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El alivio del Maldonado

Los Macri celebran, sin saberlo, a Florencio Sánchez, autor de “En Familia”.

Oberdan Rocamora - 25 de febrero 2008

Artículos Nacionales

El alivio del Maldonado«En familia», la pieza del inmortal uruguayo Florencio Sánchez, contendrá una versión superior. Sobre todo cuando Mauricio Macri, en su condición de Jefe de Gobierno del Artificio Porteño, le entregue en mano, a los Calcaterra, Angelo y Fabio, sus primitos, la primera gran obra refundacional de Buenos Aires. Imprescindible e impostergable.

Trátase del alivio de la colectora del Arroyo Maldonado. La construcción simultánea de dos túneles. Entre 20 y 30 metros de profundidad. Y de 7 metros de diámetro. Para una respetable longitud de 15 kilómetros.
Un túnel digno de evocar la desgajada literatura de Ernesto Sábato. De 10 km. Y otro, de 5 km. Por debajo de la deprimente avenida Juan B. Justo. Desde las cercanías del estadio de Vélez. Y de la calle Godoy Cruz. La que supiera consagrarse por la erótica agresividad de sus enternecedores travestis.
Hasta desembocar en el poluído Río de la Plata. A la altura de Punta Carrasco.
Si la rutina de los pozos marcha, el alivio del Arroyo Maldonado estará listo en el 2013.
Obra delicadamente complicada. Atraviesa los talones de una zona principal. Hace cosquillas en las plantas de los pies de enormes edificios. Que no merecen arriesgarse a un destino equiparable al de las Torres Gemelas. Sin Bin Laden.

Puerta equivocada

Advertencia. Los que supongan asistir al preludio de un show de acusaciones, golpean la puerta equivocada.
El proyecto aliviador arranca en el 2001. Surca gestiones de un patriota irreprochable, como el Zorro Olivera, el radical predilecto de la señora Carrió. Y del eterno fiscal, el paraguayo Ibarra, resistente de Cerro Corá. El alivio padeció lícitos retrocesos por la desastrosa devaluación del 2002. Por los asimetrismos magistralmente inventados con el control ideológico de Techint. Y de Clarín.
Al final, el alivio del Maldonado fue una epopeya correctamente licitada por Telerman, después del Cromagnon que se lo lleva puesto, sin alivios, a Ibarra. Con el financiamiento del Banco Mundial (en un crédito que igualmente hay que pagarlo), hacia finales del 2006.
De los seis postulantes precalificados para aliviar, sólo tres formalizaron las propuestas.
Trátase de la italiana Ghella, la brasileña Odebrech, y del combinado nacional de Supercemento.
Llama la atención, en principio, la disparidad de cálculo de los presupuestos.
Porque Ghella, la empresa líder, la favorita, se atreve a hacer semejante obra en 150 millones de glucolines verdes.
Por consiguiente puede confirmarse que los italianos son culturalmente más ahorrativos que los brasileros. O que algo inexplicable ocurre.
Por el mismo alivio, los brasileros de Odebrecht no pueden aliviarnos de las inundaciones por menos de 280 millones, de los mismos glucolines.
Por ese monto, en apariencia, los italianos hasta podrían aliviar, de paso, y de yapa, el Arroyo Medrano, aún pendiente.
En cambio, el combinado de Supercemento intermedió en 210 palos.
Con tanta diferencia, obviamente, gana Ghella. Por goleada. Aunque Gargantas consultadas, bastante próximas a la formidable pasión por las «escolas do samba», insisten en notificar, con altas dosis de mala fe, que un alivio de semejante calibre, como el de la trascendental colectora del Maldonado, nunca puede hacerse por menos de 200 millones de glucolines.
Por lo tanto, los italianos necesitarán, según los brasileños desconfiados, que se les aprueben los previsibles gastos adicionales que se van, invariablemente, a generar, en el transcurso de la construcción. Inexorablemente necesitan de una inspección de obra favorable. Generosamente favorable.
La inspección se decide pronto. Se abren las ofertas, según nuestras fuentes, mañana, martes, en el octavo piso de Rodríguez Peña 547. A las 11.

