El Picado (I)
Gana Duhalde, pero se catapulta Rodríguez Saa.
Artículos Nacionales
Gana Eduardo Duhalde pero se catapulta Alberto Rodríguez Saa.
Evaluación del primer picado. Interna del cismático Club de Gobernadores del Peronismo Federal.
Picado porque los jugadores decidieron abandonar la cancha grande del peronismo. Para jugar un «picadito». Entre ellos.
Pero el picado se pone apasionante. Sobre todo si el suspenso, que generan las expectativas, es acompañado por la declinación de quienes se aferran a las fragilidades del peronismo oficial. De su exclusiva -y única- candidata. Cristina. Sin Cristina hoy se autodestruyen. Como aquellas cintas de las películas de espionaje. Blanco y negro.
Generaciones
Para votar, en la escuela de Córdoba al 1900, el autor, sexagenario algo crítico del PF, hizo una cola de una hora.
Un muchacho de 25 años, en cambio, tardó 5 minutos.
Como era el mediodía, podía inferirse que los muchachos dormían. Pero ocurre, en realidad, un dilema generacional. El mercado electoral del Peronismo Federal tiene que ver con la madurez. Con los consolidados, definitivamente, en la oposición, ante el hartazgo del kirchnerismo.
Implica también el gran desafío pendiente. Tanto en Duhalde como en Rodríguez Saa. Diseñar algo parecido a un futuro. Encontrar un lenguaje para dirigirse a la gran mayoría de los electores que votan por segunda, acaso por primera vez.
No le alcanza, a Duhalde, con la teoría de «la mujer golpeada». Con el «hambre cero» y con su refugio argumental en Lula.
Tampoco le alcanza, al Alberto, con el wi fi. Con el genérico «mundo de las ideas». Ni con lo logrado en el Estado Libre Asociado de San Luis.
Sorpresas
33 mil votantes, para el electorado de millones, son numéricamente irrisorios. Pero representaron la primera sorpresa de «El picado». Fue un mérito. Ya que sus organizadores, ni los más entusiasmados, pensaban que podían votar más de 12 mil.
La segunda sorpresa fue el resultado. El triunfo de Duhalde, por poco más de 200 votos, mantuvo un sabor amargo. Sobre todo para los exponentes de la civilización duhaldista. Aguardaban, hasta una semana atrás, un triunfo de 8 a 2. Al extremo de preocuparse, incluso, por la continuidad del picado.
Algún duhaldista precavido confidenció acerca del temor, después de una derrota semejante, a que el Alberto se bajara.
Sin embargo ocurrió lo contrario. En la conferencia de prensa, y mientras lo abrazaba a Duhalde, el Alberto se atrevió a decir.
«Que susto se agarró el Eduardo (por Duhalde). En su bastión, la capital – exageró-, me ganó sólo por 200 votos».
Otro duhaldista, el lunes, con los girones de la retaguardia rota, dijo:
«La Cámpora mandó votar por Rodríguez Saa».
Aludía al deseo que porta la plana mayor del kirchnerismo póstumo. La destrucción de Duhalde. De Luisito Barrionuevo y del Momo. Y sobre todo el germen de la alianza con Macri.
«Pero si los duhaldistas salieron a comprar votos», confió uno de los contados responsables de la campaña de «El Alberto».
«No les alcanzaron las esposas de los militares» ironizó, por las secuelas del «voto seguridad».
De todos modos, Duhalde y Rodríguez Saa terminaron ejemplarmente abrazados. Brindaron, a través de «El picado», una saludable lección de cultura democrática. Permite incorporar cierta dosis de suspenso para los próximos picaditos, a desarrollarse en las porciones del país electoralmente despedazado.
Advertencias finales
«Dejá de llamar Barros Schelotto a los Rodríguez Saa».
«Dejá de decirle, al Alberto, el Artista Plástico».
Aconseja un buen amigo. Instiga al oportunismo de la racionalidad. Como si pidiera: «dejá de tomarlos para la j…».
«Mirá que El Alberto es peor que Kirchner», advierte otro.
Si es verdad que los kirchneristas lo prefieren a Rodríguez Saa, en desmedro de Duhalde, vaya otra advertencia. Tener presente la predilección de los alfonsinistas, en 1988, por Menem, en desmedro de Cafiero.
Al final Menem le ganó a Cafiero, pero después les ganó también a ellos.
Significa equiparar al Alberto, ahora, con aquel Menem.
Lo cierto es que a Alberto Barros Schelotto, uno de los artistas plásticos más inspirados de la última generación, se lo comienza a diseñar ya no sólo como candidato. Como probable presidente de la nación. A los botes.
«Alberto se va a instalar con la Delfina en Villate» continúa otro ingenioso barros-schelottista. Pero lo sugiere para atormentar a un ex amor de la señora Delfina, la novia que supo perfeccionar al galán maduro. «Te va a mandar una integral. Te van a perseguir con la AFIP».
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