Sanz, la esperanza blanca
El mito del Techint propio.
Artículos Nacionales
«Están rematadamente locos», dice la voz autorizada de Techint.
Ocurre que se habla, en los circuitos elitistas de la información, que Techint puso cinco millones de dólares. Para catapultar hacia la presidencia a Ernesto Sanz. Es la esperanza blanca de la Unión Cívica Radical. Otros, incluso, aseguran que Techint va a poner, o ya puso, quince millones.
«Es más fácil que el camello entre por el ojo de la aguja a que Techint ponga un palo».
El ejecutivo asegura que no pusieron un mango.
La exageración, la fantasía, el mito del Techint propio, se origina, según nuestras fuentes, en la amistad que persiste entre Ernesto Sanz, el supuesto beneficiado de la referencia, y Luis Betnaza, el altísimo ejecutivo del Grupo.
Cuentan que Betnaza quedó cautivado, tres años atrás, por las concepciones de Sanz. La tendencia a «diseñar estrategias a largo plazo», en instancias de sobremesas. Y no, como es usual, para la próxima semana.
Pero las desmentidas, para perplejidad de Betnaza, no cuentan. Ya se instaló la identificación Sanz-Techint. Y decir que aún no hay un mango, significa lanzar la provocativa primicia que puede derivar en inmediatas frustraciones.
Por lo tanto crece la confianza en el batacazo de Sanz.
«Es el único que puede cambiar el rumbo de la elección de octubre», confirma un consultor, deseoso de ser contratado. Atraído, acaso, por los dólares furtivos de don Paolo, que aún, infortunadamente, no existen.
Enigma Scioli. Enigma Macri.
La centralidad, en la política nacional, suele aportarla el peronismo. Con la ostentación -o la pedantería- de imponer la propia contestación a su hegemonía. Es la lógica perversa del trabajo de pinzas. Debería tomarse como una condena.
El peronismo, en su versión oficial, se encuentra entreverado en el artificio del Frente para la Victoria.
Trátase del espejismo de centro izquierda. Alucinación que contiene, como cuerpo extraño, al «enigma Scioli». Y a la decena de gobernadores provinciales. En un sentido práctico, influyen ostensiblemente menos que los mini-gobernadores del conurbano de Buenos Aires. Hoy arrastrados, ambos, por la visión neo-montonerista de la historia.
El menjunje anticipa otro epílogo de ruptura. De quiebre (en otro momento, de balazos).
La versión contestataria se recluye en el Club de Gobernadores del Peronismo Federal. Es otro artificio que contiene el Enigma Macri. De manera indirecta. A través del canal de Duhalde.
No obstante, para la data electoral de octubre, la centralidad del peronismo puede también desvanecerse.
Es conjeturalmente probable que se registre una sorpresa. Procede del costado radical.
No olvidar que el radicalismo, a través del suspenso de sus gestiones que culminan en fracasos, es el instrumento que utiliza siempre el peronismo. En su perversión, para recomponerse.
Es otra condena (merece un editorial de La Nación).
Para determinados inversores, visionarios entusiastas, la sorpresa puede depararla la Clonación Transformadora que representa Alfonsín. Pero también la esperanza blanca del sistema. Continuidad de la vieja Línea Nacional, aunque prefiere presentarse con barniz desarrollista. El minoritario -en alza- Ernesto Sanz. El candidato, para el vulgo, de Techint.
Según la cotización de hoy, Sanz pierde escandalosamente su interna con Ricardito Alfonsín. 7 a 3.
(Los alfonsinistas, inflamados pero preocupados, sostienen que lo golea. 8 a 2).
Cobos. Melodía de Arrabal.
El efecto Cobos parece haberse -transitoriamente- diluido.
Ocurre que Cobos se desgastó en exceso. Por la patología de ser el vicepresidente de Cristina y erigirse, durante dos años, como el principal opositor.
El descenso es consecuencia, probablemente, de la dilatada confusión de su identidad. Del litigio entre la audacia y la responsabilidad institucional.
