Juego para perversos
CRISTINA, MAURICIO Y DANIEL (V): Scioli, Macri y Massa. Tres que quieren suceder a Nuestra César, que quiere quedarse.
Miniseries
escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial
para JorgeAsísDigital
“Esto no es para ansiosos.
Es para perversos”.
Anónimo de Asís. Siglo Veinte.
La consagrada miniserie del Portal “Cristina, Mauricio y Daniel” (cliquear), en su quinto capítulo, se enriquece con la irrupción de Sergio.
Es Sergio Massa, La Rata del Tigre.
La cuestión se resuelve, otra vez, en Buenos Aires, la provincia inviable. Entre severas desconfianzas que se entrecruzan. Donde De la Sota, El Cordobés Profesional, samurai 5, no tiene aún un diseño de peso.
Apartados de la superstición del peronismo, tampoco se registra alguna presencia demasiado valorable de Cobos, El No Positivo, samurai 7. Y ni siquiera de Binner, El John Wayne de El Hombre Quieto, samurai 6. A pesar del entusiasmo lateral de la señora Stolbizer.
Hay tres protagonistas principales que quieren ser y uno que quiere (debe) seguir.
La ecuación es de regla de tres simple y la confusión es, después de todo, diáfana.
Daniel Scioli, Líder de la línea Aire y Sol, samurai 1. Mauricio Macri, El Niño Cincuentón, samurai 2. Y Sergio Massa, que forma parte del caudaloso pelotón (de aspirantes a samuráis).
Son los que quieren ser Presidentes. Suplirla. A Cristina, Nuestra César, la samurai 4, que quiere (debe) quedarse. Aunque constitucionalmente tenga que irse.
Pero los cristinistas no se resignan, al menos hasta el cierre del despacho, a asumir que se les acabó la peripecia histórica. Y que les aguarda, más allá del poder, implacablemente, el castigo. A través de sus diversos rostros.
Desde Brasil les llega el riesgoso rostro desesperadamente peor. Es la peste subcontinental de transparencia. Trasciende que se receta desde el Norte. Nuevo consenso que registra el cambio de la onda.
“Así como en los ochenta los gringos se cansaron de los dictadores -confirma la Garganta- en los 2010 se cansaron de los demócratas corruptos”.
Comparado con la devastación que se registró en el ciclo kirchner-cristinista, el “mensalao” fue un juego inocente, despreocupo, infantil. De ronda. Como el cántico que alude al Puente de Avignon.
Paranoias fundamentadas
Los tres protagonistas que quieren ser se desconfían. Entre sí.
Los tres creen que el otro arregló, o está por arreglar, con quien necesita quedarse para no sucumbir. Nuestra César, que mantiene un piso cautivo de 30 puntos. Demasiado en cualquier distrito. Sustancial en la provincia (inviable).
“Cristina ya eligió el rival. Es Macri”.
“¿O lo eligió como sucesor?”, plantea la Garganta.
La paranoia siempre encuentra fundamentos inteligentes. Cierran.
El idilio por arriba, entre los macricaputistas y los cristinistas, es disimulado -para los paranoicos- por las turbulencias que transcurren abajo.
“Massa quiere que Scioli rompa con Cristina y así acompañarlo como Gobernador”, asegura otra Garganta correcta.
Aunque los sciolistas temen que, desde el massismo, los induzcan hacia la ruptura. Para que finalmente Massa sea el candidato de Cristina.
Y no Alicia Kirchner, La Fotocopia, que se cree también, según nuestras fuentes, con derecho a la sucesión. Portación de rostro y de sangre.
“¿Acaso viste alguien de La Cámpora, Rocamora, o de Unidos y Organizados, que vaya a molestarlo a Massa, al Tigre?”.
De todos modos, Massa prosigue con las inalterables vueltas a la rotonda y mantiene tres posiciones por día. Atormentan a los perspicaces que trafican el oficio de operadores.
Desde El Chupete, el único Chupete, hasta Tito Lusiardo, alias Juanjo. O el desventurado banquero que fue mordido por su perro. O Gilberto, el alcalde experto y sensato.
Entre las vacilaciones de la rotonda, la posición dominante de Massa, masajeado por el favoritismo de las encuestas, consiste en lanzarse en 2013, como diputado. Para ser, si gana, en 2015, presidenciable. A los 43 años. No está malo el proyecto.
Por su parte los macricaputistas, con sostenibles fundamentos para la paranoia, desconfían de Scioli.
Aseguran lo obvio. Que Aire y Sol ya “arregló con Cristina”. Si nunca, que se sepa, rompió.
El arreglo Aire y Sol-Nuestra César, que percibe el macricaputismo, consiste en la entrega “de las listas”.
“Para que Cristina ponga los Mariottos que se le ocurran”.
