Damas afectadas por el Síndrome TN
Carrió, Stolbizer, Zuvic, Ocaña, Alonso y Bullrich.
Artículos Nacionales
escribe Oberdán Rocamora
especial, para JorgeAsísDigital
La categoría sutil del Síndrome TN fue elaborada por el intelectual macrista menos antikirchnerista del Tercer Gobierno Radical (en adelante el TGR).
El ingenioso -invariablemente anónimo- pretendía medir el nivel de antikirchnerismo en sangre. Fue, según nuestras fuentes, durante los apasionamientos de la campaña.
El Síndrome TN alude a la fascinación cultural, casi enfermiza, por formular declaraciones instrumentales en TN, el canal de cable del Grupo Clarín. Trata del afán por destacarse en el aire de los colegas superiores. Como Bonelli, Castro, los Leuco, Morales Solá, o Van der Kooy. O por la ostensible rutina de ser consultados con frecuencia en las diversas franjas de los noticieros, por lo general animados por locutores que suelen encantarse con la auto-referencia.
Aquí podrá esgrimirse alguna precipitada «cuestión de género». Es, en todo caso, injusta. Ocurre que las más afectadas por el Síndrome TN son cuatro excelentes damas. Basan sus consagratorias carreras a través de las denuncias impactantes.
Quien más reluce, con justa opulencia, es la emblemática señora Elisa Carrió. Arrastra la magnitud del Síndrome también por los otros canales. Con conductores similares, como Majul o Fantino, los que suelen destacarse a menudo por el poder principal de la lengua de Carrió. Con la virulencia interpretada, con la articulación conceptual, todos los comunicadores consiguen ratings que estremecen.
Claro que el Síndrome TN le fue contagiado a la competidora principal de Carrió. Se trata de la buena señora Margarita Stolbizer, que es menos espectacular, monocorde pero efectiva. Pero también se contagió la señora Mariana Zuvic, aunque presenta otro inconveniente. Arrastra Zuvic el calvario de ser la más linda de las cuatro y debe escenográficamente demostrarlo. Por último, tomada por el mismo síndrome denunciador de referencia, merece citarse a la señora Graciela Ocaña.
Aparte, cabe consignar que, al formar parte del Ejecutivo del TGR, dos damas igualmente afectadas debieron atenuar las apariciones estables que caracteriza a las portadoras del síndrome.
En primer lugar la señora Patricia Bullrich, que carga con una biografía indispensable para entender las claves de la historia argentina contemporánea. Es ministra de Seguridad.
Cierra la lista de damas afectadas la simpática señora Laura Alonso, desperdiciada damisela que se encarga de la Oficina Anticorrupción.
Competencia Carrió-Stolbizer
Si directamente no conduce, al menos puede asegurarse que Carrió, con la cal ilusoria, le marca la cancha al TGR. Desacomoda, a menudo, a quien defiende. Mauricio, el conducido.
Con (o sobre todo sin) la complacencia de Mauricio, Carrió suele abrir diversos frentes de conflicto, a través del machete del lenguaje. En general sobre las primeras figuras del espectáculo del poder establecido. Sin ir más lejos, contra el Papa Francisco, aunque «le produce un gran dolor». O con el doctor Ricardo Lorenzetti.
Pero también Carrió desparrama condenas por doquier sobre otras figuras, de la magnitud de Sergio Massa, estadista en germen. O de Daniel Angelici. Acusa a Angelici de hacer las operaciones sobre los jueces, que prefiere encarar ella.
Sin embargo Carrió debe fastidiarse con las proyecciones de la competidora primordial. Por lo general, Stolbizer marcha un paso más adelante que Carrió. Últimamente la supera con una causa que merece figurar en el libro UPA del despojo. Con un mecanismo de regla de tres simple, Stolbizer instala audazmente a La Doctora (a la que unánimemente todas admiran) como jefa de la Asociación Ilícita.
La osadía de Stolbizer obliga a Carrió a diferenciarse y atenuar las culpas de La Doctora, de quien fue amiga. Juntas compartieron papelones unificadores. Inolvidables, como aquel papelón de la comisión investigadora que aguardaba las cajas con papeles esclarecedores de Estados Unidos. Para diferenciarse de Stolbizer, Carrió prefiere apuntarle, convenientemente, a Julio De Vido, la ficha más costosa del kirchnerismo. Y agrega al caballito de batalla a Aníbal Fernández. Redituablemente condenado por las damas afectadas, Aníbal resultó fundamental para la irrupción triunfal del TGR.
Monotemas
Zuvic, la más linda de las damas afectadas por el Síndrome TN, suele destacarse en el conjunto por el conocimiento profundo del mono-tema. La corrupción del kirchnerismo, que arrastra «la república» desde «la provincia de Santa Cruz». Podría Zuvic dedicarse a temas más enaltecedores, pero por su credibilidad, desde la plana máxima del TGR le suplican que recite el monotema en todos los programas. A los almuerzos de domingo o a las noches de sábado con la señora Mirtha, o incluso hasta al avioncito de Roberto García, a los efectos de castigar la mafia del kirchnerismo, con informaciones medulares y convicción penetrante.
Otra afectada por el Síndrome TN, de denuncia rápida y fácil, es Ocaña. Llegó al kirchnerismo avalada por la potencia transitoria del poeta Alberto Fernández. Entonces Ocaña alcanzó a ser ministra de Salud del gobierno que hoy pulveriza sin reparos, al mejor estilo impuesto por el Chiquito Arnold, que acompañó durante ocho años al Furia sin imaginar que era un corrupto. Ocaña compartía funciones con muchos de los que hoy están impugnados. Durante su gestión Ocaña supo preocuparse especialmente en que nadie se llevara una moneda que no le perteneciera. E investigaba celosamente y combatía a los antecesores que tal vez se las habían llevado (las monedas). Sumida en semejante combate agotador por la transparencia la pobre fue ingratamente sorprendida por la inoportuna peste del dengue.
Con las cuatro damas copadoras, afectadas por el Síndrome TN, puede decirse que casi no queda lugar para ninguna otra denunciadora más. Pero se amontonan demasiadas aspirantes que quieren largarse a denunciar. Aunque difícilmente puedan ocupar la plaza reservada para las dos portadoras que hoy tanto se extrañan. Laurita Alonso y -sobre todo- Patricia Bullrich, la dama ideal -reitérase- para interpretar los últimos cuarenta años de la historia argentina. Desde la adolescencia directa de los Montoneros del creativo Galimberti hasta la madurez monótona del denso TGR. Con escalas ruteras en el periplo transformador de Menem, en el tránsito de Duhalde y en el lamento perpetuo de De la Rúa, presidente del Segundo Gobierno Radical.
Oberdán Rocamora
para JorgeAsisDigital.com
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