falta en el rompecabezas.
El Tercer Hombre que es, casi seguramente, el asesino de Luis Emilio Mitre.
El Tercer Hombre debió entrar, en el edificio de Posadas, acompañado del Segundo Hombre, encargado de facilitar el acceso.
El Segundo Hombre era el Ener. Que llegaba, apenas, para entregarlo, al Primer Hombre, el muerto.
Iba hacia la última cita con el próximo desdichado que lo llamaba, con la irreverencia del afecto cercano al amor, El Energúmeno.
En todo caso, el Tercer Hombre es el único que podría llevarnos, casi como por un tubo, hacia quienes los contrataron como sicarios.
Para construir la ceremonia altiva del suicidio, que se convirtió, al fin y al cabo, en el espanto de un crimen vulgar.
Para terminar, y por decisión editorial, y para acabar con la serie del Rescate, debe blanquearse aquella problemática línea y media, omitida del primer mail.
Omitida, en realidad, por inculpatoria.
Por la prudencia de sortear el severo riesgo de ser instrumentos de alguna posible extorsión.
Tres palabras finales del texto, las que, en principio, se borraron. Aludían, de manera acusatoria, a «su propia familia».
Se trascribe, textual, la posdata:
«pdt….ahora podrán negociar la deuda…………..bartolito, las deudas se pagan siempre salga como salga…..» (1)
Explícase entonces, con la impermeable circularidad de un cuento, el sentido implícito en la frase del comienzo.
A los efectos de protegerse, de los desmanes de una posible extorsión, y para evitar la prosperidad de habladurías maliciosas, Bartolomé Mitre debe ser, en adelante, el primer interesado en el esclarecimiento rápido del crimen de su hermano.
Del accionista, tan luego, que se debatía por la pendiente inclinada del destino fatal.
Del tema, aquí, no se habla más. El Suscripto no tiene más nada para decir.
Trátase del comienzo del fin.
(1).- El documento original se pone a disposición de la justicia.
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