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Carancheados y carancheadores

Por el documento de San Fernando los radicales pasan a la ofensiva.

Oberdan Rocamora - 18 de noviembre 2014

Artículos Nacionales

Carancheados y carancheadoresescribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial
para JorgeAsísDigital

«Hay que aceptar que UNEN fue una muy mala idea», dijo Oscar Aguad, El Radical del PRO, en la cumbre radical de San Fernando.
«Imagínense que en Córdoba tenga que ir aliado a Pino Solanas, salgo quinto», insistió.
Aquí fue cuando Ernesto Sanz, La Eterna Esperanza Blanca, el presidente del partido, casi se larga a hablar. Pero se contuvo, para limitarse a dar la palabra, como Santiago Moro, un eficaz maestro de ceremonias.
Sabía Sanz que la cumbrecita de San Fernando se celebraba, en el fondo, a su pesar. Contra él y también contra Enrique Nosiglia, El Richelieu. El estratega que estaba en el juego. Consistía en aliarse con Mauricio Macri, El Niño Cincuentón. En coincidencia armónicamente insólita con su enemiga íntima, la señora Elisa Carrió, La Demoledora, que se había escapado de la UCR para formar varias congregaciones demolidas. Ahora volvían a confluir, juntitos, unidos por la magia del macricaputismo.
«Nos hacen formar parte de UNEN, pero si el año que viene queremos ganar en alguna parte tenemos que aliarnos con Macri o con Massa».

Los radicales reaccionan. Como si no estuvieran atravesados por ninguna crisis de identidad, tan política como cultural.
Carancheados y carancheadoresCon el documento de San Fernando los radicales evitan (o por lo menos postergan) el riesgo clavado del despedazamiento.
Sin embargo brota, curiosamente, de pronto, entre la sucesión de magullones, algo parecido a la fortaleza. Como si no fueran apenas protagonistas del exitoso braguetazo de coraje cívico.
Venían exhaustos, apedreados, carancheados. Pero a tiempo se dieron cuenta que, sin los radicales, ni Massa ni Macri se encuentran en condiciones de improvisar, en el plano nacional, ninguna estructura presentable.
«Sin nosotros los radicales, Massa y Macri valen menos en el mercado. Por su cuenta, sin nosotros, no pueden armar nada relevante», confirma la Garganta.
Según la interpretación, si Massa y Macri disputaban La Batalla por los Radicales (cliquear), no era porque estuvieran fuertes. Al contrario, si se entregaban a la aventura de caranchearlos, era una muestra de debilidad.

Cambio de escenario

El documento de San Fernando marca el amague de acudir, con candidatos propios, hacia la presidencial de 2015.
De esta manera los acosados radicales ganan, en principio, tiempo. Tal vez, hasta la eternidad de marzo. Dilatan las decisiones de fondo y cambian, con la mera simpleza del gesto, el escenario político.
Entonces pasan, de carambola, a la ofensiva. Los carancheados se sacan de encima, transitoriamente, la urgencia mediática de las alianzas. Una cuestión transferida que pasa a ser, en adelante, un problema para los carancheadores. Para Macri, pero sobre todo para Sergio Massa, Titular de la Franja de Massa.
Carancheados y carancheadoresPor los avances fotográficos sobre los radicales, fue Massa quien precipitó la ceremonia de retiro espiritual. La catarsis grupal de juntarse. Por la postal de Massa con Morales, El Milagritos, en Jujuy, o con Cano en Tucumán. Llegó hasta el paroxismo con el indemne Artaza, entre las naranjas cortadas de Corrientes.
A propósito, en San Fernando, con seriedad, Nito Artaza propuso una idea que sólo podía digerirse, según nuestras fuentes, con sentido del humor.
«Hagamos una lista testimonial».
Justo cuando los radicales se preparan para cobrar mejor.

Límites radicales

Hartos de ser carancheados, tomados como meras prendas del botín, los radicales ponen límites. Marcan la cancha.
Basta con el amague declaracionista para tomar distancia de los dos «portuarios» del primer plano. Los que basan la legitimidad exclusivamente en Buenos Aires. La Provincia Inviable, Massa. El Artificio Autónomo de la Capital, Macri.
En una primera lectura, Massa y Macri prosiguen escriturados en la centralidad de la pelea. Pero algo heridos, aunque no lo reconozcan.
Habilitados, si se ajustan a los términos del documento dilatador, solo para armar coaliciones con los radicales en las provincias.
Es como si los radicales, de repente agrandados, en otra vuelta de la tuerca, ahora les dijeran:
«Arreglemos en las provincias, pero la presidencia es para nosotros».
Los carancheados pretenden caranchear a los carancheadores.

Hacia la contienda de los vices

Carancheados y carancheadoresComo corresponde a cualquier reunión radical, se registraron algunas chicanas moderadas, pero impresionistas.
«Alfonsín, no podés reclamar por la pureza partidaria y oponerte a los arreglos. Si vos arreglaste con de Narváez y tu viejo acordó con Menem».

Quien sale algo beneficiado, del goulash de San Fernando, es Julio Cobos, El Malvinero Sentimental. Sin los ostensibles machucones que se lleva Morales, por la sonrisa con Massa, y por proponer una interna multipartidaria. Ni con los magullones de Sanz, por Macri, aunque le permitieron salvar la ropa. No cuestionaron su presidencia.
Cobos mantiene las ilusiones reales de pelear la presidencia. Tal vez para combatir, si lo suyo prospera, en un cuerpo a cuerpo, con el otro beneficiado pero indirecto.
Daniel Scioli, el líder de la Línea Aire y Sol. Percibe que caen golpes sobre las tácticas de sus dos rivales portuarios.
Sería un amable combate de fondo entre los dos vicepresidentes, del kirchnerismo y del cristinismo.

Al cierre del despacho, trasciende que ninguno de los dos, ni Massa ni Macri, se da por aludido. Ni asume la magnitud de los golpes.
Al contrario, se muestran felices. Diríase más, según nuestras fuentes, casi aliviados.
Carancheados y carancheadoresEn el fondo los dos temían que los radicales decidieran hacer la interna general, entre todos los opositores, la unión que reclama el analfabetismo funcional.
Hubiera sido, a nuestro criterio, el peor error. Porque cualquier peronista que se precie siempre quiere tener enfrente la reedición de una Unión Democrática a la carta.
Pero debe coincidirse que los radicales, con su reacción, modifican el tablero. Aunque sea para ganar (o lo que es lo mismo perder) un poco de tiempo.

Oberdán Rocamora
para JorgeAsisDigital.com

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