Fundamentalismo kirchnerista
El peronismo ausente. Carta Abierta. Miradas al Sur. "6,7 y 8".
El Asís cultural
Redacción final Carolina Mantegari
Consultora Oximoron, especial
para JorgeAsísDigital
El kirchnerismo fundamentalista muy poco y nada tiene que ver con el peronismo.
Representa aquello que puede denominarse, desde el plano técnico, «kirchneristas no PJ».
Lucen por la desmedida intrascendencia electoral. Mantienen una relación distante con el ajeno Justicialismo. A veces, la relación es -incluso- antagónica.
Justamente el Justicialismo, tanto en la periferia como en el fondo, es la fuente sustancial del poder que legitima a Kirchner. Que lo subasta.
En los papeles, Kirchner es el jefe formal del Partido Justicialista. Al que mantiene dormido. Con la contundencia de varios Trapax diarios.
Prefiere Kirchner patrocinar, en cambio, a los integristas. Distribuido en grupos sonoramente frágiles. Lo ayudan notablemente a tomar distancias de quienes lo sostienen.
Sin el pretexto de ninguna transversalidad. Kirchner se aleja del peronismo que supuestamente conduce. O sólo captura. Deriva en mera plataforma de lanzamiento. En pilar de apoyo.
Los Fiolos
El conjunto de aliados, de integristas que representan el progresismo, presenta la versión intelectualosa. O el formato político. O el impresionante piadosismo de las «organizaciones sociales».
Pueden presentarse, ante la historia del presente, como grupúsculos que se abusan del peronismo que desprecian.
Viven del peronismo. Pero, en el mejor de los casos, lo ningunean. Es ostensiblemente más grave que negarlo. Es desmerecerlo. Subestimarlo. Tomar, a los peronistas, por giles.
Para los fiolos de la coyuntura, el peronismo emerge como el lugar sucio.
Es adónde hay que enchastrarse, necesariamente, para buscar los votos.
Las ideas -para Kirchner-, deben sacarse de otra parte. Aunque carezcan de ideas. De originalidad.
Productos culturales
Con la arbitrariedad que facilita el análisis, Consultora Oximoron prefiere ocuparse de tres productos culturales. Son los que se ubican a la vanguardia de la patología kirchnerista.
En una próxima entrega, transcurre el turno del cuarto producto. Es político.
En la primera parte del informe que se divulga, vaya, en primer lugar, Carta Abierta.
Es la Agrupación de intelectuales que producen, cada tanto, una bula papal.
Segundo, «Miradas al Sur». Semanario de domingo, reducto del kirchnerismo integrista.
Tercero, el entretenimiento televisivo, alternativamente diario, «6,7 y 8».
El artefacto político es de color sepia. El Frente Grande. Evacua políticamente menos que un pajarito. Pero hay más.
Los productos culturales de referencia no se caracterizan sólo por defender las posiciones del oficialismo. Emergen como valiosos instrumentos para atacar a los adversarios. Para ridiculizar sus causas. Para consolidar las imposturas integristas.
El oponente, aquí, es más institucional (aunque igualmente fulminen a los individuos).
Son tres polos de degradación, presentados con una crueldad descarada. En este orden.
a) El campo (La Comisión de Enlace).
b) Los medios de comunicación (sintetizados en el Grupo Clarín).
c) La oposición política. Centrada en la aniquilación alternativa de Macri. Y/o de Cobos.
Ausencia del peronismo
Los tres ámbitos culturales aludidos (Carta Abierta, Miradas al Sur, 6,7 y 8) presentan un lineamiento perceptiblemente unificador. Es la ausencia, casi total, del peronismo. Como enfoque. Como problemática para tratar.
Puede consignarse la inquietud. Resulta literalmente imposible, desde el peronismo capturado, sostener las imposturas que instalan los Kirchner, a presión.
Los dirigentes envueltos, tristemente empaquetados, en la práctica, las apoyan. Son cómplices involuntarios de los desbordes del integrismo. Aunque se muestren, en privado, concientes del camino que los lleva hacia la bancarrota.
Consternados, los peronistas capturados, por la duda existencial. Deriva en la pregunta que los atormenta: «¿Cuando saltar?».
Desde el peronismo no brotan ideas que legitimen, a los Kirchner, ante el presente. Mucho menos, ante la posteridad. Para atacar o defenderse, Kirchner prefiere ampararse en el exterior del peronismo.
El kirchnerismo no PJ, a pesar de la irrelevancia electoral, se las ingenió para apropiarse de los sectores significativos donde debería brotar la cultura. Como la secretaría homónima. El ministerio de Educación, los organismos descentralizados (Instituto del Cine). Pero sobre todo el Canal 7.
