El virus de Lula
Primero fue Víctor De Gennaro. Después Luis Barrionuevo. Hoy es Hugo Moyano, el afectado principal.
Artículos Nacionales
escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial
para JorgeAsísDigital
El Virus de Lula comparte, con el Mal de Caselli, el bacilo común de la sospecha.
Indica: «Si Equis llegó a Presidente, cualquier cacatúa puede serlo».
Lech Walesa, el luchador polaco, instrumento fundamental para el desmoronamiento posterior de la Unión Soviética fue, para la historia del sindicalismo internacional, menos pernicioso que el exponente sudamericano. Luiz Inacio Lula Da Silva, del Brasil.
Como consecuencia del extendido Virus de Lula, abundan cacatúas de sindicato que deliran con su ejemplo.
Sueñan con la pinta de Lula. Con calzarse la banda.
El Virus de Lula supo ser letal para determinados dirigentes sindicales argentinos.
El sobrio Víctor De Gennaro, el Tano, emergió como el primer héroe que parecía disponerse a imitarlo. Desde la tan usada Central de Trabajadores Argentinos (CTA). Doncella siempre engañada. A la espera de la personería prometida.
Conste que De Gennaro traficaba una firme amistad política con Lula, el creador del virus. Pero El Tano no pasó del amague de construir el partidito propio. Finalmente iba a conformarse con secundar al rebelde dirigente universitario Fernando -Pino- Solanas, esperanza generacional de la izquierda.
Otro afectado por el virus, en grado menor, portador sano, resultó ser Luis Barrionuevo.
Conste que Barrionuevo alcanzó a planificar -según las vertientes- un viajecito trunco hacia Brasilia. Con el objetivo redituable de fotografiarse con Lula. El abrazo solidario con Lula representaría la plataforma de lanzamiento del proyecto Barrionuevo 2011.
Igual que De Gennaro, debió Barrionuevo postergar las alucinaciones presidenciales. Para situarse, en su caso, insensatamente, detrás de Eduardo Duhalde, el Piloto de Tormentas (generadas). A los efectos de fundar juntos el instrumento recursivo del Peronismo Federal. Asociación ampliada de víctimas y/o enemigos de Kirchner, El Furia.
Hoy Barrionuevo debe conformarse con disputar la hegemonía sindical con Venegas, el Momo.
Hasta el cierre del despacho, que se sepa, Venegas nunca estuvo afectado por el virus. Consecuencias de asumir, acaso, no sin cierta inteligencia, el veredicto de las limitaciones.
Pero donde el Virus de Lula ocasiona los peores estragos es en el imaginario de Hugo Moyano. El Hoffa nacional. Comandante de los camioneros más expresionistas del universo. Conste que se trata de un cuadro de respetable fortuna, basada en su admirable capacidad para el ahorro. Es el Secretario General de la Confederación General del Trabajo (CGT).
El proletario de Carpani
En tiempos antiguos, grotescamente superados, la clase trabajadora era exhibida, por el general Juan Domingo Perón, como la columna vertebral del Movimiento Nacional Justicialista.
Infinitamente menos indispensable que «columna vertebral», la «clase trabajadora» es hoy -para la maldita superstición del peronismo- una prótesis involuntaria. Desagradable. Casi molesta. Acompleja.
Una especie de silicona que no termina de adaptarse al cuerpo presentablemente social.
Sin embargo Moyano mantiene la fuerte estampa del proletario feroz que solía inspirar al artista Ricardo Carpani. En aquellos retratos inolvidables que desperdiciaron las paredes de los bulines pequeño burgueses de los años setenta que paralizan.
Pero Moyano, el proletario de Carpani, en los dos mil, infortunadamente ya no espanta, tan sólo, a los hipersensibles sectores medios, tan degradados por el arte.
Con la ferocidad de su rostro, con la trascendencia de sus modalidades (sobre todo hereditarias), Moyano hoy asusta, incluso, a los peronistas que no lo asumen.
Por lo tanto, los políticos del peronismo prefieren mantenerlo, a Moyano, como a una amante de lunes. Para tratarlo, casi, a escondidas. Sin tenerlo de enemigo. Pero nunca, en lo posible, demasiado cerca.
Moyano suele amontonar adversarios frontales en el ámbito del sindicalismo. Por la aparatosa insaciabilidad que lo induce a fichar, como camioneros clásicos, a los proletarios que tengan algo que ver con la acción básica del desplazamiento.
Cualquier hoja que se mueva, así sea de árbol o por la obra del viento, tiene que tributar hacia los camioneros de Moyano (Hoffa quedó relegado, como mero antecedente).
Están los oponentes lícitos como Los Gordos, que lo mantienen a explicable distancia. Otro oponente es frontalmente descarado. De la magnitud filosóficamente gastronómica del ya citado Luis Barrionuevo.
O de la virulencia constructora del «Pata» Medina. Con cuyos románticos seguidores, los moyanistas supieron enfrentarse, ideológicamente, a los garrotazos, en aquella tarde histórica de San Vicente, ante el féretro del General. Los cadenazos suelen aterrar ya no exclusivamente a las capas medias. Tan reacias, siempre, a los desbordes del peronismo que, de tanto renovarse, extravió la identidad.