Hoy Cobos se encuentra en la cuesta abajo. Desde donde cuesta, precisamente, remontar.
Se asiste al juego del desgaste por ciclos.
El desgaste de Cobos fue aprovechado por Alfonsín.
Desde la muerte de su padre, Alfonsín se expandió hasta la muerte de Kirchner.
En adelante, el desgaste de Alfonsín comienza a ser capitalizado por Sanz.
Para remontar, en su Melodía de Arrabal, Cobos necesita que los dos rivales internos, Alfonsín y Sanz, fraternalmente se maltraten en exceso. Hasta la recíproca devastación. Para la elección interna, desmesuradamente abierta, del 30 de Abril. Aún falta la rápida eternidad de 70 días.
Pero Sanz se beneficia del vaciamiento político de Cobos.
Cuentan, incluso, que los cobistas saltan en garrocha hacia el campo de Sanz. Clavan la garrocha en el senado, se elevan hasta aterrizar, con la garrocha, en San Rafael.
(El último, dicen, fue Katz). Saltan, los radicales eufóricos, hacia el techinismo. Aspiran a sumarse a la esperanza blanca que genera el «candidato del establecimiento».
Mientras tanto, en el neo-alfonsinismo de la Clonación, crece la bronca contra «el candidato de Techint».
Porque se sienten, si no traicionados, pasados al cuarto. Lo contaban a Sanz como propia tropa. Ya que el mendocino figuraba entre los promotores del MORENA. Es la línea que patrocina a Alfonsín. La Clonación Transformadora.
El sanzismo
Los que acompañan a Sanz, en la primera línea, distan de ser amateurs. Intentan instalar que, si Sanz da el batacazo contra Alfonsín, el radicalismo estará en la segunda vuelta.
No existe la mesa chica, ni oficina. Ni un pepino. Se consignan algunas mesas nutridas del Vasco Francés. Se consigna la presencia rectora de Jesús Rodríguez. También debe destacarse la irrupción de Christian Colombo. Aquel que se inmortalizara como Premier del presidente De la Rúa.
Los reducidores suelen identificar a Colombo por su influencia en el sistema financiero. «Garantía que moneda va a haber».
Pero sobre todo la presencia de Colombo alude al aval, para bien o para mal, de Enrique Nosiglia. Es quien mantiene los hilos del partido en su cabeza.
También se encuentra Rafael Pascual. Es el caudillo de Parque Patricios. Un radical unánimemente querible que hasta obtuvo «la changuita de presidente de la república». En ocasión de un viaje al exterior de De la Rúa.
Aunque se resista a figurar, por el cuidado «del estudio», se encuentra Ricardo Yofre. Fue el ideólogo de la denuncia del recursivo «Pacto Militar Sindical». Construcción de 1983 que derivó en un golpe mortal. Del que el peronismo de la época no pudo recuperarse. Sustancial para el triunfo de Alfonsín padre. Sobre Ítalo Luder.
La llamada «interna abierta» es una excesiva concesión democrática. No resulta atinado que la calificada «sociedad independiente» tenga el mismo derecho de elegir candidatos que el militante del Partido. Sobre todo si se aspira a recrear la vigencia de los Partidos, sin transformarlos en meras maquinarias electorales. O aparataje jurídico que se inventa alrededor de una figura.
La ficción de la interna abierta -que el Portal desaprueba- abre otras perspectivas.
Si votaran sólo los afiliados, como corresponde a una interna real, hoy Alfonsín golearía a Sanz, sin inconvenientes.
Al abrirse, Sanz tiene tiempo suficiente para movilizar, con sus profesionales, a los «sectores independientes». Persuadirlos de la necesidad de ir a votarlo.
En adelante, Sanz no debe defraudar, sobre todo en los reportajes. Tiene que cabalgar sobre una imagen que presenta el mérito formidable del desconocimiento.
Mérito que Kirchner, en su momento, lo supo aprovechar. Ser desconocido no es necesariamente una desventaja.
Es un atributo positivo, perfectamente explotable. Como el mito del Techint propio.
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