Es precisamente aquí donde es más notoria la ausencia total del peronismo. En la Televisión Pública. Copada por los integristas que tienen nada para perder. Ni siquiera historia.
Debe discutirse al kirchnerismo -para Oximoron- como una versión patológicamente esquizofrénica del peronismo capturado. Sostenido, en la actualidad, por la ideología del antagónico. Productor del fundamentalismo rabiosamente salvaje, que en ningún momento enarbola las banderas menos elementales del peronismo que los alimenta.
Como si los progresistas, igual que en los setenta, se hubieran infiltrado. Se percibe pálido, el final.
Bulas
La banda desangelada de Ricardo Forster -coordinador de Carta Abierta-, teoriza, en las bulas intelectuales, acerca de los límites signados por la revolución imaginariamente posible.
Caminan descalzos, los desangelados, como Gasmann en Brancaleone. Entre las brasas de la corrupción que, en el fondo, no soportan.
Pese a la toma colectiva de conciencia, como los desangelados no son tontos saben, que a esta altura, resulta conveniente proseguir con la composición esporádica de las bulas insustanciales.
Lo más valioso que lograron, desde Carta Abierta, hasta hoy, para Oximoron, fue que otros pensadores, de la despareja oposición, los tomaran en serio. Al extremo de conformar otro ateneo semejante. El Grupo Aurora. Pero estaba, entre ellos, el precipitado incontenible, que salió a plantear, a los tortazos semánticos, un debate profundo. Pero desde el lugar equivocado.
Abel Posse se quedó solo. Pero celebrado por inquietantes miles de ciudadanos. Los que lo felicitan. El integrismo de Carta Abierta termina, irreparablemente, en los autógrafos que firma Posse. «Cada día más», como canta Valeria Lynch.
Nueva Secretaría de Estado
Desde hace meses -para los entendidos-, pese a ser semanal, Miradas al Sur desplazó al periódico de la Secretaría de Estado de Página 12.
En la vibrante materia de anticipar las jugadas del oficialismo. De desbaratar los arrebatos tenues de la oposición menos distraída.
La pasión por la autorreferencia sumerge a Horacio Verbitsky en el foso del agotamiento. Ampliaremos.
La positiva convencionalidad de Mario Wainfeld no alcanza para legitimar la lectura.
La excesiva autoponderación de Feinmann ya induce a la misericordia.
La Secretaría de Estado de Página 12 fue superada por el kirchnerismo fundamentalista de Miradas al Sur.
Trátase del diario dominguero, caracterizado por ser la publicación más esclarecida del salvajismo oficial. Es una de las cuantiosas construcciones periodísticas que gerencia Sergio Szpolsky. Un radical que derivó en una suerte de Daniel Hadad del progresismo.
Miradas al Sur es dirigido por Eduardo Anguita. Es el coautor de La Voluntad, texto de autoayuda para empacharse de los dolores generacionales.
El semanario es, en gran parte, ilegible. Pero contiene el atributo de anticipar, con frecuencia, las jugadas del integrismo. Pudo percibirse en la ofensiva contra el Comisario Palacios, único policía de la historia que está preso por «chupar teléfonos». O en la orientación del rumbo de los ataques despiadados hacia Clarín. Por el asunto trillado de los hijos grandecitos, inapelablemente treintones. Por los asedios sobre Papel Prensa.
Entre tantos textos sobrantes, siempre puede encontrarse, en Miradas, alguno que merezca leerse. De Jorge Giles, del mismo Anguita. Del especialista en policiales Ricardo Ragendorfer, que tanto recuerda a Emilio Pettcoff. O de Alejandro Horowicz, el marxista solitario, que aún no se resigna a la inexistencia, en el universo, de algún país que se aproxime a sus ideas.
Televisión Pública
Para terminar, «6,7 y 8». En la Televisión Pública. Formato demasiado previsible. La conducción (la señora María Oliván) y un amontonamiento de panelistas. Sólo se diferencia del formato de Casella en que Oliván se mantiene siempre sentada.
La problemática consiste en destruir todo aquello que impugne al kirchnerismo.
Receta de TVR. Del peor Pergollini. Extirpar frases del contexto, del adversario convertido en víctima. Para dilapidarlo.
La ceguera fundamentalista de la propuesta imposibilita que alguno de los miembros del panel alcance a evitar el incendio profesional.
La medianía generalizada logra que se luzca, en exceso, Orlando Barone. Reconforta saber que Barone llega finalmente al estrellato, después de los setenta años. Se lo merece. Junto a la invitada casi permanente, la señora de Carlotto. Ella se integra en el integrismo como otra panelista. Sumida en la cruzada devastadora Anti Clarín, Carlotto utiliza la problemática humanitaria. Para banalizarla, imperdonablemente.
Carolina Mantegari
para JorgeAsísDigital
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