Calcaterros

Desde la eternidad, Florencio Sánchez puede conmoverse. Al enterarse, por ejemplo, que los solventes italianos de Ghella, los «líderes», en una extraordinaria muestra de pragmática inteligencia, se asociaron, en los finales del 2007, con IECSA.
Trátase de la constructora que perteneciera a Franco Macri, alias El Padrino.
IECSA era la agonía monumental que Franco, ensimismado en su utopía china (con chinos presentablemente impresionables del Bajo Flores), decidiera, a principios del mismo 2007, transferirle a los Calcaterra brothers.
Los sobrinos de Franco. Los laboriosos que suelen disgustarse, y con cierta migaja de razón, cuando se los califica, irónicamente, de calcaterros.
Ocurre que se sostenía, en el sensible ambiente de los constructores (donde imperan los Roggio y Wagner), y sin mayor fundamento, que Angelo y Fabio eran «calcaterros» de El Resucitado. Oficialmente desconocido como Lázaro Báez, el empresario presidencial.
Los Calcaterros son hijitos, emprendedores e inquietos, de la hermana de Franco. Primos fraternales de Mauricio, el alcalde que dejó Boca Juniors para transformar la ciudad. A caballo de la redituable ideología que celebra, desde la política, la anti-política. Impulsada por su conductor intelectual, don Jaime Durán Barba, afectuosamente apodado El Equeco. Por los agitadores de PRO.

Los adicionales esperan

Ghella-IECSA se lanzan, con ansiedad peninsular, a aliviar la colectora del Arroyo Maldonado. Para evitar que, en cinco años, se registren severas inundaciones, en un amplio sector de la ciudad. Entonces es necesario que se quede, con la licitación de inspección de obra, algún consorcio amigo. De ser posible, propio. De la casa.
Se presentaron, por lo tanto, una ristra de 27 candidatos, regularmente audaces, para mojar la medialuna como inspectores. Pero sólo quedaron seis medialunas enarboladas. Listas para mojarlas.
Puede anticiparse, desde este Portal comprometido con la verdad, que los que van a inspeccionar, invariablemente, son los italianos de Geodata, debidamente nacionalizados. Líderes en estudios ambientales. Asociados, según Gargantas, a los argentinos de Cadia. Y perseguidos, muy de cerca, por los españoles de Sener. Los que se anotan, en yunta, con otros argentinos de Consular.
Gargantas vinculadas al resentimiento de los desplazados, de los que pueden quedarse afuera, y con la medialuna endurecida, diseminan sospechas que podrían desbordar, temiblemente, el Maldonado. Posibles finlandeses, anónimos franceses, embocados austriacos. Seres que cuentan, en apariencia, con mayor información que posibilidades de triunfo para calificar, técnicamente, en la partida. Sostienen, con alguna cuota de racionalismo, que una empresa doblemente italiana, como Ghella-Iecsa, no debería ser supervisada por otros italianos, aunque cuenten con sucursales. Como, por ejemplo, los de Geodata. Con quienes Ghella ya supo entenderse, en otras construcciones de la bella Italia. Y en otras partes, tal vez más ridículas, del mundo.
Aparte, abundan Gargantas que subrayan, con algo de molestia, que, si se los cruza con rigor, los argentinos de Cadia, y de Consular, bastante vinculados al gobierno nacional, serían, si no los mismos, bastante próximos.

Cuerdas de guitarra

Conciente del probable alboroto, el Portal ofrece ocuparse de las eventuales aclaraciones. Si es que existen.
Para que la dupla Ghella-Iecsa pueda aliviar la colectora del Maldonado, necesita, en principio, aliviarse primero.
Y no tener que ajustarse, como si fuera un cinto, al presupuesto presentado. Un saldo. El objetivo justifica los medios, y el supervisor entonces debe ser confiable. Compartir las mismas apetencias culturales. Por ejemplo las «cuerdas de guitarra» de Piégari, también celebradas en Marcello. O en Mancini. Como el rissotto, con osobuco.

Oberdán Rocamora
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