Bolero de Ravel
CARTELES (IV): Sergio Massa, probable sucesor del Alberto, completa, con Jorge Rendo, la reconciliación de Los Kirchner con el Grupo Clarín.
Miniseries
por Orberdán Rocamora
para JorgeAsísDigital
Con los Hijos, por ahora, ni la señora de Carlotto se va a meter.
En la semana, por las calles, ya no habrá carteles denigratorios.
En el diario, por conveniencia y responsabilidad, tampoco se va a dramatizar. Ni a acentuar el escepticismo sabio de los ciudadanos, que se disponen, en defensa propia, a dolarizar los espíritus.
Con el ritmo envolvente del Bolero de Ravel, se perciben las señales emotivas de la reconciliación.
Entre el Gobierno, o sea los Kirchner, y el Grupo Clarín, del eje Magnetto-Rendo, consentido, algo desganadamente, por el irascible señor Aranda. Y por Pagliaro, el responsable del medio audiovisual que le brinda, al Grupo, la mayor cantidad de glucolines.
Falta aún saber si Kirchner, a Moyano, lo va a incluir en el bolero del arreglo.
La racionalidad instiga, después de todo, a tolerar el peso de la convivencia.
«Pasan cosas lindas en una familia». Como en la propaganda del «Crespi seco».
Stagflación
La dilatada conflictividad con el campo ya supera los límites sociales del hartazgo. Exhibe la insolvencia del gobierno, que nunca entendió el dilema de referencia. Y el desborde de los dirigentes rurales, que distan de encontrarse a la altura del movimiento que sus representaciones desatan.
El gobierno permanece lacerado. A la deriva. De rodillas.
Pero la incapacidad gestionaria les ofreció, en bandeja, un recurso argumental. Transferir la culpa innecesaria por los aumentos de precios. Lucro inesperadamente doble. Merced a la «crisis del campo», podía reconocerse, primero, la existencia oficial de la inflación. Y segundo, justificarla.
Lástima que, con la implosión, se les demoliera la raquítica credibilidad.
La inflación dejaba de ser un fantasma. Debían sumarle la virtual parálisis de la economía. Emergía, anticipatoriamente, el diagnóstico sentenciado por Cavallo. La «stagflación». Se instalaba antes de lo previsto. Stagflación es la lacra que combina la inflación más la recesión.
En este contexto, proseguir la guerra unilateral contra el Grupo Clarín, menos que una locura, era la manera más imperdonable de precipitar el fracaso presidencial de La Elegida.
Parejitas
Néstor, según nos cuentan, se dejó convencer, otra vez, por el Alberto.
«Con Clarín había que arrugar».
Costó poco convencerlo porque Kirchner, fiel a su costumbre cultural, no podía contener el deseo instintivo de achicarse. De ceder ante las hecatombes que impulsa.
Por lo tanto Kirchner lo habilito al Alberto, al que llama Paladino, para reiniciar las conversaciones bilaterales con Jorge Rendo.
Compartimentos estancados. Parejitas de diálogo.
A Rendo le toca lidiar con el Alberto.
Hacia abajo, de la relación con el Comfer, del fusible Mariotto, se encarga Verdaguer.
Hacia arriba, o sea Kirchner o Cristina, se encarga, específicamente, Magnetto. Si se encuentra en aptitud respiratoria, operativamente lingüística.
Pese a la vulnerabilidad física, Magnetto es una de las dos únicas personas que Kirchner teme. El otro era Moyano. Se explicó en Carteles (I).
Pero Moyano, por ahora, no molesta. Mantienen apichonado al feroz camionero, en el regazo conyugal. Protegido, tibiamente, hasta julio. Aunque Moyano deba padecer las travesuras cotidianas que producen los entrañables atorrantes del sindicalismo. Y no es sólo Barrionuevo, el Filósofo gastronómico que superó, en materia de pensamiento, al rumano Cioran.
A Moyano le van a alargar, con candidaturas cuasi artificiales, la ceremonia reelectoral.
«No hay consenso, Hugo», le van a decir. Ya se lo dicen.
Si pueden, los «cioranistas» le van a estirar la reelección, hasta octubre. Con el riesgo anticipado de la stagflación, la espera puede ser angustiosamente inquietante.