Este acto de fe le posibilita a Aire y Sol -para los macricaputistas- la organización de actos multitudinarios.
Para que lo escuchen a Scioli, y no, como correspondería, a Ricardo Arjona.
Creen que si “Scioli avanza sobre Macri” (cliquear), es por precisas instrucciones de Nuestra César.
Así sea por la cuestión trascendental de la basura. Debiera preocupar (la basura) casi tanto como la energía. Dos dramas que el cristinismo se puso de sombrero.
Si se larga Massa, por adentro o por afuera, y si Scioli ya pactó con Cristina, si verdaderamente quiere pesar, el macricaputismo tendrá que producir un desembarco extraordinario en la provincia (inviable) de Buenos Aires.
Con su cuadro emblemático. El Niño Cincuentón. Macri.
“Olvidate, si baja Macri desde la jefatura es por la Capital, en la provincia tiene que ir Francisco”, cincha otra Garganta. Alude a Francisco De Narváez, El Roiter, Caudillo Popular desperdiciado.
Pero El Roiter, según nuestras fuentes, es un vaso comunicante. Puede asegurarse que hoy mantiene mejores relaciones con Scioli que con Macri. Sin descuidar, por las dudas, a Massa.
Los que se resisten a la idea que Mauricio vaya a la provincia, son los que prefieren asegurar el control del Artificio Autónomo de la Capital. Donde crece, paradójicamente, la perspectiva Lavagna, La Esfinge.
Roberto Lavagna los tienta, según nuestras fuentes, a los tres que quieren ser. Principalmente a Scioli.
Claro que, con un Lavagna triunfante en el Artificio Autónomo, o con una elección decorosa, habría que preparar la mesa para otro comensal.
Poner cubiertos para La Esfinge.
“Si Lavagna tiene un buen rol en 2013, ¿cómo lo parás para 2015?”, inquiere otra Garganta.
Mientras se sabe deseado, pensado, Lavagna recorre el espinel. Pretexta que es candidato sólo si existe la petulancia de un proyecto nacional. Y quien lo financie.
La Esfinge recorre (el espinel) con la misma perseverancia que Massa utiliza para dar vueltas en la rotonda. Sin decidirse por ningún camino.
Después de todo este no es un juego para ansiosos. Es para perversos.
Polvo y espanto
Significa constatar que la que no se quiere ir -aunque debe irse- condiciona los pasos de los que ambicionan sucederla.
En el juego lento, ideal para los perversos, Nuestra César amenaza con recomponerse.
“La Cigarra exhausta”, cliquear, es inagotable. Aún mantiene interés en otra resurrección.
Para 2013 se aguarda, en los distritos, según nuestras fuentes, una invasión de billetes crocantes. Recién sacados del horno por Vandenbroele. Con la firme pasión estructural de “darle a la maquinita”. Aunque influya en el detalle menor, nunca asumido, de la inflación.
Pero de lo que se trata, en el juego para perversos, es de ganar. Y que la factura sea abonada, en todo caso, por el desgraciado que se encargue de la desastrosa herencia a recibirse.
“Polvo y espanto”. Como en la novela del olvidado Abelardo Arias.
“Polvo” de las construcciones. Para algarabía de los mini-gobernadores, que aguardan los billetes crocantes. Impiden el salto. Los retiene.
“Espanto” del que suceda al cristinismo. Aunque se la va a ingeniar para lanzar la catástrofe hacia adelante.
También, se vislumbra alguna apertura del cepo. Podrá tomarse como un desahogo. Un alivio frívolo para las capas medias.
Por último, una vuelta de tuerca que produce la extraña transferencia. El cambio argumental, en las cuestiones relativas a la justicia.
Con un relato más acorde con el que conectan centenas de miles de ciudadanos que pagan impuestos y reclaman seguridad. Aunque le traiga, aquí, alguna disconformidad. Con los progresistas de “decepción rápida” que representan uno de sus pocos pilares. Como los del CELS, que orienta Verbitsky, del Movimiento Todos por Horacio.
Se asiste al retroceso del garantismo excesivo que pregonaron los exponentes que pretendieron hacerse de la cabeza del ministro Casal. Para colgarla en la pared. Y así obligarlo a Scioli, en tiempos pretéritos de ofensiva, a enrolarse en la línea demencial que enarbolaba, en materia de seguridad, el gobierno nacional. Con la señora Nilda Garré. Bastante acotada, pobrecita, por las sobreactuaciones del interventor Berni. Trátase del funcionario que llegó para proporcionarle al cristinismo un poco de alegría. A través de sus formidables irrupciones mediáticas. Aunque no tenga la menor idea del perverso que le quemó, en el juego, las 75 motos Yamaha. En la Base de la Gendarmería, en Mercedes, localidad de la provincia (inviable).
Oberdán Rocamora
para JorgeAsisDigital.com
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