El Jordán de los Zurditos
Le temen, a Moyano, también los compañeros peronistas de la civilidad. Los que exhiben la resignada impotencia de aceptar que, por las desdichas involuntarias del compañero Balestrini, pueda acceder Moyano a la presidencia del Partido Justicialista de «Buenos Aires, la provincia inviable» (cliquear).
La asunción transcurrió en La Plata, durante otra tarde deplorablemente histórica. Dos horas antes que La Elegida, en el ostensible arrugue de barrera, sepultara la credibilidad del gobierno desequilibrado que se desperdicia. Hasta cortar «La cadena del frío» (cliquear) en la cruzada mediática que le interesa, sobre todo, a los desconsolados periodistas autorreferenciales. Los del ombligo centralizador. Cruzada que mantiene el sentido contrario al de las agujas del reloj.
El Furia fue uno de los asustados que más aplaudió. En la tarde televisada de La Plata. Y hasta cantó -quién iba a decirlo- la marchita tradicional. La marcha que supo ignorar olímpicamente, durante los cinco primeros años de kirchnerismo explícito.
Cantó El Furia después de abrazar al Hoffa que tanto lo asusta (conste que El Furia siempre le temió a Moyano. Casi tanto como a Magnetto).
Pero si Kirchner pudo, hasta ahora, mantenerlo a Moyano de aliado principal, difícilmente vaya a soltarle la mano. Mientras lo abraza lo mantiene, eso sí, a media distancia. Cercado por las cuestiones judiciales, que se gradúan como el volumen de las viejas radios.
Como si Moyano cargara, en definitiva, con la misma cruz bíblica que debió portar Zanola. El abandonado a su desgracia. Muestra gratis.
Nunca se puede comparar, en materia de fuerza sindical, el rigor del bancario con los atributos (sobre todo hereditarios) de los camioneros.
En principio -como lo contó el Portal-, El Furia preparó los arsenales informativos para masacrar a Moyano. Hubo ministros que contrataron los sabuesos más capacitados para detectar vulnerabilidades. Especialistas para la destrucción.
Por suerte, se impuso la sensatez del pragmatismo. Entonces Moyano pudo atravesar el Jordán de los Zurditos. Sin serlo, ni de lejos. Sin fingir serlo.
En adelante, Moyano iba a resultar indispensable para consolidar el modelo de El Furia. El desbarajuste orgiástico del consentimiento. Con canilla libre para atropellar.
Carpetas
«Las carpetas, Rocamora, están bien guardadas. Con detalles de terminación. Desde los comienzos detallados en Mar del Plata, hasta hoy», confirma la Garganta.
Probablemente las carpetas queden guardadas hasta después de las elecciones del 2011.
Puede asegurarse que, hasta entonces, El Furia le va a brindar a Moyano hasta todo aquello que amague con pedir. Diputados por todas partes. Para volver a ilusionarse con ser, otra vez, columna vertebral.
Podrá obturar, también, las salidas que se le ocurran. Así sean de Rabe o de Techint.
Cualquier concesión con tal de mantenerlo -a Moyano- adentro. Inventariado, en el modelo.
El Líder de la Línea Aire y Sol, el gobernador Scioli, también cantaba la marchita, en la tarde de Moyano, en La Plata. Cantaba con «fe, con esperanza, siempre para adelante». Como si Scioli fuera exactamente feliz en el canto. Sin necesitar el alarde bucal, la festiva sobreactuación, con los deditos en ve, del meritorio Amado Boudou.
Es Boudou uno de los tantos sparrings que El Furia suele ofrendarle a Scioli, para cercarlo. Como Randazzo, que también cantaba, aunque se tome el cerco menos en serio.
En realidad, Scioli, el Líder de la Línea Aire y Sol, se lleva mejor con Moyano, el proletario de Carpani, que con Kirchner, El Furia.
Porque, al menos, Moyano le va de frente. Podrá condicionarlo hasta ponerle, a Scioli, el número dos de la fórmula. Un hombre suyo. Para ser en la próxima Moyano, en la provincia inviable. O más arriba. El Virus de Lula está incorporado.
Para desgracia de los mini-gobernadores del conurbano. Los que se sienten embocados, por partida doble. Porque los mini-gobernadores le temen también a Moyano, pero por cuestiones derivadas de la basura. Sienten que, si le escamotean el apoyo, van a sucumbir por los motivos originados en el mal olor.
«Moyano tiene un piso del 25 por ciento. El problema es que el mismo piso del 25 es también su techo», nos transmite Jorge de Arimetea, evaluador autorizado de Consultora Oximoron.
«Es más lo que Moyano espanta que lo que atrae. Es un producto para trabajarlo mucho», confirma otra Garganta, ya para terminar. Alude a los arrebatos electorales de las capas medias. Al peronismo que arrastra, como un «perro muerto», sus dilemas de identidad. Porque parece preferir también ocultar a sus descamisados. No mostrarlos. Como si fueran, también, amantes de lunes.
Oberdán Rocamora
para JorgeAsísDigital
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