Irrupción de Massa
Al Alberto, por ahora, los Kirchner no lo van a entregar.
El esmerilamiento implacable de Paladino los instiga, a pesar de todo, a mantenerlo vivo. Durante algunas semanas.
Un eventual reemplazante toma, mientras tanto, la posta de ciertas atribuciones.
Es Sergio Massa. El intendente de Tigre que mantiene su influencia en empleos anteriores, como la ANSES.
La difusión no debería entorpecer el proyecto.
Primer Ministro en versión trucha, el Jefe de Gabinete debe encargarse de la relación institucional con el Grupo Clarín. Sólo a partir de esta aclaración previa puede contarse que se registraron, en la semana, sendos encuentros decisivos para la reconciliación.
No sólo fue el encuentro de Rendo con el Alberto, que consigna el diario Crítica, la versión saludablemente renovada de la antigua Página 12.
(Crítica acaba de ser comprado por el «gallego Mata». Puso más de un millón de euros. Ampliaremos).
Otra reunión se registró. Fue el jueves, en las oficinas de CM, cierto lobbysta atormentado, sobre todo, al enterarse de esta trascendencia.
Entre Jorge Rendo, y Sergio Massa. En tiempos de «doble comando», el joven ambicioso mantiene el doble privilegio. Ser valorado por el pleno del cesarismo conyugal.
Por Kirchner y por La Elegida.
Como en cualquier pareja, la reconciliación contiene simultáneas escenas de dureza y sinceramiento.
A pesar del lacrado bucal, que se impusieron los protagonistas, Rendo y Massa, puede asegurarse que costará encontrar, a partir del jueves, nuevos cartelitos habituales de «Clarín Miente».
Significa que Clarín, en adelante, volverá, si no a mentir, a reproducir, amablemente, la crudeza de la verdad, a los efectos de hacerla más digerible. A tratar al gobierno de acuerdo a la estrategia comercial del consorcio. Con la complacencia elegante que supo utilizar desde el 2003. Y que ayudó, sustancialmente, a forjar el crecimiento impresionante de Kirchner.
Hasta la portada de aquel 9 de marzo, en que Clarín publicó la legendaria producción sobre el juego. Que Kirchner interpretó como un apriete extorsivo (ver «Rendo y Alberto»).
A criterio de Kirchner, Clarín no podía meterse, a esta altura de las concesiones, con los glucolines presidenciales.
Ventosas
Viejas ventosas, paños tibios en la frente. Aplacan los dolores, suavizan las laceraciones.
Avanzar en la contienda, para Kirchner, sería otro error de «lesa ingenuidad».
El gobierno disponía aún de muchos cañones para arrojarle a Clarín. Lo habría esbozado Massa, según nuestras fuentes, a Rendo. Aspectos más sensibles que la franelita consultativa sobre la ley de radiodifusión. O la veda al acceso a la telefonía más sofisticada. O la apertura generosa de las subastas para nuevos cableríos.
Podían meterse en entretelas selectivamente íntimas. Como si los altos directivos de Clarín pudieran ser evaluados como apropiadores comunes.
El Juez Marquevich podría testimoniar, en su exilio interno, acerca del asunto.
Epílogo con Fenicio
Para terminar el capítulo, de esta tierna miniserie, de amor, pucheritos y poder, Daniel Hadad, alias El Fenicio, principal operador mediático del gobierno, según nuestras fuentes, le habría pedido a Kirchner que detuviera los ataques contra TN. «Todo Negativo». Al menos hasta que pudiera venderle, C5N, a la dupla desprejuiciada que conforman Manzano-Vila.
Con cada ataque de Kirchner, como suele jactarse Rendo, TN crece en audiencia.
En desmedro de C5N, alias Cristina5Néstor. El canal que El Fenicio convierte en otra de sus subastas ponderables.
Y Kirchner no puede quedar mal con El Fenicio.
Es, el Fenicio, lo único fuerte que le queda en materia de comunicación.
Aparte del atril, a Kirchner le queda, para su ofensiva, la mañana de la Radio 10. Cuando El Negrito se lanza a operar. Disneylandia y canto.
Oberdán Rocamora
Continuará
Manténgase conectado.
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Bolero de Ravel tocado por la Orquestra Filarmónica de Berlin, dirigida por el maestro Daniel Barenboim.
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